Un poema orgánico

Por: Gloria Gervitz

Como lo definió su autora, Gloria Gervitz. Migraciones Poema 1976-2020, una obra única de la mexicana que ganó el premio de poesía Pablo Neruda. Aquí, un fragmento.

En las migraciones de los claveles rojos donde revientan cantos de aves picudas

y se pudren las manzanas antes del desastre

ahí donde las mujeres se palpan los senos y se tocan el sexo

en el sudor de los polvos de arroz y de la hora del té

flujo de enredaderas a través de lo que siempre es lo mismo

ciudades atravesadas por el pensamiento

miércoles de ceniza

la vieja nana nos mira desde un haz de luz / respiran estanques de sombras

llueven morados casi rojos

el calor abre sus fauces

la luna se hunde en la calle y una voz de negra

de negra triste canta y crece

incienso de gladiolos

y tus dedos como moluscos tibios se pierden adentro de mí

estamos en la fragilidad de la corteza del otoño

en el parque rectangular

en la canícula

cuando los colores claros son los más conmovedores

después de Shajarit olvidadas plegarias ásperas

nacen vientos levemente aclarados por la oración

bosques de pirules

y mi abuela tocaba siempre la misma sonata

una niña toma una nieve en Chapultepec

la hiedra se enreda en la niebla se fractura la luz

y la ropa está tendida al sol

impenetrable la sonata de la abuela

tú dijiste que era el verano oh música

y la invasión de las albas

y la invasión de los verdes abajo gritos de niños que juegan

vendedores de nueces

respiración de rosas amarillas y mi abuela me dijo a la salida del cine

sueña que es hermoso el sueño de la vida muchacha

bajo el sauce inmerso en el verano sólo la impaciencia se demora dóciles nubes descienden hacia el silencio

el día se disipa en el aire caliente

estalla el verde dentro del verde bajo el grifo de la bañera abro las piernas

el chorro del agua cae

el agua me penetra

se abren las palabras del Zohar quedan las preguntas de siempre

y yo me hundo más y más

en el vértigo de Kol Nidrei

antes de comenzar el gran ayuno

en los vapores azules de las sinagogas después y antes de Rosh Hashaná

en lo blanco de la lluvia

mi abuela reza el rosario

y al fondo precipitándose

el eco del Shofar abre el año

en la vertiente de las ausencias al noreste desembocan las palabras la saliva

los insomnios

y más hacia el este

me masturbo pensando en ti

los chillidos de las gaviotas el amanecer

la espuma en el azoro del ala

el color y el tiempo de las buganvilias son para ti

el polen quedó en mis dedos

tu olor de violetas ácidas y afiebradas por el polvo

las palabras que no son más que una oración larga

una forma de locura después de la locura

las jaulas donde se encierran los perfumes

las alegrías interminables

la voluptuosidad de nacer una vez y otra

éxtasis inmóvil

muévete

muévete más

no tengas miedo

y las fotografías despintándose por la fermentación del silencio

los corredores abiertos

la fiebre enrojeciéndose en otros cielos

las terrazas lustradas oscureciéndose con las acacias

y en la cocina los platos recién lavados

fruta y almíbares

en la crecida de los ríos

en la noche de los sauces

en los lavaderos del sueño

en ese vaho de entrañas femeninas desprendiéndose inconfundible y anchuroso

te dejo mi muerte íntegra intacta toda mi muerte para ti

¿a quién se habla antes de morir? ¿dónde estás? ¿en qué parte de mí puedo inventarte?

y los milagros apilándose en la iglesia de Santa Clara

y el atrio llenándose de lágrimas flores de tinta en un hebreo luido

saliéndose de los rollos de la Toráh

resbalándose despacio

van perdiéndose los días

los va prensando la migraña

no me encuentro

ni siquiera tengo cirios para velar mi muerte

ni siquiera sé las palabras del Kadish no tengo brújula

¿dónde se rompen los latidos?

