La primer ministra británica supero la moción de censura en el Parlamento por apenas 19 votos. La salida de Gran Bretaña de la Unión Europea continúa en la incertidumbre.
Por 325 votos en contra y 306 a favor, los diputados rechazaron la moción presentada la víspera por el líder de la oposición, el laborista Jeremy Corbyn, en un intento por precipitar la convocatoria de elecciones legislativas.
El martes, May había sufrido el peor revés parlamentario infligido a un gobierno británico en la historia reciente del país: 432 diputados -entre ellos 118 de su propio Partido Conservador- votaron contra su acuerdo de Brexit, que solo logró 202 apoyos.
Sin embargo, un día después tanto los rebeldes conservadores como el pequeño partido unionista norirlandés DUP, de cuyos 10 diputados depende la estrecha mayoría parlamentaria de los Tories, dejaron claro que no quieren poner el gobierno, y la negociación del Brexit, en manos de los laboristas.
Reforzada, al menos de momento, por la evidencia de que sus propios diputados rebeldes la quieren en la ardua tarea de sacar al país de la UE, May volverá el lunes al parlamento con un plan B.
Antes, afirmó, abrirá un diálogo con los líderes de la oposición. «Me gustaría invitar a los líderes de los grupos parlamentarios a reunirse conmigo individualmente, y me gustaría empezar estas reuniones esta noche», dijo tras ganar la moción de censura.
«Voy a escuchar los puntos de vista de la cámara, a entender los puntos de vista de los parlamentarios para identificar qué podría tener el apoyo de la cámara y cumplir con el referéndum» que en 2016 decidió el Brexit, había dicho antes de que comenzara el debate.
Andrea Leadsome, representante del gobierno ante el parlamento, defendió en la BBC que «el acuerdo de la primera ministra es bueno». «Tenemos que encontrar el modo de que ese acuerdo, o parte de él, o un acuerdo alternativo, eso es negociable, pueda presentarse a la UE para poder llevar a cabo el Brexit el 29 de marzo», agregó.
Pero si May sigue insistiendo en defender su acuerdo, es posible que proeuropeos y euroescépticos se atrincheren también en sus respectivas posiciones.
«Westminster está en caos», lanzó el diputado nacionalista escocés Ian Blackford. «El plan B será el plan A pero servido con otra salsa», dijo, instando a May a pedir a Bruselas que retrase la fecha del Brexit y a consultar a los británicos en un segundo referéndum.
En una carta publicada el miércoles, más de 70 diputados laboristas defendieron también la organización de esta segunda consulta popular, rechazada hasta la saciedad por la jefa del gobierno pero que Corbyn debería respaldar si no logra provocar elecciones legislativas anticipadas.
«La pelota está ahora en el campo de Westminster. Este problema comenzó en Westminster con el referéndum del Brexit, nosotros encontramos una solución, ellos han rechazado esa solución», lanzó en Dublín el primer ministro de Irlanda, Leo Varadkar.
«Ahora tienen que encontrar algo que puedan conseguir aprobar por el Parlamento, pero también tiene que ser algo que la Unión Europea e Irlanda puedan aceptar», agregó, precisando que, ante el rechazo del acuerdo, su país, el único que tiene frontera terrestre con Reino Unido, intensificó los preparativos para la eventualidad de un Brexit sin acuerdo.
Cada vez más preocupada también por esta posibilidad, de catastróficas consecuencias económicas, la principal patronal británica, la Confederación de la Industria Británica (CBI), urgió a encontrar un nuevo plan «inmediatamente».
Pero en opinión de Anand Menon, profesor de Política Europea en el King’s College London, May «que es obstinada, volverá al Parlamento (con una versión de su acuerdo) y lo intentará de nuevo».
Sin embargo, «creo que la magnitud de esta derrota hará que la UE se plantee si merece la pena hacer concesiones, dado el número de diputados a los que tiene que convencer la primera ministra», agrega.
La canciller alemana Angela Merkel subrayó que todavía hay «tiempo para negociar» y el presidente francés Emmanuel Macron reconoció que «tal vez se pueden mejorar uno o dos puntos» del texto.
Pero solo el presidente de la Unión Europea, Donald Tusk, osó sugerir que Londres puede simplemente dar marcha atrás.
«Si un acuerdo es imposible, y nadie quiere un Brexit sin acuerdo, ¿quién tendrá finalmente el valor de decir cuál es la única solución positiva?», tuiteó.
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