La actriz llega a Mar del Plata de la mano de la comedia Fuera de línea. En diálogo con Tiempo, reflexiona sobre su reencuentro con la actuación, los motivos que la impulsaron a escribir el libro El arte de no callar y las transformaciones que lograron los feminismos en la sociedad argentina.
Como parte de su compromiso escribió el libro El arte de no callar. Autobiografía entre el silencio y la impunidad, en el que cuenta la historia de su vida y da testimonio con la hidalguía que la caracteriza de los hechos que desembocaron en su denuncia por violación contra Juan Darthés, presentada ante la Justicia de Nicaragua el 4 de diciembre de 2018. La acusación se hizo pública una semana después en una conferencia de prensa, en la que Fardin reveló –acompañada por el colectivo Actrices Argentinas– que había sido abusada por el actor a los 16 años durante una gira por el país centroamericano, cuando compartían elenco en la obra Patito feo.
Fardin continúa con su lucha, pero no desatiende el ejercicio de su profesión. Luego de hacer Nahuelito en el Método Kairós –ver recuadro–, este jueves será parte del estreno en Mar del Plata de Fuera de línea, la comedia de Agustín Aguirre que retrata la convivencia circunstancial de cinco personas en un colectivo, oportunidad en la cual exhibirán diversas muletas sociales para esconder un mismo sentimiento: la soledad. Las funciones de la obra se realizarán los jueves, viernes, sábados y domingos en el Teatro El Provincial.
–¿Qué te atrajo para participar de Fuera de línea?
–Me gustó mucho el guión y que se tratara de una comedia, que es un género que hice en televisión, pero nunca en teatro. Ese desafío me interesó mucho y también el hecho de hacer la obra en Mar del Plata. Al mismo tiempo, fue muy importante la gente involucrada: primero Vicky Raposo, compañera en Nahuelito y acá asistente de dirección, ella me trajo la propuesta; pero también el director y guionista Agustín Aguirre. Tomo como un reto salir al escenario en un plan de comedia desde el primer momento. Y me siento muy respaldada por todos mis compañeros: Seba Fernández y Graciela Stefani, por ejemplo, la tienen muy clara en el género. También es muy lindo compartir obra con Lili Popovich porque ella fue mi maestra cuando me formaba en el estudio de Julio Chávez.
–Se trata de una comedia, pero también reflexiona sobre las dificultades en la comunicación entre las personas.
–Sí, es una comedia que invita a la reflexión y a la identificación. Los personajes son muy distintos entre sí, todos tienen un perfil exacerbado que los distingue y utilizan para ocultar su soledad. Mi personaje está muy encerrada en las redes sociales y el celular. Algo que en principio puede ayudar a los vínculos, pero por el uso obsesivo genera todo lo contrario. Los cinco personajes tienen enormes dificultades para vincularse con los demás. Lo interesante de que la historia transcurra en un colectivo es que permite reunir a personas muy diferentes.
–¿Llevar la obra a Mar del Plata le da un atractivo extra?
–Para mí sí. Es una oportunidad para que nos vea y ver a gente del todo el país. Mar del Plata tiene esa mística. Este año con las presentaciones del libro El arte de no callar tuve la suerte de recorrer muchas provincias de nuestro país y es muy bueno. Yo soy de Bariloche, pero a veces la burbuja de la ciudad de Buenos Aires puede ser peligrosa. Es muy saludable viajar y conocer gente de otros lugares para entender mejor de qué se trata la Argentina.
–¿Cómo surgió la idea de escribir el libro y cómo fue el proceso de escritura?
–Escribo desde muy chica. El mundo de los libros para mí siempre fue un refugio. Por supuesto no me imaginé que mi primer libro iba a ser este, de esta manera y en este tiempo. Cuando surgió la propuesta de Planeta me pareció que había mucho para decir y de una enorme complejidad. La forma de tratar el tema era politizarlo para desfarandulizarlo. Para politizar la situación yo me politicé mucho en cuanto a lo que me estaba enfrentando y exponiendo, y el libro fue el espacio ideal para plasmarlo. Fue un lindo proceso en cuanto a la investigación.
–Con respecto al impacto que provocó la denuncia pública, ¿coincidís en que se convirtió en un hecho que marcó un antes y un después?
