En una celebración que tuvo mucho de presente, pasado y futuro, Massacre Palestina cerró el festival en el que también participaron íconos del skateboarding como Tony Trujillo, Milton Martínez y Sean Malto.
El Artemedia muestra una convocatoria ejemplar. La crema y nata del skate nacional pulula por el complejo. Glorias de la vieja escuela, estrellas rutilantes del presente como el marplatense Milton Martínez y pibitos que todavía no han sufrido 15 primaveras en el planeta Tierra. También dice presente un equipo de riders llegados desde Gringolandia para mostrar sus dotes. En la rampa coronada por un Obelisco vuelan por los aires sin miedo a romperse los huesos.
“Quién iba a decirlo, la nuestra era una auténtica cultura underground, bien marginal. Si hace 30 años me decían que iba a haber un festival así de grande, me cagaba de la risa”, confiesa Carlitos, docto miembro de la old school llegado desde zona sur con sus hijos. El muchacho de canas aclara que pertenece a una generación marcada a fuego por el espíritu autogestivo, resumido en el lema punk “hacelo vos mismo”: “Por el skate aprendí inglés, para leer revistas de afuera como la Thrasher; me enseñó a usar herramientas para armar las pistas, me curtí como fotógrafo, y conocí buena gente”. Después recuerda algunas caídas antológicas que sufrió de pibe. En el hospital, se agranda, tenía una historia clínica del tamaño de la Enciclopedia Británica.
La grilla de bandas es monumental. Doce horas ininterrumpidas que llegan hasta la madrugada del lunes. Recuerda a los eternos festipunks de los años duros del menemato. Piba encendió el fuego en el mediodía dominical. Siguieron Serpiente, Hiram Walker Band, Papas Ni Pidamos, Fuck Dolls, Hueso, Nulo y los punks gaiteros de Raise My Kilt. Se puso hardcore la velada con los Minoría Activa, que desempolvaron el himno sempiterno de los Diferentes Actitudes Juveniles (DAJ) dedicado al Buenos Aires HardCore (BAHC).
Surf del cemento, tribu contracultural o negocio multimillonario, el skate, nacido en California en los ’60, tiene un universo propio en la Argentina, con figuras legendarias, rampas emblemáticas y enfrentamientos con la ley, ahora, pasados de moda. “Esa es la historia, hermano. Tuvimos patinadas, pero no fueron caídas, mirá toda la gente que vino”, se despido Carlitos y luego se pierde en el mar de pibes y pibas que bailan ska al ritmo de los Sombrero Club. Al toque, los pesados Against nos dan una trompada en la jeta con su sinfonía de la destrucción thrashera. Pegaditos, los Da Skate desatan un pogo intenso, digno de “Jijiji”. ¡Ojo con el punki grandote de cresta y casaca curtida de Black Flag! Si nos choca podemos terminar en terapia intensiva.
Pasadas las 21 es el momento de batallar. Una docena de skaters se juegan la vida en el Death Match. Es una pelea cuerpo a cuerpo en la rampa. El que termina de pie se queda con un generoso premio de unos miles de pesos devaluados. Espectáculo de aires medievales, sobre rueditas.
Antes de que den las 12, la noche se pone más industrial con los Blood Parade. Todavía nos queda el podio para cerrar la fiesta a lo grande. Con el punk narcótico de Loquero llegan los fantasmas de la FORA, la anarquía y la poesía al festival. Un infierno encantador. Pasada la medianoche es el turno de Arde La Sangre, el cuarteto heavy que es el nuevo proyecto de dos viejos conocidos del metal pesado argentino: Marcelo “Corbata” Corvalán y “Tery” Langer, ex Carajo. Dejan el escenario en llamas para los Massacre Palestina.
Pasada la una y media del lunes, mientras afuera se derrumba el capitalismo, la banda de Wallas arranca con una versión, obvio, psicodélica de “All Tomorrow Parties” de la Velvet Underground. Padre fundador del skate nacional, Wallas agita a los chicos que zamarrean las tablas en el pogo. Van a sonar clásicos de clásicos inoxidables. Muchos de su EP seminal, el que en su tapa rezaba Buenos Aires Sub Atomic Skate Sounds. Será un viaje en una patineta cósmica. Hasta el fin de la noche y más allá.
Todo crimen contra la humanidad tiene características de burocracia, sobre todo si es negocio.
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