El 20 de abril, en la homilía por la Pascua durante la cual se rindió homenaje a monseñor Rubén Héctor Di Monte, arzobispo emérito de la arquidiócesis de Mercedes – Luján, las palabras del obispo Agustín Radrizzani resonaron en la Basílica. «Cuántos viajes ha hecho a Buenos Aires para hablar con ministros, con presidencia, con todos aquellos que han podido influir para que esta belleza se hiciera efectiva», dijo. Y con su mirada recorrió la Catedral refaccionada durante la presidencia de Néstor Kirchner, mediante los buenos oficios de Di Monte. Por ese tipo de gestiones, en los pasillos del poder lo recuerdan como un «oficialista de cualquier oficialismo.
Radrizzani, sucesor de Di Monte en el Arzobispado de Mercedes-Luján desde 2007, recordó en esa ocasión que la Basílica y la Virgen eran para el sacerdote muerto uno de sus tres amores. Los otros dos eran la Iglesia y la Familia Misionera Nuestra Señora del Rosario de Fátima, que había fundado junto con la Madre Alba Martínez, la religiosa de 95 años que el martes no le abrió la puerta del convento al ex secretario de Obras Públicas, José Francisco López.
Di Monte fue el vínculo entre la política y el Monasterio de Monjas Orantes y Penitentes de Nuestra Señora del Rosario de Fátima. Jesús Ojeda, el vecino pollero que llamó al 911, dijo a la prensa que hasta la muerte del obispo a ese monasterio de calle Julio A. Roca, en el barrio San Bernardo, partido de General Rodríguez, llegaban autos de alta gama. En declaraciones a radio AM 1300 La Salada, la madre Martínez dijo que el ex ministro de Planificación Federal, Julio De Vido, concurrió tres veces al monasterio, y que López era un habitué: «José López antes venía una vez al año», detalló.
En la Secretaría de Culto de la Nación (durante la gestión kirchnerista) conocían a Di Monte como un «oficialista de cualquier oficialismo», que tuvo su relación más «íntima» con el poder cuando fue obispo de Luján durante el menemismo, época en la que recibía habitualmente Aportes del Tesoro Nacional (ATN) que eran subsidios no retornables que manejaba el Ministerio del Interior. Su oficialismo se extendió luego con el gobierno de Fernando de la Rúa, y continuó a través del vínculo con De Vido y López luego del primer decreto de Kirchner, que firmó para recuperar la Basílica.
En la década del ’90 cultivó una estrecha relación con Esteban Caselli, secretario de Culto de Carlos Menem, cuadro del Opus Dei, luego senador de Italia por el partido de Silvio Berlusconi y padrino político de Alejandro Colombo, el delegado de la AFI que el PRO envió al Vaticano y al que el Papa Francisco le bajó el pulgar.
Al igual que a Caselli, a Di Monte lo identificaron con el ala más conservadora de la Iglesia Católica. Oriundo de Luján, en 2000 fue promovido a la sede arzobispal de esa ciudad, a la que renunció por edad avanzada el 27 de diciembre de 2007. Desde entonces, residió en el monasterio de General Rodríguez.
En la Secretaría de Culto de la Nación confirmaron a Tiempo que el convento está inscripto desde 1997 bajo la figura de «monasterio» en el registro de la Dirección de Culto Católico. Guillermo Olivieri, quien ocupó esa cartera durante el kirchnerismo, ratificó lo que el arzobispo de la Arquidiócesis de Mercedes-Luján explicó en una nota oficial: ese lugar tiene un «gobierno autónomo», es decir, no depende del obispo. En la nota, Radrizzani aclaró que se trata de una congregación privada de fieles.
Hoy en ese lugar ayer allanado nuevamente por la Justicia de General Rodríguez viven tres laicas consagradas, es decir, religiosas como las monjas pero que no usan los hábitos. El teléfono que hasta el jueves atendía Martínez para mandar a los periodistas a hablar con la comisaría, dejó de funcionar el viernes. El predio está herméticamente cerrado con un tapial sobre la única calle asfaltada y rodeado por un alambre olímpico con rollos de púas en lo más alto y mediasombra verde para impedir la visión.En ese lugar, Di Monte construyó en 2013 la morada para sus últimos días: la casa de ejercicios espirituales Nuestra Señora de Fátima y San José. Ahí murió la noche del 18 de abril pasado a los 84 años, dos meses antes de que López llegara de madrugada para revolear 9 millones de dólares por encima del tapial. «
Dudas y malestar policial Por Jorgelina Naveiro
El extraño episodio en el despacho de la gobernadora María Eugenia Vidal ocurrió en la madrugada del martes 7, aunque se conoció recién una semana después, el mismo día en que la Policía Bonaerense detuvo a José López tirando bolsos con dinero en el convento de General Rodríguez.
Según la versión oficial, dos policías fueron encontrados en el acceso al despacho de la mandataria y el de su secretaria privada, abriendo cajones y revolviendo papeles sin tener autorización para estar allí. Cuando se les consultó qué hacían allí, dijeron estar «probando llaves». El hecho fue interpretado como «un mensaje» hacia la gobernadora. A raíz de esto, los dos oficiales fueron sumariados por la Dirección de Asuntos Internos y pasados a disponibilidad, mientras que el jefe de la custodia de la Gobernación, Cristian Bojanovich, fue desplazado de su cargo. Por otra parte, el secretario general de Gobierno, Fabián Perechodnik, realizó una denuncia en la Justicia, que el miércoles empezó a investigar el caso.
Los movimientos generaron malestar entre los policías de la Casa de Gobierno. Por un lado, porque los oficiales trabajan desde hace años y son de confianza, pero también porque el personal de limpieza que estaba esa madrugada asegura que «no estaban revolviendo nada».