El director del documental "La Feliz, continuidades de la violencia" conecta el caso Pampillón con los nuevos modos de accionar de la derecha.
El documental se propone pensar si hubo una continuidad entre esos tres grupos. Y si bien hay diferencias histórico políticas, reflejan una dinámica semejante de deshumanización y anulación del objeto de su odio; de violencia política ejercida como sistema, desde grupos de extrema derecha, liberales en lo económico; de acción directa sobre el cuerpo del otro, violencia que siempre apuntó a la conservación de privilegios y la protección de las grandes concentraciones económicas.
Una de las diferencias está en que la CNU y los militares operaron bajo el ala del Estado, y la actual extrema derecha (aún) no. Esa diferencia se lee en que a estos últimos se los investigó y juzgó. Fue gracias a la presión intensa de actores del mundo político-judicial, y a las movilizaciones en reclamo de justicia. Sin esto, o bien ni se hubiera juzgado, o se hubiesen contentado con unas leves sanciones a los ejecutores más visibles.
En este momento se está juzgando el accionar de un grupo análogo al de Mar del Plata: aquellos que intentaron eliminar a la vicepresidenta (líder y referente política de millones de personas de este país). El Poder Judicial, en tándem con el mediático y el económico, apuestan todo a la tesis del loquito suelto, marginal, apoyado simplemente por una o dos personas. Prefieren no profundizar las investigaciones, que no se encuentre la estructura económica que sostiene esas militancias, a los gestores y sostenes ideológicos implicados en el estáblishment político, la zona más astuta de la pirámide, que tiene a los ejecutores como base. De ahí han salido inversiones y protección para sostener este entramado. Si quienes manipulan y ocultan (o lo intentan, si no media la movilización y la acción política) ganasen las elecciones y lograsen sacarse de encima este fardo con dos o tres condenas menores, serían el gobierno sosteniendo la acción arbitraria, interesada y violenta de los ejecutores, a través de los mecanismos del aparato de la justicia. Una manera actualizada del Terrorismo de Estado. Estado, poder judicial, medios, policía e inteligencia trabajando en favor de estructuras criminales que operan con los mismos objetivos que el gobierno (privilegios y concentración), en mutua protección. Por lo que podríamos estar hablando de una forma nueva y sesgada de Terrorismo de Estado. Un Terrorismo de Estado Judicial.
Ahí radica la enorme importancia de continuar la investigación y procesamiento de Pampillón, así como que se investigue el atentado contra CFK en todo su volumen, y se vaya con decisión contra el paquete de inmundicias que salieron a la luz acerca de la connivencia de políticos, medios, jueces y fiscales: para evitar las nuevas formas del Terrorismo de Estado.
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