Una exposición que conmemora 40 años de Democracia con 40 perfiles íntimos de las mujeres que contribuyeron a hacerla posible, realizados por el fotógrafo Leo Vaca. Organizada por la Secretaría del Derechos Humanos, puede visitarse desde este jueves hasta el 16 de octubre.
Madres y Abuelas hicieron de la Plaza de Mayo su trinchera de lucha. La lente de la cámara de Vaca, reportero gráfico de larga trayectoria, las muestra en sus casas, en la cocina y en el living, en la habitación vacía, en el espacio donde las luchadoras incansables recobran la primera persona del singular.
“La muestra, le explica Vaca a “Tiempo Argentino” es el resultado de una invitación de la Secretaría de Derechos Humanos a hacer una muestra fotográfica para acompañar el 24 de marzo de 2021.”
Y agrega: “Eran momentos de pandemia y me propusieron hacer una serie de Madres y Abuelas. Hice nueve retratos en pocos días. Eso derivó en una extensión a nivel nacional, en un trabajo federal de homenaje a esas mujeres en la intimidad de sus hogares. No se trataba de fotografiar a las Madres y Abuelas con mayúscula, sino a las madres y abuelas con minúscula, retratadas en su intimidad. Son fotos de las Madres y Abuelas luchadoras, con una historia tremenda que llevan en sus almas, pero mi trabajo como documentalista fue retratarlas en sus nidos, por decirlo de alguna manera.”
Además, la Secretaría de Derechos Humanos publicó un libro en el que aparecen las fotos de madres y abuelas y que también será exhibido en la muestra que tendrá lugar en el Centro Cultural de la Memoria Haroldo Conti.
“Además de darme la oportunidad de hacerles un retrato tradicional –continúa Vaca- me muestran su cocina, su living, no por el solo hecho de mostrar esos lugares, sino porque estuvimos charlando en esos espacios de sus casas. Allí se ven sus memorias, sus tesoros, la foto del hijo desaparecido, una remera…Todo esto surgió de una intimidad, de un respeto que se fue generando en el poco tiempo que estuve entrevistándolas y, luego, retratándolas. Son cuarenta casos que hice durante dos años, pero las fotos son más porque, en algunas oportunidades, hay más de una por persona.
“Tengo algunos ensayos previos –cuenta el fotógrafo-, pero nada que tenga la importancia histórica y simbólica que tiene las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo, sobre todo si se toma en cuenta que son personas a las que no es fácil fotografiar en la intimidad, porque se cuidan mucho y algunas están muy grandes. Por lo que ellas significan en la historia argentina reciente, lo que me tocó hacer es un verdadero premio para mí. No creo que en los que me quede de vida y en mi carrera como fotógrafo logre igualar este trabajo de tan alto prestigio, no por mis fotos, sino por lo que significan las Madres y Abuelas. En este sentido, soy un elegido y me siento muy afortunado.”
Vaca nació en La Plata en 1973 y comenzó su carrera como fotógrafo en los años 90. Trabajó en diversos medios gráficos: “El día”, “La Prens”, “La Nación”, ”Clarín”, “Infojus Noticias”, “Anfibia”, “Crisis”, “Gatopardo y Coolt”. En el 99 y el 200 fue editor fotográfico de la revista “Latido”; donde ganó el premio Pléyade a la edición fotográfica en revistas nacionales. Participó de muestras colectivas e independientes y recibió diversos galardones. Actualmente trabaja en Télam. Pese a su vasta experiencia, captar con su lente a las Madres y Abuelas en la intimidad de sus hogares le planteó un nuevo desafío.
“En este ejercicio técnico fotográfico –cuenta-, mi decisión estética fue trabajar con luz ambiente, de una manera natural y hacer unas fotografías en las que se muestran a unas señoras en un contexto de vida cotidiana. Si bien sus historias son tremendas, duras, en las fotos vemos a una mujer sirviendo café. Es algo de mucha vida, de mucha alegría. Quise acompañarlas en un canto a la vida desde un lugar de luz, de respeto y admiración.”
“Mi pedido – continúa contando- fue estar solo con ellas. Alguna vez hubo alguien más, una hija o alguien de Derechos Humanos. Tuve una charla previa con cada una de las madres y abuelas, a veces de una, dos y hasta tres horas. En esa conversación me contaban su historia, su caso, como si tuvieran la necesidad de dejar su testimonio como legado. Estaban muy agradecidas y contentas de que la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación las convocara para semejante proyecto, sobre todo las del interior del país que tienen, quizá, menor visibilidad.”
“Yo tuve un gesto extra que fue grabar las charlas en un grabador digital y tengo esos testimonios. En la muestra se van a escuchar algunas frases, pero como un pequeño gesto, no como una instalación sonora. Hay un popurrí de cosas maravillosas, pero lo más importante es escuchar el timbre de voz, la calidez, esos elementos que te ponen en otra dimensión. Va a ser una escucha con auriculares de 4 o 5 minutos.”
“Esas charlas –añade- eran de intimidad y de confianza, porque de por medio estaba el aval de la Secretaría de Derechos Humanos y repercutían en el momento de hacer las fotos. El entrenamiento de reportero gráfico te prepara para hacer fotos en cualquier lugar. A veces mostraban algún elemento o, luego del retrato, que era como una foto carnet, aparecía el entorno, los objetos, lo que me quisieran mostrar. Así me fui encontrando con diferentes cosas y situaciones: una habitación intacta, con el placar con la ropa y los banderines, como la había dejado la persona desaparecida; muebles con biblioratos catalogados con toda la documentación de pedidos de habeas corpus, publicaciones…Lo más rápido de hacer fueron las fotos. El resto fue preparar el ambiente, el clima para poder hacerlas. A veces iba a un lugar lejano y volvía en el día. Llegaba en avión por la mañana, estaba con ellas desde el mediodía y al terminar ya me volvía a Buenos Aires.”
Me gustaría destacar el abrazo y el amor que estas mujeres me han brindado. Ese amor fue también para mí “un abrazo infinito” y estaba en cada cafecito, en cada budín que me ofrecieron, en el tiempo que me dispensaron, en las sonrisas, en el bulbo de una planta del que me dieron para que lo pusiera en una maceta. Todo eso fue algo que no sé si decir “soñado”. Para mí fue un orgullo, un honor, el haber sido responsable de semejante registro. De las cuarenta mujeres que fotografié han muerto seis. Eso habla de la urgencia de este proyecto. A estas mujeres siempre se las vio luchando en la calle con sus pañuelos, levantando pancartas con el nombre de sus seres queridos. Se las vio reprimidas y en miles de actos y situaciones públicas. En esta muestra se ve algo diferente. Yo tuve una posibilidad de conocerlas de otro modo, de sentir el perfume del mantel de sus mesas.”
“Un abrazo infinito”, la muestra fotográfica de Leo Vaca, puede visitarse en el Centro Cultural de la Memoria Haroldo Conti, en la ex ESMA, Avda, del Libertador 8151, CABA, de martes a jueves de 13 a 19 y sábados y domingos de 13 a 21, con entrada libre y gratuita sin reserva previa.
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Qué maravillosa obra de amor y de la verdadera historia de los Argentinos