La "guerra contra la subversión", la "teoría de los dos demonios", la desconfianza inicial de los organismos y los dos prólogos del Nunca Más fueron el reflejo de un momento fundacional.
Sin embargo, la potencia de la denuncia de la CONADEP no escapó a las tensiones y discusiones que arrastraba la transición democrática, con más continuidades que rupturas con el pasado dictatorial: todavía ocupaban lugares de poder los responsables de las masivas violaciones a los Derechos Humanos, los militares eran una amenaza latente y una parte amplia de la sociedad justificaba la represión.
“Lo que hoy podemos llamar la explicación sobre lo que había sucedido durante la dictadura estaba absolutamente en discusión. Para el momento del Nunca Más, todavía la gran convicción social era que lo que había pasado era que las Fuerzas Armadas habían enfrentado una guerra contra la ‘subversión’ y por lo tanto habían hecho algo que era necesario”, explicó en diálogo con Tiempo la doctora en Historia Marina Franco.
“En vez de haber un relato claro de que lo que había sucedido eran violaciones masivas a los Derechos Humanos y terrorismo a Estado, más bien empezaba a emerger una visión alternativa en la cual la lucha antisubversiva empezaba a ser vista como un exceso represivo. Es decir, que sobre el consenso de que la lucha antisubversiva era necesaria, recién empezaba a cambiar esa lectura”, añadió.
En ese contexto, la iniciativa del gobierno de crear una comisión de notables para investigar las desapariciones no fue bien recibida por todos los organismos de Derechos Humanos, que venían de luchar en soledad durante años y reclamaban la formación de una comisión bicameral en el Congreso.
Luego de ese inicio con dudas, los organismos fueron convocados por la Comisión y la mayoría decidió sumarse, dar su apoyo y aportar las denuncias y testimonios recopilados hasta el momento.
“Nuestra oposición finalmente se convirtió en colaboración y le dimos todo el material que habíamos reunido en la Comisión técnica de recopilación de datos. Por eso la CONADEP no empezó desde la nada, ese listado de posibles represores y los testimonios le daba un impulso mayor a todo esto”, recordó Graciela Lois, de Familiares de Desaparecidos y Detenidos por Razones Políticas.
Con ese apoyo clave, la CONADEP comenzó a avanzar con la toma de testimonios y las inspecciones, junto a sobrevivientes, en los lugares que habían funcionado Centros Clandestinos de Detención. Esto fue creando un clima tenso con las Fuerzas Armadas y los sectores que las apoyaban, como la organización Familiares y Amigos de Muertos por la Subversión (Famus) que reclamaba que se formara una comisión que también investigara los delitos cometidos por el “terrorismo”.
El gobierno, mientras tanto, intentaba un equilibrio complicado. Como prólogo del programa televisivo Nunca Más, emitido el 4 de julio de 1984, el ministro del Interior Antonio Troccoli advertía que los testimonios de víctimas de la dictadura eran sólo una de las caras de la violencia. La otra cara “se inició cuando recaló en las playas argentinas la irrupción de la subversión y el terrorismo alimentado desde lejanas fronteras”, sostuvo y señaló que el Estado adoptó luego “metodologías del mismo signo, tan aberrantes como las que acababa de impugnar”.
Esa propuesta sobre el origen de la violencia se trasladó también al prólogo del Nunca Más, aunque con diferencias. El texto de Ernesto Sabato, sin embargo, hace una distinción entre los “demonios” y le da una importancia mayor a la violencia estatal: “(…) a los delitos de los terroristas, las Fuerzas Armadas respondieron con un terrorismo infinitamente peor que el combatido”.
En ese sentido, Eduardo Tavani, quien hoy es uno de los presidentes de la APDH y en ese momento militaba en la Asociación de Abogados de Buenos Aires, analizó: «Inicialmente, el radicalismo apuntó a la responsabilidad causal de la guerrilla en el golpe de marzo del año 1976, algo que ni siquiera el prólogo de la Comisión Sabato se animó a sugerir, que más bien reforzó la idea del principio de proporcionalidad o mejor dicho, de desproporcionalidad, entre una acción y su reacción”. “Hoy sin duda es otra la lectura que se hace de lo sucedido a partir del creciente influjo del movimiento de Derechos Humanos, que hizo un aporte fundamental a su reconfiguración”, agregó.
Los cuestionamientos al prólogo del Nunca más por su postura sobre “los dos demonios” no aparecieron inmediatamente después de su publicación sino algunos años después, con el avance de la democracia y las nuevas políticas de memoria.
“Es muy distinto verlo desde ahora. En ese momento eran puertas que se abrían, la probabilidad de que la gente nos escuchara y que viera que lo que decíamos no era mentira”, sostuvo Lois. Si bien destaca que no estaban de acuerdo con la postura sobre las violencias enfrentadas, les preocupaba mucho más que la gente entendiera que había que juzgar esos crímenes. “Lo vivimos como un triunfo, con mucho optimismo, porque veníamos de una soledad absoluta, de hablar y hablar y que no te entendieran”, remarcó.
Para Franco, es clave entender el Nunca Más en el contexto de la transición democrática: “Por supuesto que están los dos demonios, porque comparte esa lectura, pero están tratando de mostrar que son incomparables y de correr el perímetro para decir: ‘Ojo, fue infinitamente peor el Estado y la violencia militar’. Si uno lo lee en su época, está diciendo algo que va a contrapelo del sentido común de ese momento y fue disruptivo para su época y ayudó a cambiar la lectura social sobre lo que había sucedido”, detalló.
A 30 años del golpe, en 2006, durante el gobierno de Néstor Kirchner, la polémica por el prólogo del Nunca Más retornó cuando la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación agregó un nuevo texto que dialogaba con el original. “Es inaceptable pretender justificar el terrorismo de Estado como una suerte de juego de violencias contrapuestas, como si fuera posible buscar una simetría justificatoria en la acción de particulares frente al apartamiento de los fines propios de la Nación y del Estado que son irrenunciables”, señaló el segundo prólogo.
Aunque la mayoría de los organismos de Derechos Humanos respaldaron la decisión, el agregado generó el rechazo de exintegrantes de la CONADEP, y fue utilizado como excusa diez años después por el gobierno de Mauricio Macri para retirar el nuevo texto en el marco de una serie de políticas de retroceso en Derechos Humanos. «
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