En el barrio Sakura de Almirante Brown se homenajeó a un vecino desaparecido en 1977, destacando su compromiso comunitario. La jornada reafirmó la importancia de preservar la memoria colectiva frente al olvido.
Roberto Castillo llevaba una vida sencilla, marcada por su compromiso con la comunidad. Su hijo, Martín Castillo, recuerda cómo su padre organizaba encuentros con los vecinos para mejorar las condiciones del barrio: “Era común que los vecinos se reunieran para arreglar calles, veredas o instalar una lamparita en las esquinas. Todo era campo, todo era oscuridad”. Estas acciones, aunque modestas, representaban una resistencia silenciosa frente a la represión de aquellos tiempos.
Esta acción no es sólo un reconocimiento, sino también un recordatorio de cómo la solidaridad barrial se convirtió en una forma de enfrentar el miedo y la injusticia.
El 12 de enero de 1977 marcó un antes y un después para la familia Castillo. Martín reconstruye aquella noche imborrable: “Llegaron los militares, golpearon la puerta y nos apuntaron con armas. Mi viejo estaba sentado en una silla mientras revisaban todo: libros, banderas, armas que no existían. Mi papá solo era un obrero, un pollero, alguien que se juntaba con los vecinos para mejorar el barrio”.
El hecho se agravó con un segundo allanamiento. Martín relata: “Lo esposaron, le pusieron una camperita roja, lo encapucharon y se lo llevaron. Nos dijeron que en 24 horas volvería, pero nunca más lo vimos”. Estas palabras reflejan el dolor compartido por miles de familias que sufrieron la violencia del terrorismo de Estado.
Este homenaje trasciende a Roberto Castillo y simboliza la resistencia de las generaciones que siguieron luchando por sus ideales. Martín lo resume con fuerza: “Nacimos en su lucha, viven en la nuestra”. La actividad cobra mayor relevancia en un contexto donde los discursos de odio intentan erosionar los valores democráticos construidos con esfuerzo durante 41 años de democracia ininterrumpida.
La jornada contó con la presencia de Daniel Santucho Navajas, el nieto 133 restituido por las Abuelas de Plaza de Mayo. Daniel llamó a los presentes a seguir trabajando por las políticas de derechos humanos y afirmó con convicción: “No van a poder con nosotros”.
La esquina Roberto Castillo no es solo un espacio físico, es un símbolo de resistencia y esperanza. Es una acción que recuerda los sueños de quienes lucharon por una patria más justa, libre y soberana. Cada paso por esa esquina reafirma que el olvido no es una opción.
Autoridades locales de Almirante Brown y Lomas de Zamora participaron del homenaje, sumándose a las voces que gritan: «Roberto Castillo, presente. Ahora y siempre».
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