Otra vez pasó lo que tenía que pasar: nada. Las amenazas de la oposición se disolvieron en el aire caliente del mediodía caraqueño. En el Palacio Federal Legislativo, Nicolás Maduro prestó juramento sobre el primer ejemplar de la Constitución de 1999, firmado por Hugo Chávez.
Enseguida uno de sus principales laderos, el presidente de la Asamblea Nacional, Jorge Rodríguez, le impuso la nueva banda presidencial, confeccionada en colectivo en Caracas. Afuera del salón, en los jardines del palacio, representantes de distintos sectores sociales de base seguían en pantallas gigantes la ceremonia, ellos también ataviados con bandas presidenciales, que el chavismo repartió por miles en los últimos días.
“Nos ponemos la banda con orgullo, porque él se juramenta y con él nos juramentamos nosotros”, decía a Tiempo Argentino Zulimar Pedroza, integrante de la Comuna Apacuana de Caracas. Zulimar marchó junto a sus compañeros también el jueves previo a la juramentación, en una demostración de fuerza del chavismo que atravesó con miles el valle de Caracas, justo en las zonas donde María Corina Machado había llamado a sus seguidores a concentrarse.
Hubo varios puntos donde manifestantes de uno y otro lado se encontraron, sin que se registraran hechos violentos. Un clima de tranquilidad que contrastaba con la narrativa de medios fuera de Venezuela, que machacaban una situación de “máxima tensión”. La oposición logró convocar solo a algunos cientos en el este de la ciudad, previo al incidente donde Machado aseguró haber sido “secuestrada” por fuerzas de seguridad.
La novedad fue difundida por el equipo de campaña de la opositora y replicada rápidamente por agencias internacionales que, aunque tenían cronistas en el lugar, no vieron nada directamente. El globo mediático apenas empezaba a crecer cuando se difundió un video donde la misma Machado decía que estaba bien. Desde la marcha del chavismo, el número dos del Partido Socialista Unido de Venezuela y ministro del Interior, Diosdado Cabello, denunció una “fake news” para ocultar el fracaso de la convocatoria opositora. “Si la decisión era detenerla, ya lo hubiéramos hecho”, concluyó.
Ya durante el viernes, Machado difundió un video donde aseguró que fue secuestrada y luego liberada, en una versión que no cuadra con la línea de tiempo conocida del incidente. Aún así, atribuyó su supuesta liberación a una interna del gobierno e insistió en una creciente debilidad del “régimen”. Una narrativa que no es nueva, y en la que abrevan también fuera de Venezuela y que no tiene nada que ver con lo que se sucedió tanto el jueves como el viernes en Caracas.
Por el contrario, luego de la ceremonia en la Asamblea Nacional, Maduro ya en ejercicio formal de su tercer mandato se dirigió al Fuerte Tiuna, el principal asentamiento militar en la capital. Allí encabezó junto a los presidentes de Cuba, Miguel Díaz-Canel y Nicaragua, Daniel Ortega, una parada militar donde tanto la Fuerza Armada Nacional Bolivariana como las fuerzas de seguridad nacionales reafirmaron lealtad y reconocimiento.
Desde el palco, Maduro definió la parada como “un acto de consolidación de la gran victoria constitucional del día de hoy, 10 de enero”. No fue un evento formal más, por el contrario, habla de la centralidad que tiene en el esquema de gobierno de Maduro la alianza con la fuerzas armadas y los cuerpos de seguridad. El presidente lo define como una “fusión militar-popular-policial”.
La caravana presidencial encaró luego hacia el Palacio de Miraflores, donde ya estaba – dicho en términos venezolanos- “encendida la rumba” en otro acto masivo, donde el presidente ensayó unos pasos de baile, besó a pedido del público a su esposa y compañera política, Cilia Flores, y presentó una nueva canción (el chavismo tiene muchas, todas pegadizas) que grafica el momento: “A Dios juré que a mi gallo (por Maduro) yo lo defenderé (…) y a cada pataruco (por Edmundo González) le llega su 10”.
Para esa hora, casi al atardecer, ya se había difundido un video de González, quien en una puesta en escena pseudo presidencial insistía en reclamar fidelidad a las Fuerzas Armadas. Un final devaluado para un personaje que había prometido que se juramentaría de alguna manera. Otra promesa incumplida de esa oposición a su gente, y van muchas.
Mientras la fiesta seguía en la calle, dentro del palacio, Maduro recibía a las delegaciones internacionales. Se destacaron dos, la de la Federación Rusa, con el presidente de la Duma, Viacheslav Volodin, y de China, con el vicepresidente del Comité Permanente de la Asamblea Popular, Wang Dongming. También pasó por el despacho uno Haitham al-Ghais, secretario general de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP).
Se trata de reuniones que ponen en duda el pregonado aislamiento internacional de Maduro. Cuando promedie este tercer mandato, el presidente venezolano superará al líder bolivariano Hugo Chávez en permanencia en el gobierno. Un dato que por si solo habla de un liderazgo y una hegemonía hacia dentro y fuera del chavismo que explica este 10 de enero y las movidas que siguen. «
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