Oriana tiene 41 años, Victoria 40. Ambas supieron de adultas que eran adoptadas y emprendieron hace años el camino para encontrar algún familiar biológico. Se encontraron gracias a una noche de desvelo en Facebook y se dieron cuenta que habían vivido toda la juventud a 15 cuadras de distancia, entre Villa del Parque y Devoto.
Victoria (40) fue la primera que inició la búsqueda, hace 16 años. A los 24 la madre le revela que es “hija del corazón”. En ese momento necesitó hacerle tres preguntas: si era hija de desaparecidos, si era producto de una violación, y una tercera que fue un chiste. Porque el humor es algo trascendental y necesario en su vida. Más aún si se deben atravesar años de búsquedas. Y luego descubrió que el mismo humor lo tiene su hermana. “Siempre tuve miedo a la soledad, a no tener hijos, de chiquita lloraba por eso. Cuando pierdo un embarazo se agudiza. Cuando mi mamá me dice eso a los 24 años no necesité en ese momento hacerle más preguntas. Mi infancia fue espectacular, para mis padres no hay reproches. Pecaron de desconocimiento en ese momento, como muchos otros. Y quienes no sabemos y buscamos tenemos muy pocas herramientas, entonces podés seguir buscando pero tomándotelo con que si no pasa no pasa y muchos años de terapia; o desistir y decir: es otra historia y no será en esta vida la búsqueda, y ahí entonces tenés que trabajar el tema de no hacer la búsqueda”, cuenta Victoria a Tiempo.
Ella decidió emprenderla, acompañada incluso por su madre. Especialmente a partir del nacimiento de su hijo Felipe en 2009: “Ahí me explotó la cabeza, fue replantear cosas, no tener experiencias para compartir de cuando yo estuve en la panza”. En la Comisión Nacional por el Derecho a la Identidad (Conadi) dio negativo. Y no se compara con otros negativos. Lo único que encontraron fue la partida de nacimiento, ella desde San Martín de los Andes (donde reside hasta la actualidad), su madre adoptiva desde la Ciudad de Buenos Aires. Sólo figuraba el nombre de una partera: Rosa Petito. No es casual. Ese nombre y el lugar donde estaba firmada (a pocos metros del Castex, en calle Pueyrredón, en un departamento hecho consultorio) se repite en otras partidas y hechos similares. “Es una partera que actuó en la Dictadura. Hay montón de información y causas en la que estuvo, pero en nuestro caso no podemos aseverar que somos robadas ni vendidas ni nada por el estilo, no se sabe cómo actuaba la partera, que ya falleció, y por desconocimiento en ese momento no hay datos de cómo llegamos a nuestras familias”.
Desvelo
Victoria empezó a meterse en grupos de búsquedas, a contar su historia. Pero no había ninguna punta para seguir. Ninguna novedad. En un momento se cansó de buscar. “Llega un momento donde tenés que descansar, para después volver a buscar”, le sugirió Juan Carr. Estaba en eso cuando hace dos meses y media, en una típica noche de desvelo en pandemia, se pone a chequear que los datos que le habían pedido de un grupo de buscadores para hacer una campaña por la Ley de Identidad estuviesen bien subidos, descubre que en el posteo que le correspondía había hacia el final de los comentarios había un link: mamatebusca. Ingresa. Cuando ve la tercera historia subida a esa web se choca con una foto. Era ella, pero no era. “Si yo no publiqué en esta página”, se dijo. Lee debajo de la foto y era otra historia, similar a la suya. Se vio idéntica. Lo despierta a su marido, Gerardo. Le muestra la pantalla. “¿Qué hacés publicando a esta hora?”. A la mañana siguiente hace lo mismo con su hijo, Felipe. “Mami, qué lindo te queda ese traje”, le responde. Suficiente. Las dos personas que más la conocen la confundieron. Algo había para sospechar.
“Le mando mensaje a Oriana. Le cuento que me sentí identificada, le dejé mi teléfono, me llama contándome su historia, dónde había vivido. Durante años habíamos vivido muy cerca, una en Devoto, la otra en Villa del Parque. Nuestros colegios estaban a 15 cuadras de distancia, íbamos al mismo lugar a bailar, la calle Cuenca la habíamos recorrido ambas de punta a punta”, relata Victoria, maestra jardinera en la ciudad cordillerana.
