Ellas cobran un 30% menos que los hombres, sufren más la desocupación y precarización.
Pero esta convocatoria sumó un nuevo ingrediente. Inspiradas en el inmenso paro de mujeres ocurrido en Polonia el último 4 de octubre en rechazo a la prohibición del aborto para todo tipo de caso incluyendo violaciones, centeneras de mujeres autoconvocadas en las instalaciones de la CTEP, decidieron repudiar el brutal crimen convocando, esta vez, no sólo a una movilización sino a un Paro de Mujeres que, rápidamente se masificó entre las mujeres trabajadoras pero incluso, crecientemente, entre los trabajadores hombres.
Una señal a la CGT
La asamblea se realizó a horas de los anuncios del gobierno luego de la reunión con la conducción de la CGT que a cambio de un bono descartó toda medida de acción. La convocatoria a un paro, en ese contexto, implicó un desafío para los dirigentes de la CGT. De hecho reconocidas activistas de los movimientos por los derechos de género ironizaron: «Mientras la CGT toma el té con el gobierno, las mujeres tomamos la calle». A partir de ahí comenzaron a florecer pronunciamientos de decenas de comisiones internas, agrupaciones gremiales y conducciones sindicales que decidieron adherir a la convocatoria bajo diversas formas y se preparan para realizar paros, ruidazos y ceses de tareas en los lugares de trabajo a partir de las 13 de este miércoles.
Los primeros en adherir fueron los gremios docentes de Ademys y AGD-UBA. Luego se sumarían la CTA Autónoma, ATE Nacional, los metrodelegados de la AGTSyP y el Sindicato de Prensa de Buenos Aires a cuyo gremio pertenecen algunas de las principales animadoras del #NiUnaMenos.
Desigualdad laboral
El hecho de que se trate de un paro y que haya conquistado la convocatoria de los sindicatos ha incorporado un condimento extraordinario a la movilización callejera de las mujeres y es el de la desigualdad en el terreno económico, laboral y social. De hecho la convocatoria insta también a salir a las calles para visibilizar la violencia y el ajuste económico que golpea con más fuerza a las mujeres.
Es que las mujeres sufren una discriminación especial en el mercado laboral. Los índices oficiales (INDEC y MTSS) marcan un desfasaje salarial con relación a los hombres de entre un 28% y un 30%. En el caso del desempleo la última cifra oficial que se ubica en general en un 9,3% escala a un 10,5% para el caso de las mujeres mientras que para los hombres baja a un 8,5 por ciento. Lo mismo ocurre con la subocupación que, con un promedio de 11,2% sube a 13,9% para las trabajadoras mujeres.
La economista Mercedes D Alessandro, parte del equipo que puso en pie el blog econofemini(s)ta que fuera galardonado en el rubro medios alternativos de los premios Lola Mora, explicó a Tiempo que, además, el 76% del trabajo doméstico no remunerado lo hacen las mujeres. Esto les pone obstáculos para trabajar full time y las obliga a tomar tareas más precarizadas. Pero la discriminación llega también, y en mayor medida, al sector informal donde las trabajadoras ganan 40% menos que sus pares varones.
Pero además, según puntualiza la especialista de las mujeres que trabajan, el 20% lo hace en tareas domésticas (le sigue ser maestra o enfermera). Estas mujeres siguen precarizadas -aún con la aprobación de la ley- y representan un cuarto de los trabajadores precarizados de Argentina. Gran parte de estas mujeres tiene 3 o más hijos.
La maternidad, además, representa una carga adicional para las mujeres que según D Alessandro nos penaliza, es que cuando tienen hijos, muchas mujeres dejan de trabajar: la tasa de actividad pasa de 54% a 39% mientras que la de los varones padres sube. La maternidad obliga a tomar tareas más precarizadas y, además, se pierden oportunidades de crecimiento laboral.
Según Laura Carboni secretaria de géneros y diversidad sexual de AGD-UBA el acceso a una profesión que colabore en una mejora de los ingresos y un ascenso social está dificultado ya desde la propia universidad: para las estudiantes los jardines maternales directamente no existen. Se piensa en un perfil de estudiante joven que no trabaja, ni tiene hijos. O estudias o sos madre., graficó.
DAlessandro completa el cuadro: Cada 5 minutos nace un bebé de una madre adolescente -menor de 20- y cada 3 horas de una mamá menor a 14 años que es víctima de abuso. Son tasas altísimas y mayores al promedio latinoamericano que está 2da en ranking mundial de embarazo adolescente. El 69% de estas jóvenes madres dejan de estudiar porque no tienen cómo hacer para cuidar los hijos.
De este modo la desigualdad social y laboral que sufren las mujeres ingresa a un circulo vicioso del cual no es posible salir sin la intervención organizada de las trabajadoras alrededor de los sindicatos y orientando sus reclamos al Estado y las patronales. El Paro de Mujeres, será una oportunidad para reforzar esos reclamos.
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