¿con qué se desprende este último pedazo de sueño?

y la casa amarrada a un árbol amarrada al viento

las hojas y su sombra de ópalo

espiral de ecos

reverberación

somos lo que pensamos

pensamiento atrás del pensamiento

regresan las grullas

abren con sus alas el silencio

instantáneas flores blancas en un cielo vacío

en las ciudades al mediodía

más y más al sur

cuando el calor rodea la respiración de las montañas

siempre hacia el sur

prefiero seguir aferrada a lo que invento

y no entender lo que sí existe

mejor soñar que estoy muerta

y no morirme de los tantos sueños que me inventan

me vuelvo a dormir y ya no sueño y la luz atropellándose en el filo del día

y el grito de los árboles ensordeciéndose

y la tarde sólo dice lo mismo

no abre esa pausa entre lo real

único espacio habitable

geometría momentánea

insomnio lento y cerrado

el alba desaguándose

un sol de abejas rompiéndose

y llueve mientras mi abuela reza el rosario

y llueve mientras dicen Kadish por mí y cada día estoy más lejos y no sé qué hacer

no puedo salirme de mí

y sólo en mí conozco y siento a los demás

invención que comienza cada mañana monótono aprendizaje de despertar y volver a ser yo

¿y si despierto para siempre?

se disuelve la mañana lapsos de silencio caliente espacios afilados

estructuras instantáneas

rectángulos

puedo ver fragmentos casi los aromas cada nivel tiene su propia irrigación sanguínea

mi nana está conmigo mientras guardo mis cosas para irme palomas alrededor del cuarto aleteos

abro la ventana

pequeñísimas fisuras duelen atrofian

inflaman la tarde

no siento lo que soy

soy lo que fui

y lo que estoy queriendo ser

en el vuelo de las ercilias de centro abierto a la penetración en el contorno apenas

las amigas se acarician

porque siempre es la primera vez porque hemos nacido muchas veces

y siempre regresamos

y las flores abriéndose

y los altos altísimos pájaros deteniéndose en su vuelo

rasgándose entre las nubes

y las llovidas nubes llenándose de alas

en la amplitud del sueño

despierto y casi es noche

entro a un cine

está nevando en Nueva York

entro a otro cine

el presente es sólo una circunstancia

desciendo

son casi las ocho de la mañana y es enero

transcurrimos dentro de nosotros

estoy viviendo superposiciones de instantes en una perspectiva plana

me extiendo sobre tardes que no existen más que para mí

afuera de las ventanas queda el tiempo de hoy

este día no lo conozco

estoy agarrada de mis otros días

estoy agarrada de mí

estoy aferrándome a mí

y aún así aún así todo se acaba

hasta lo de para siempre se acaba

hasta las costumbres de siempre acaban acabándose

pequeños momentos saturados que se distienden

se alcanzan en la disolución

mientras siga encerrada en este cuarto

mientras siga lloviendo

mientras todavía pueda sentir que siento

mientras todavía me obligue a seguir sintiendo

y el miedo me obligue a salir del miedo y yo me obligue a salirme de mí

pero por qué creer esto si al otro lado del mar

florean todo el año geranios

y los grandes baúles pesados de aromas resinosos y cálidos

derraman en habitaciones desconocidas

y los ungüentos y los jabones de avena y de leche de cabra

los polvos de trigo la pasta de dientes con sabor a chicle

y aquellos enjuagues para desenredar el cabello en días largos persianas requemadas del sol verde de Cuernavaca

una niña se mira el sexo en el ardor del mediodía

espeso de insectos y lagartijas

no estoy segura si dormir es estar despierta

las manos me estorban no sé dónde ponerlas

lenta la lluvia casi se detiene

todo se detiene me aprieta pero llueve

se abren ventanas

abajo médanos

y más abajo parten los navíos como una exhalación

hacia las muchachas de los frescos del palacio de Cnossos

muchachas de agua y cal

y la piel se desata

y atrás un sol de polvo

y más adentro pájaros

y nunca llegamos más que a nosotros mismos

pero todo el año allá en la memoria florecen los geranios

y las persianas verdes también están allí en esa memoria

latidos que se fijan en un daguerrotipo

¿dónde laten? ¿en qué parte?

algo se desliza va hacia una cesación

estoy lejos de las mañanas

lejos de los hombres y de las mujeres

lejos de los hábitos y las costumbres

me dejo caer

la atmósfera se cierra

irrecuperable el amarillo

la caída tenue

pérdida del color

rompimiento

obstinación del blanco

y se inscriben las primeras palabras de la Toráh

en la expiación del blanco

en la angustia del blanco

en la neutralidad del blanco

estoy aferrada a la vida

ráfagas de sol a ráfagas la lluvia ramificaciones casi azul

el cabello deshecho y ese olor

ese olor que sube desde la infancia

queda una línea de amarillo

aletea reaparece

ahora ondula larga

de muy lejos casi parece un principio de girasol

ahora se disloca apenas percibiéndose del blanco

otra vez perfora la substancia de la nada

otra vez comienzan los sueños aferrados a la línea casi todavía amarilla

no voy a ninguna parte aquí está todo aquí está allá

siento una identificación profunda con el polvo

paisaje hueco amplio inconstante agudo

no puedo atravesar el aire

comienzo a vivir de brisa

quisiera rezar y no sé rezar

ni siquiera sé qué es lo que quiero decir

todo está anegándose

no hay bordes

hay apaciguamiento

hay lo que no entiendo

y es que yo no inventé a esa muchacha

ella forzó su existencia dentro de mí oscurísimas rosas germinándose en la memoria

