El actor debuta como conductor en la nueva temporada de Experimentores, el ciclo de Pakapaka que busca estimular el interés por la ciencia en los más chicos. El impacto de la pandemia en su profesión y el presente imperfecto de las producciones audiovisuales de ficción.
“Yo lo miraba con mi hija más grande. Nos encantaba”, cuenta Fonzi sobre la primera temporada que tenía a Nazareno Casero como conductor. “Mi mujer siempre me dijo ‘ese es un programa para vos’. Y el destino hizo el resto. La propuesta de hacer Experimentores me llegó por Silvina Acosta, que es compañera mía en Sagai. Con su marido Marcos Gorban estaban con la idea de hacer esta segunda parte y se les ocurrió que yo podía ser un buen conductor. Y acá estamos, con el ciclo hecho. Para mí, sumarme a este proyecto fue algo muy positivo”, puntualiza.
Como todo actor, Fonzi está acostumbrado a hablar desde un personaje. Pero para esta aventura debía encontrar un tono distinto, más asociado a lo pedagógico, pero con una agilidad capaz de eludir la trampa de la solemnidad. “Uno siempre es un personaje distinto en la vida: en casa es de una manera, en el laburo es de otra y en el súper, de otra. Quería ver desde qué lugar podía hacer la conducción y llegar a los chicas y chicos que pueden estar viendo el programa. Fue un desafío. Hay que aprender a cambiar de plano, trabajar a tres cámaras o en ocasiones a cuatro. Porque también usamos una GoPro. Fue como un gran juego y un reto profesional al mismo tiempo”, destaca.
–¿Que sea un proyecto educativo te resultó un factor interesante?
–Me pareció importante. Lo relativo a la ciencia es algo que siempre me interesó. Siempre fui muy curioso. Me iba mal en todas las materias, menos en Física, Química y Biología. Cuando estaba en el colegio quería ser veterinario y biólogo. Me acuerdo cuando llegó el primer servicio de cable: miraba todo el día documentales por Discovery Channel. Pero después apareció la actuación, aunque ese interés por la naturaleza y la ciencia lo mantuve. Este programa me dio la oportunidad de reencontrarme con eso. Me propuse como conductor explicar bien, tratar de entenderlo lo máximo posible, para que lo que diga salga de la manera más articulada y clara posible.
–Más allá que estuviera todo guionado.
–Sí, porque íbamos cambiando la manera de explicar a partir de la experiencia y de cómo sentíamos que podrían ser las reacciones. Estuvo bueno. Creo que se va a ver natural.
–¿Te sentiste cómodo como conductor?
–Dejame decírtelo una vez que vea un par de programas. Fue una muy buena experiencia. Estoy muy contento con la sensación que tuve durante el rodaje. Cuando uno se va con la impresión de que salió bien, por lo general eso se traduce en el producto final. Lo que viviste se traslada a lo que se ve. Pero no sé. Soy muy crítico conmigo mismo. Me cuesta mucho todo. Entonces, todavía no sé qué onda.
–¿Es importante que una señal del Estado tenga programas como este?
-A mí me pasó que vi nacer todo el sistema de medios con canales de excelente calidad como Encuentro y Pakapaka con mi hija, que hoy tiene 10 años. Nos sirvió mucho para guiarla. Consumió los contenidos y recuerdo que con sus amigas se peleaban para ver quién era Zamba. Eso es fuerte. Nos dimos cuenta de que había un canal para chicos que no era un griterío constante o algo que parecía prefabricado. Se trataba de un proyecto de calidad, que tenía otro ritmo, otra intención. Lo que aprendieron de historia los chicos no hubiese sido posible sin ese contenido que los interpelaba, los educaba y los entretenía, sin tratar de venderles nada en el proceso.
–¿Este programa intenta retomar ese espíritu?
–Sin dudas. Se ve claramente que es un programa que se detiene en detalles, se toma el tiempo para explicar el funcionamiento de tal o cual fenómeno de la naturaleza, es un tipo de producto que otras pantallas no te lo dan. Todo tiene que ser más vertiginoso si hablamos de señales para chicos. En cambio, acá podemos mostrar con otra tranquilidad, la de no tener que pensar en los auspiciantes o en algo más marketinero. Por la pandemia, hubo un crecimiento exponencial en el uso de pantallas y es importante que los chicos encuentren variantes. Es un lujo hacer un contenido educativo y divertido a la vez. Es la función que debe tener un sistema de medios públicos.
–Como actor, ¿te preocupa la falta de ficción en la tele y las pocas películas que se filman?
–Hubo muchos factores que se sumaron para que se diera esta tormenta perfecta: primero, la crisis brutal de la que veníamos, con una economía golpeada y un endeudamiento que es de terror porque funciona como un lastre que te dificulta todo. Y encima vino la pandemia a sellar esa situación complicada. Pero hay algo más.
–¿Qué?
–Además de los factores que señalé, creo que a su vez estamos frente a un cambio de paradigma también en la producción y consumo de producciones audiovisuales, por las plataformas y las nuevas tecnologías. No existe más eso de «apurarte que a las 21 tenemos que sentarnos a ver la ficción de todos los días». Estar adelante de la tele esperando lo que van a pasar no corre más. Hoy en día ves lo que querés a la hora que se te antoja y la cantidad de capítulos que se te ocurran. La tira diaria es difícil que vuelva a ser lo que era. Es un formato que era muy fuerte, pero tiene los días contados, creo. Las series o las miniseries permiten un mejor producto, pero bueno, tiene otros tiempos.
