Se trata de "Luna Park. El estadio del pueblo, el ring del poder" de Guido Carelli Lynch y Juan Manuel Bordón.
Explica, además, de qué modo el famoso estadio de box llegó a estar en manos de la Sociedad Salesiana de San Juan Bosco y Cáritas Argentina. Presenta, a Ernestina Devecchi, la encargada de la administración y programación del predio, quien queda a cargo del mismo a la muerte de su esposo, José Antonio Pepe Lectoure, quien fue uno de sus fundadores y tío de Juan Carlos Tito Lectoure. Aunque su figura no es demasiado conocida porque siempre prefirió mantener un perfil bajo, fue la responsable del Luna Park hasta febrero de 2013, fecha en que se produce su muerte.
El espacio no solo fue, desde su fundación, escenario de peleas de box, sino también el espacio de encuentro de Perón y Evita, de grandes actos políticos, del casamiento de Maradona con Claudia Villafañe y de la despedida de Sui Generis entre otros acontecimientos que tuvieron gran trascendencia pública.
Guido Carelli Lynch, uno de sus autores, le dijo a Télam: «Nos encontramos con una trama familiar y con la historia de la propiedad del estadio siempre vinculada a la política: con el peronismo para conseguir los papeles definitivos, con la (Revolución) Libertadora, que amenaza con intervenirlo, hasta que se lo termina quedando la Iglesia. Agrega, además, que Perón adoptó al Luna Park como propio y eso coincide con que, en la emergencia del peronismo, Pepe Lectoure, que era el socio fundador y marido de Ernestina (Devecchi), queda un poco retirado porque queda ciego y se muere en el año 50».
Por su parte, Juan Manuel Bordón, indica que Ismael Pace (que fue responsable de la administración del predio desde su fundación) es el que establece el vínculo con el peronismo. Dicen que era muy amigo de Juan Duarte, tenía siempre el prendedor peronista. Además para el gobierno peronista la idea de un argentino campeón mundial o figura destacada del deporte era algo realmente importante.
Respecto de la situación actual del predio, los autores aclaran: La administración continuó como en los últimos años de Ernestina. Después de idas y vueltas, la Iglesia logró comprar el 5 por ciento restante y se quedó con el estadio, trajo de nuevo a los que venían administrándolo. Hoy casi no hay producción. Cuando empezamos la investigación, en 2014, había un interventor. Cuando murió Ernestina, se supo que quedaba a cargo de la Iglesia, pero lo que no sabíamos era que había tres testamentos. En este momento lo dirige Hernán Barrionuevo, que es un administrador profesional sin historia previa con el Luna. Hoy el Luna Park cuenta con 105 empleados.
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