Editorial.
Los trabajadores de Tiempo Argentino y otros compañeros del Grupo 23 vivíamos literalmente de la caridad. Amigos, colegas, vecinos, organizaciones sociales y políticas, pymes y artistas aportaron al fondo de huelga que permitió llevar algo a casa mientras resistíamos el desalojo y el olvido en la redacción. Esas expresiones de cariño y solidaridad nos indicaron el camino hacia la Plaza.
El 24, Tiempo tenía que estar en la calle. Como siempre, acompañando a Madres, Abuelas, Hijos y Nietos en el ejercicio de la Memoria, la búsqueda de la Verdad y el reclamo de Justicia. Teníamos que contar, como lo hicimos desde el primer día, el estado de situación de los juicios a los genocidas, las causas pendientes contra la complicidad civil, las perspectivas de los Derechos Humanos en un país que comenzaba a ser gobernado por un presidente que nunca había mostrado particular apego a esas políticas.
Sabíamos lo que queríamos contar, pero ¿cómo lo publicábamos? ¿De dónde sacaríamos la plata para pagar el papel y la impresión? Volvimos a pasar la gorra. O como se dice ahora: hicimos crowdfunding entre organizaciones y particulares que compraron en la preventa. La cooperativa Gráfica Patricios financió la mano de obra y el papel. Escribimos, diseñamos e imprimimos 30 mil ejemplares de un suplemento de ocho páginas.
Eran 30 mil. Y todos fueron a la Plaza de Mayo.
Lo que ocurrió ese día no estaba en los sueños de nadie. Multitudes de lectores, literalmente, nos sacaban los ejemplares de las manos. Valía 20 pesos, pero pagaban más. Se llevaban de a dos, de a diez. «Vamos, Tiempo. No aflojen. Vuelvan a salir», nos decían. Nos devolvieron el alma al cuerpo.
Con lo que recaudamos ese 24 de Marzo financiamos el primer número de Tiempo Argentino autogestivo, que salió justo un mes después, el 24 de abril. Cinco días antes, el 19, se creó la cooperativa que lo publica. Decidimos que esa sea la fecha oficial de nuestro aniversario. Porque el 24 de Marzo es un día para ejercitar la memoria, sí, pero la colectiva. Porque ese día los argentinos recordamos el inicio de la oscuridad, pero también homenajeamos a quienes alumbraron el camino con su lucha.
Uno de aquellos héroes fue Emilio Mignone, fundador del CELS. En Tiempo estamos orgullosos de presentar en este número un suplemento especial elaborado junto con el CELS, que revela las políticas de ajuste en los Espacios de la Memoria, las dudas sobre el Plan Nacional de DD HH y las cartas de Mignone que forman parte de un archivo indispensable.
Gracias, lectores, por hacer posible esta edición. Como todas.
Nos vemos en la Plaza. «
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