La candidata del progresista Frente Amplio Beatriz Sánchez, que obtuvo un 20%, puede decidir si el oficialista Alejandro Guillier accede a la presidencia el 17 de diciembre.
En la primera vuelta del pasado 19 de noviembre se computó un total de 6.677.440 votos, el 46% de un padrón de 14.308.151 (más 39.137 en el exterior). Es el tercer peor resultado en materia de participación electoral desde que Chile la declaró optativa en 2012. En las municipales de 2016, cuando se estrenó el voto optativo, apenas votó el 35% del padrón. A la escasa concurrencia se suma un alto porcentaje de votos nulos y en blanco que en conjunto arrancan en el 1,6% en la elección a presidente, pero se va incrementando en 8,4% para senadores, más del 10% para diputados y casi un 13% en el caso de consejeros regionales.
La escasa participación pone en juego la legitimidad de algunos de los representantes del pueblo que ocuparán la renovada cámara legislativa. Previo a las elecciones, la Coordinadora de gobernabilidad del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) en Chile, Marcela Ríos, advirtió sobre este «deterioro de la legitimidad», pero también de la «representatividad» como resultado de la alta abstención, debido a que «las personas que no votan no están distribuidas homogéneamente: está fuertemente concentrado en los jóvenes, en los que viven en las grandes ciudades, y además los pobres dentro de esas grandes ciudades», explicó quien es titular del sitio ahoravota.cl. Ríos señaló que entre la población abstencionista «los que menos votan son los jóvenes de 18 y 19 años». En este sentido, si se toma en cuenta que hubo legisladores que obtuvieron sus bancas con porcentajes por debajo del 2%, en el marco de abstención señalado, se trata de elecciones con muy escasa cantidad de votos y una consecuente poca representatividad.
A pesar de lo que prometían las encuestas, Piñera quedó en primer lugar lejos del 42 al 44% que le auguraban los números más optimistas. Con un más modesto 36,6%, el empresario expresidente (2010-2014) deberá enfrentar a un electorado dividido casi en partes iguales por los candidatos del progresismo chileno. El oficialista Alejandro Guiller, con quien deberá medirse en el balotaje, superó apenas por dos puntos a Beatriz Sánchez, del Frente Amplio. Esta fue otra de las sorpresas de la elección. Efectivamente, las encuestas ubicaban a esta periodista de radio y televisión que acaba de debutar en política (ver aparte) en tercer lugar, pero con guarismos que iban del 9% al 13%. En cambio, haber superado el 20% representa un caudal electoral que es hoy el botín que necesita la gobernante Nueva Mayoría para continuar en la gestión y no perderla ante el avance de la derecha.
Acerca de esto último, puede decirse que el ultraconservador José Antonio Kast también hizo una gran elección. Para alguien que hizo campaña a favor de la universalidad de portar armas, la derogación de la ley que permite el aborto en tres causales, la eliminación de la Ley Laboral y el apoyo a los militares condenados por violaciones a los Derechos Humanos, sin ahorro de reivindicaciones al dictador Augusto Pinochet, un 8% de los votos es un caudal importante. Con los resultados apenas procesándose, el diputado fue en persona a transmitirle a Piñera el apoyo «sin exigencias ni condicionamientos» para la segunda vuelta, cuando aún creía que ambos reunirían el 50% de los votos, según confesaría luego. Pero para Piñera es un apoyo incómodo. Kast representa a la derecha más rancia y Piñera intentó cautivar al público de centro, además de sus votantes tradicionales. De hecho, con la aparición de Kast en las presidenciales, mucho electorado de Piñera emigró hacia una propuesta que representara su conservadurismo ultramontano con mayor contundencia. Kast ha tenido críticas hacia el expresidente por no ser demasiado severo en algunas medidas que el progresismo consideraría salvajes.
Por otro lado, los movimientos internos en la fuerza oficialista Nueva Mayoría produjeron sus daños. El hecho de que Carolina Goic, de la Democracia Cristiana, se postulara por fuera de la coalición de gobierno, generó disputas hacia dentro del espacio parlamentario, sumado al bajo rendimiento de la candidata (6%) que despertaron reproches desde su partido acusando de «boicot» a su candidatura.
Pese a que la cúpula de DC ya anunció su apoyo a Guiller, los legisladores critican los escarceos hacia Beatriz Sánchez, y ahora evalúan si se romperá el bloque en la Cámara Baja o si los 14 diputados que obtuvo la alianza Convergencia Democrática se suman a los 43 de Nueva Mayoría. Aun así, no sería posible superar la primera minoría de 73 legisladores que logró Chile Vamos. Por eso es que Guiller y el oficialismo necesitan un acuerdo con el Frente Amplio, que logró ingresar 20 diputados al Parlamento, según los datos oficiales del Servicio Electoral de Chile (Servel). Algo a los que los dirigentes del FA no parecen dispuestos a resolver a la ligera.
En esta elección, la Cámara Baja chilena renovó sus 155 bancas mientras que serán 23 legisladores los que renueven el Senado, con 50 asientos.
De entrevistadora a entrevistada
Todas las miradas están ahora sobre ella, como lo estaban hasta que se alejó de la pantalla para ser candidata a presidenta. Beatriz Sánchez encabezó la fórmula del Frente Amplio, una coalición de partidos y movimientos de izquierda cuyos líderes se forjaron principalmente en las movilizaciones estudiantiles de 2011. Sánchez, con 46 años de edad, estuvo a punto de ingresar en la final presidencial, por apenas dos puntos que se llevó el candidato oficialista, Alejandro Guiller. Por esa razón, una de sus principales críticas es hacia las encuestadoras que le daban entre 9% y 13% de intención de voto, contra los más de 20 que obtuvo el domingo pasado. «Yo no siento que los votos sean míos», afirmó ante la inminente pregunta de a quién apoyará en la segunda vuelta del 17 de diciembre. Lo que hará el FA es aún un misterio. Si bien la lógica llevaría a creer que no apoyaría a Piñera, la propia Sánchez declaró no estar de acuerdo con el «todos contra Piñera» y también se mostró crítica del gobierno de Bachelet y la coalición que llevó a Guiller a la candidatura. «Yo a él lo quiero mucho, lo respeto y encuentro que es una gran persona, pero hoy está en un conglomerado que a mí no me gusta nada», afirmó.
Nacida en la Nochebuena de 1970, Sánchez hizo su carrera profesional en el periodismo político. Sus comienzos fueron en la radio, pero se consolidó en la televisión, cuando fue convocada para conducir el programa Hora 20 en La Red, donde además fue parte de la primera dupla femenina en la conducción de noticias. En ese espacio se destacó como entrevistadora de dirigentes. Después de su experiencia en la política, asegura que volvería a la TV pero ya no en el rol de conductora. «
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