las mujeres trenzándose los cabellos perfumándose las axilas

el olor del sexo madurándose

y en las juderías altas y bajas escondidas en las mañanas de Segovia

los romances de las niñas judías y los caballeros cristianos todavía acechan desde los puentes

y los relatos de la Hagadá creciéndose mientras espero desvelada en los corredores de los aeropuertos

en los paisajes de neuronas casi en el umbral del oráculo de Delfos

sólo hay una primera y única respuesta

no hay explicación inmediata

apenas la incisión

y mi madre y algunas amigas juegan bridge y fuman un cigarrillo tras otro

y el perfume de las señoras mezclado al blanco

se oscurece a través de las ventanas casi olvidados los pirules pálido el viento

vaho de mimbre en el porche deslavado

la casa se deshace

eternidad de los jardines de arena

perseverancia del aire (…)

apenas tendré fuerza para despertar en la brevedad de la muerte

la luz golpea el aire

estamos donde los colores se abren son días largos y apretados como la migraña

y todo se repite

los árboles desamarrándose

la noche deshaciéndose

¿y después?

lo único verdadero es el reflejo del sueño que trato de fracturar  y que ni siquiera me atrevo a soñar

continuo plagio de mí misma

y el lugar del encuentro es sólo tiempo

todo no es sino tiempo

allá donde unas cuantas buganvilias en un vaso de agua

bastan para hacernos un jardín

porque morimos solos y la muerte es apenas el despertar

del sueño primero de vivir

y dijo mi abuela a la salida del cine sueña que es hermoso el sueño de la vida muchacha

se oxida la lumbre de las veladoras

y yo ¿dónde estoy?

soy la que fui siempre

lo inesperado de estar siendo

llego al lugar del principio donde comienza el comienzo

éste es el tiempo

es el tiempo de despertar

la abuela enciende las velas sabáticas desde su muerte y me mira

se extiende el sábado hasta nunca hasta después hasta antes mi abuela que murió de sueños

mece interminablemente el sueño que la inventa

que yo invento una niña loca me mira desde adentro

estoy intacta  

y el calor derritiéndose en las barras de chocolate

y los chiles gueros sudándose y los serranos

y los chiles poblanos

y las acelgas y las verdolagas

y los hongos marchitándose

y el huitlacoche y los gusanos de maguey

y los chapulines y los escamoles marchitándose

y los aguacates y las jícamas y el cilantro y el perejil y la yerbabuena y las lechugas orejonas y los quintoniles

y el pápalo y los tomatillos y el epazote marchitándose

y las cebollas buscándose el corazón

y las lágrimas y el calor enrojeciéndose

y el rojo marchitándose dentro del rojo

y las marchantas del pinole durmiéndose sentadas

y sus escuincles colgándose de sus pechos colgados y bacinicas y aguamaniles de peltre

y jarras de barro para mantener el agua fresca

y desde Campeche vienen a vender sandalias

y cinturones de culebra

y de lagarto agujas de plata para bordar

y sirenas

y crucifijos tallados en cuerno de buey

y bajo la sombra de un ziricote está la peluquería

y amarrándosele al tronco del ziricote un pedazo de espejo

y los clientes mirándose

y la mirada mirándose complacida

y la belleza real o imaginada mirándose arrobada

y aquí y allá los que ayudan con las bolsas del mandado

y los viejos levantándose temprano por si llega la muerte

(…)

La autora

Gloria Gervitz nació en 1943 en México, 1943. Poeta y traductora. Estudió Historia del arte en la Universidad Iberoamericana de México. Tradujo a Kenneth Rexroth, Samuel Beckett, Susan Howe, Clarice Lispector, Anna Akhmatova y Rita Dove. En Migraciones reúne el trabajo de 43 años, que se tradujo a 18 idiomas y en 2019 recibió el Premio Iberoamericano de Poesía Pablo Neruda.

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