–Sí, se me pone la piel de gallina. Por supuesto que el video es victimizante, lo sé. Pero también sabía que la manera de dar el golpe era politizarlo. En la Argentina de cada mil abusos se estima que se denuncian cien y de esos cien solamente uno llega a sentencia. Tenemos un sistema que, si no lo sacudís, no responde. Todos sabemos que el sistema tiende a neutralizar a los agentes de cambio. Cuando farandulizan las denuncias de esta índole, algunos abrazan la idea de que la persona saca ventaja cuando no hay ningún tipo de beneficio. Es una locura: gastás dinero, energía, tus vínculos se van a ver expuestos a situaciones horribles, tu psiquis, tu alma… Igual lo ponés en la balanza y callarse siempre es más pesado. Tuve la posibilidad de no salir desde un lugar tan visceral, sino que pude darme mi tiempo y tomar impulso. Además, vi lo que estaba sucediendo con el caso Anita Co y Calu (Rivero), que estaban siendo llevadas a la Justicia.
–En el libro decís: «Se nos pide que demos esta lucha sin errores, con paz y templanza», como si los procesos revolucionarios que irrumpen en la sociedad debieran ser ordenados, prolijos. ¿Pensás que esta exigencia expresa una resistencia frente al avance de la lucha feminista?
–Por supuesto, hay que ser doblemente inteligentes y entender cuál es la manera de dar este mensaje para que lo escuchen. Ser estrategas porque lamentablemente por un lado está la manera de resistir y por el otro se nos pide que seamos «señoritas», que demos las luchas tranquilas, cosas que no se juzgan si el que está expresando esa idea es un hombre. Hay que lograr que el mensaje llegue y confío mucho en las nuevas generaciones que le dieron vuelta a un montón de cosas. Si bien el feminismo ha dado avances y retrocesos en la historia, esta vez le tengo mucha más fe.
–¿Creés que deberíamos cuestionar fuertemente al sistema capitalista como parte intrínseca del problema? ¿Los hombres también viven condicionados por un sistema machista?
–Los hombres también son víctimas del machismo. Está claro que también son víctimas, y debemos preguntarnos dónde ubicamos a ese grupo de hombres que sí tiene la intención de apoyar la lucha. Pero también sabemos que mueren mujeres y que los hombres tienen privilegios. Para mí es muy interesante lo que dice Judith Butler: ella plantea que hay que romper el «pacto machista». Nosotras no podemos romper ese pacto machista porque no estamos en ese pacto y la única manera es que un macho rompa el pacto de macho diciendo «me corro de acá».
–¿Creés que algo está comenzando a cambiar por el lado de la Justicia?
–Creo que hay avances. De lo que se trata es de cambiar un sistema y el peligro que estamos corriendo es que se entregue la cabeza de uno solo, como si fuese el lobo solitario y que no se muestre que es producto de un sistema que sigue funcionando así. La «Ley Micaela» (Ley 27.499 de Capacitación Obligatoria de Género para todas las personas que integran los tres poderes del Estado) obliga a que todos los jueces y funcionarios tengan perspectiva de género. Pero se sancionó recién el año pasado. Por eso digo que los avances son de a poco y hay que estar todo el tiempo señalándolo.
–Mientras se espera la respuesta de la Justicia, ¿te ayuda y alivia de cierta manera que gran parte de nuestra sociedad haya repudiado a tu agresor?
–No imaginé esta reacción. Realmente el foco para mí no estaba puesto en lo que pasara con él, en qué lugar quedaría parado. Lo que a mí me preocupaba era qué iba a pasar conmigo, me preocupaba el lugar en el que quedaban paradas Anita Co y Calu, que eran representativas de muchos casos. Me parece que logramos que la vergüenza cruce de vereda.
–Él no puede salir a la calle.
–Y yo me tomo el subte y me abrazan. Yo salgo a la calle y él no está en la Argentina.
–En el último tiempo la causa que tramita en Nicaragua tuvo mucho movimiento, también se habló de la posibilidad de poder litigar en Brasil, lugar donde reside el acusado actualmente. ¿Esto último es viable?
–Lo veo viable si es esa la necesidad del caso, pero de todas maneras hay algo injusto en tener que perseguir por el mundo a la persona para obtener acceso a la justicia. Lo más positivo de todo es cómo el mensaje se está expandiendo por América Latina. Soy una privilegiada porque la gente colabora con esta causa. Mucho más dramático sería si no tuviera esta exposición que permite que la gente se sume desde un lugar de colaboración. Además, tengo la ayuda permanente de Actrices Argentinas.
–Pasó un año de la denuncia. ¿Cómo te sentís en este momento con la lucha y tu vida?
–Nunca imaginé todo el impacto social que tuvo la causa. Creo que es muy bueno para nuestra sociedad, aunque falta avanzar en muchos aspectos. Yo seguiré luchando. Profundamente. Y desde lo personal estoy feliz porque me pude reconectar con mi profesión de actriz. Algo en lo que trabajo hace 20 años. Luchar y trabajar en lo mío es mi forma de seguir sanando. «
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