Saber que no lo vamos a tener más entre nosotres genera un agujero del tamaño de un mundo. Lo primero que pensé, egoísta, es cómo va a ser el próximo Mundial sin esa presencia en la tribuna, cantando el himno con el alma y el corazón. Fue la persona en pantalón cortito y botines que abrió la posibilidad de demostrar lo bello que es el fútbol. En su juego, Diego hacía cosas impensadas, cuando lo mirabas contenías la respiración en el momento previo a que recibiera la pelota. Para las jugadoras de fútbol más grandes, como lo fui yo, fue siempre nuestra referencia futbolística. No conocíamos a muchas mujeres que jugaran al fútbol. Diego lo fue todo. Ahora, para las más chiquitas, están Messi y Tevez, pero también referencias mujeres, como Estefania Banini y Florencia Bonsegundo. En nuestra época, eso no existía y Diego era la gran referencia. Todas queríamos jugar como Diego. Y después está su dimensión política: desde su rebeldía, desde no quedarse callado y decir lo que le saliera sin importarle las formas, hermanaba. Es un puente a nuestro feminismo villero y a nuestra forma de cómo interpretar el mundo frente a las injusticias.
Desde el feminismo popular, atamos a Diego con nosotras. No se justifica la violencia machista por amar a Maradona. Porque no hay que establecer personalismos sino pensar en un sistema: el patriarcado, donde la mayoría de nosotres crecimos y nos educamos. Contextualizando, la violencia de género que Diego expresó en cantidad de oportunidades es la misma que han ejecutado miles de varones en Argentina y en el mundo, y muchas mujeres que también forman parte de ese machismo y lo sostienen. Perder la dimensión de Maradona y anularlo por la violencia de género como representante de nuestra cultura resulta imposible. El feminismo no es un movimiento romántico en el que todas nos llevamos bien, sino que también tiene tensiones. Cuando pensamos en un fútbol femenista pensamos en un fútbol con conciencia de clase, política y de género. De clase, porque no es lo mismo jugar en Villa Fiorito que en un lugar en el que tenés todo; política, porque intentamos transformar nuestras vidas con el fútbol como camino de libertad; y de género, porque no puede haber nada más importante para una futbolista que otra futbolista. Nosotras creemos que si hubiera tenido tiempo, Diego hubiera levantado nuestras banderas. Lo siento y me da un dolor profundo. Pero siento que va a ser nuestro santo. Nuestro santo de los barrios.