Faltaba corroborar la intuición. Oriana le cuenta de Family Tree en Estados Unidos, donde ella ya había dejado sus datos genéticos. Para Victoria era complicado, el valor en dólares, el contexto actual. Una amiga se lo regala. En las tres semanas de tiempo que tardaban los resultados en llegar solo hablaron tres veces. “Con mucha cautela, muchas ansiedades juntas. Solo una vez se habían encontrado hermanas en ese sistema”. El 26 de noviembre llegó el resultado por correo: Full Sister. Hermanas totales significa que ambas comparten padre y madre. Lo cual hace más extraño aún el caso. “Eso es lo sorprendente y muy raro, se caen algunas historias, se reactivan otras, no tenemos nada certero, porque no nos llevamos mucho entre las dos, yo soy de agosto de 1980, y ella de enero de 1979, eso nos había hecho dudar al principio”. Ni bien se entera Victoria le pidió tiempo para caer. Tenían toda la vida para hablar. Después de llorar, hablaron. Lo primero que le dice Oriana es: “Bienvenida a mi vida, es el mejor día de mi vida después de haber parido a mis dos hijos”.
Similares
Oriana, doctora de Oncología del hospital Durand, tiene dos hijos. Siempre que quedaba embarazada le surgían dudas sobre su identidad. Pero cuando perdió un bebé la necesidad se hizo urgencia: “Mi papá se enteró que yo dudaba; se enfermó y en seis meses murió de cáncer y mi mamá comenzó con demencia. Una tía me confirmó que no era biológica”, relató en sus redes. Era agosto de 2018. Ahí comenzó la búsqueda tan incesante como incansable, tratando siempre de no chocar contra la ilusión premeditada.
En el Conadi salió negativa, igual que le había ocurrido a Victoria. Y le comentaron del Family Tree: “No dudé, me lo hice inmediatamente considerando que es una puerta que siempre está abierta más allá de toda búsqueda. No tenía grandes matches. Seguí publicando en Facebook en diferentes grupos y me contactó quien hoy es mi hermana, porque se vio parecida… tenemos las mismas historias de vida; vivimos las dos en los mismos lugares e íbamos a colegios cercanos en el mismo barrio, sin saberlo siempre estuvimos cerca”.
“Las dos compartimos muchas cosas e historias similares. Nuestros papás fallecidos. Nuestras madres mayores con problemas de la edad. Oriana me contó que su papá murió un 5 de agosto, día de mi cumpleaños. ‘Hasta eso me cambiaste, porque no tengo que llorar más el 5 de agosto, ahora tengo el cumple de mi hermana para festejar ese día’”, revela Victoria. Incluso buscando ayer el mail de su hermana para mandarle una foto descubre que ya se habían escrito en 2018 cuando Oriana había visto en las redes que compartían la misma partera en las partidas de nacimiento: “Vi tu historia y compartimos lo mismo”. Pero sus vidas siguieron con sus caminos paralelos. Hasta esta primavera.
“Ambas tuvimos hermosas familias y sufrimos mismas pérdidas, por lo cual todo esto era una parte de nuestras vidas. Es indescriptible a los 41 años de ser hija única enterarse que una es hermana cuando hace 2 años la vida era totalmente diferente. Ambas desconocemos nuestros orígenes pero sabemos que estamos unidas en esto y que esta relación seguramente va a ir creciendo de a poco”, continúa Oriana. Y se refiere al largo camino de la búsqueda: “Realmente no pensé que sería protagonista. Siempre miré todo desde afuera y me emocioné y alegré con cada encuentro. Pasé de resultados de primos cuartos y quintos a encontrar a una hermana”.
Hoy viven momentos de festejo y calmar ansiedades a través de Zoom, con hijos contentos de tener nuevos primos, y ellas flamantes sobrinos. Esperando a que pueda concretarse el viaje que las una en persona. Viendo cómo es eso de ser hermana para dos mujeres que siempre fueron hijas únicas. “Nuestro objetivo es ayudar con nuestra historia a las otras tantas personas que siguen buscando y a las organizaciones que nos ayudan y acompañan, tomando como ejemplo lo conseguido por Abuelas en su lucha. Lo conseguido por Abuelas consideramos que puede ser la base para que desde allí se construya una estructura para nuestras búsquedas no relacionadas directamente con la dictadura. En este momento no tenemos dicha estructura ni un Banco de Datos Genéticos que nos brinde la posibilidad de comparación de ADN fuera de ese período”, resalta Oriana a este diario.
“Buscamos que nuestra experiencia pueda ayudar a otras, incluso en la contención a quienes les da negativo, porque es muy dura la búsqueda, gente que dedicó toda su vida a ella. Cómo buscador sabés que por ahí no encontrás algo en toda tu vida, agotás las posibilidades, es desgastante y solitario. Y te enfrentás a tu base”, afirma Victoria, y concluye: “Mis viejos fueron lo más de lo más, me dieron todo lo que pudieron, pero hay gente que te dice: ‘Si te dieron tanto ¿Por qué buscas?’. No es contra ellos, es acumular más amor. Le pregunté a Ori por qué está buscando, y su respuesta fue la misma que yo: busco por si alguien me está buscando, que no pierda la oportunidad de encontrarme”.
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