–Hay que ver qué rumbo toma todo, pero mientras, ¿qué se hace?
–Tratar de volver a la normalidad o adaptarse a una nueva normalidad. En lo audiovisual será antes, porque se puede programar todo mejor. Pero en el teatro dependemos de poner la mayor cantidad posible de gente, así que estaremos más condicionados. Actuar es una gimnasia, siempre lo digo, veremos qué se puede hacer para no perder la capacidad del todo.
–Estos son tiempos complejos. ¿Cómo ves la realidad de acá a unos meses?
–El Covid marca todo. Creo que está por encima de todo lo demás. Pero tiendo a creer que es una situación de paréntesis, algo temporal. Intento pensarlo así. Al principio, cuando vimos que esto afectaba a la humanidad entera, me dio esperanza u optimismo de que algo tan significativo sea la oportunidad para un cambio radical de algunas formas de ver la vida. A todos nos pasó que nos cambió algo adentro. Pero esperaba que todo fuera más inmediato y que la humanidad entendiera que vivimos todos en esta roca que vuela en el espacio y que nos tenemos que manejar de otra manera.
–Pero no pasó.
–No pasó. Esta situación, de hecho, exacerbó un montón de miserias y de egoísmos. Me cuesta ser optimista, pero no dejo de serlo. Creo que es un ejercicio fundamental tratar de ponerse en el lugar del otro, en la medida de lo posible, entender los contextos de la otra persona. Nada es tan personal, los modos del otro tienen que ver con lo que le pasa y no es algo en contra de uno. Ese es un ejercicio que puede bajar un poco la espuma. No todo es tan importante, ni definitorio. Si en el tráfico uno te encerró y te invade la sensación de vivir con ganas de odiarlo para siempre, hay que bajarse de eso. Quizás no fue lo que pasó, quizá no se dio cuenta, hay que contextualizar un poco las cosas según circunstancias que a veces uno desconoce. Me saca la necedad y me pongo mal con alguna que otra cosa. Pero después pienso si sirve para algo.
–¿Esas situaciones pueden servir de inspiración o como herramientas artística?
–Es posible. Aprendí mucho mirando a mí alrededor. Siempre fui muy observador y pasa demasiado como para no prestar atención. Como artista argentino, siento que acá somos capaces de dar vuelta la pálida para llevarla a un lugar con luz. Tenemos una aptitud especial para agarrar las tragedias y transformarlas en arte. Creo que de todo esto que nos pasa van salir creaciones potentes. Que los creadores nos van a dar una perspectiva dentro de unos años que ahora no vemos. Hay que pasar la tormenta. «
{{ recu inicio }}Experimentores II
Conducción: Tomás Fonzi. Hoy a las 17 capítulo especial. De lunes a viernes a las 12, 15:30 y 20. Por Pakapaka.{{ recu fin }}
La grabación de la segunda parte de Experimentores fue realizada entre fines de febrero y principio de marzo. En esta temporada se ligarán los experimentos a contenidos de los Núcleos de Aprendizajes Prioritarios (conocidos como NAP) y todo el rodaje se realizó en Mendoza, con la curaduría y la colaboración de científicos/as y docentes locales. “La sede de la UTN que está en Cuyo fue la sede central. Se hizo todo allá. Estuvimos 20 días con un cronograma intenso de grabación. Metimos todo en tiempo record y estuvo muy bueno. Viajar y trabajar es la mejor combinación”, cuenta Fonzi. “Estuve dedicado a full con esto, la cabeza puesta en todo lo que teníamos que explicar, muy concentrado en cada detalle. Estuvo buenísimo”, señala.
Esta segunda temporada será muy distinta a la conducida por Nazareno Casero. Fonzi revela que incluirá nuevos temas, nuevas formas de tratarlos y una mirada federal más elocuente.
Una reflexión sobre la soledad y del amor
Cuando en marzo del año pasado en nuestro país comenzaron a tomarse medidas para preservar la salud pública, Fonzi estaba a punto de estrenar Gorda junto a Alberto Ajaka y Sofía Gala Castiglione, la misma obra que en su momento había hecho Gabriel “el Puma” Goiti con un éxito considerable. La iban a hacer en el teatro Metropolitan y las expectativas eran grandes. “Pero tuvimos que posponer. No está del todo cerrada esa puerta, pero hay que esperar”, reflexiona Fonzi.
Este año pasó algo similar. Fonzi iba a ser parte del elenco de La fiesta de los chicos, la obra que iba estrenar a finales de abril en el Astral, dirigido por Ricky Pashkus (uno de sus maestros), pero otra vez se aceleró la pandemia. “Pienso que esta obra la vamos a hacer a penas estén dadas las condiciones. Está todo listo. Estamos agazapados para cuando la gente pueda volver al teatro”, reflexiona. El actor destaca que “La Fiesta de los chicos” es una obra de múltiples atractivos. Se trata de la historia de un grupo de homosexuales que quieren divertirse y, en plena fiesta, hacen visibles algunos de los males de la humanidad. “Ricky busca resignificar esta obra que fue escrita en los ’70, darle una mirada de mayor apertura, más contemporánea. Es una obra que reflexiona sobre la soledad y el amor. Va a dar que hablar”, adelanta Fonzi.
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