La actriz vuelve a brillar en "Cadáver exquisito", el thriller con elementos de terror dirigido por Lucía Vassallo. Cómo construye sus personajes, las escenas que le resultan más exigentes y la libertad que otorga no hacerse cargo de la mirada de los demás.
“Somos amigas con Lucía desde antes que escribiera el guión. Me encanta cómo encara los proyectos, siempre tiene un punto de vista muy interesante y diferente. Cuando leí lo que escribió me reconfirmó por qué me cae tan bien. Está buenísimo el viaje que propone”, reflexiona Sofía.
En diálogo con Tiempo, la actriz se muestra relajada y despliega la seguridad de los que hablan solo de lo que los apasiona y conocen en profundidad. No anda con vueltas. Con sus diferentes trabajos, sobre todo en cine, fue forjando un estilo propio y reconocible que la transformó en una de las actrices más destacadas de la escena local.
En referencia a Cadáver exquisito, destaca: “Me interesó mucho el hecho de explorar el tema del amor romántico y el amor tóxico, que a veces se parecen demasiado. Tiene que ver con un problema universal, que es las formas en que nos enseñaron a amar. Para este papel tuve que explorar el amor tóxico y llevarlo al extremo”.
Sofía interpreta a Clara. Una chica que trabaja en un bar y sueña con ser artista. Por una aplicación conoce a Blanca (Nieves Villalba), se apasionan y se enamoran. Pero todo se complica cuando Blanca entra en coma. A partir de ese momento, Clara comenzará a descubrir que su novia era mucho más de lo que le contaba. El suspenso se acercará al terror y la transformación comenzará.
–¿El arco emocional que transita Clara te da más lugar para mostrar tu capacidad profesional?
–Sobre todo me da la oportunidad de contar una historia que atrapa. Empiezo queriendo entender de quién me enamoré. Vivo una de esas relaciones que te hacen convertirte en otro. En alguien que no sos.
–Lo contás como si fueras el personaje. ¿Todavía no lo dejaste ir?
–Yo no hablo en tercera persona de mis personajes. No me gusta, me aleja. Yo soy cada personaje, soy yo viviendo eso. No puedo decir qué le pasó y de dónde viene sin sentirme que miento si me refiero al personaje como alguien más. Entiendo que a muchos les sirve, pero no a mí. Necesito pasar a los personajes que hago por mí para que cobren vida.
–¿Ese proceso no te puede generar más angustia?
–Esta era una oportunidad de que me pase algo que me pasó, pero llevarlo a casi el extremo de la locura. Me pasó a mí y a muchos. Eso es lo lindo de mi vocación y mi oficio. Que te hace atravesar un montón de emociones, de vidas y de situaciones que no son necesariamente la tuya. Pero que sí o sí, para involucrarte, las tenés que vivir de verdad.
–¿Actuar no es el arte de mentir, entonces?
–No necesito mentir para actuar. Lo lindo de este oficio es que se ve todo. Si sos sincero, se nota; si estás subestimando al personaje, también. El otro se da cuenta si vos no te creés lo que estás contando. Si lo juzgás o no. Para actuar, es fundamental entregarse completamente.
–¿En esta película es algo más intenso todavía?
–En el caso de Clara, me resultó un gran desafío porque son emociones muy extremas. El amor romántico y el amor tóxico. Con el ritmo que tiene esta historia, de thriller, es bravo llevar al extremo cosas como los celos y la posesión hasta llegar a la simbiosis. Creo que de alguna u otra manera, a todos nos sucedió.
–La película incluye varias escenas de sexo. ¿Son más difíciles de hacer que las otras?
–No las siento como las escenas más fuertes o complicadas. Para mí, es lo mismo que hacer una escena de lavar los platos. Posta. Necesito sentirme segura y cuidada en todas para ser yo, y poder dar todo de mí. Quizás la escena es importante o determinante para la película, pero para una actriz o un actor, no debería generar algo diferente.
–En este caso hacen más visible el amor entre Blanca y Clara.
–Exacto. No es difícil. Son escenas bárbaras donde te recontraconectás con tu compañero o compañera. Se arma un vínculo que muchas veces te sirve para el trabajo.
–¿Se genera más confianza?
–Estás en pelotas, pero no es que hay gente pajeándose o te están mirando el culo libidinosamente. No te sentís invadida. Si pasara eso, me sentiría incómoda, pero en realidad son cosas que pueden suceder en cualquier tipo de escena. En todas las películas que hice hubo una entrega total delante de cámara, y cuando pasa eso es porque todos los demás también están concentrados en lo suyo. Ni en pedo las escenas sexuales son las más difíciles. Me cuestan mucho más otro tipo de escenas.
–¿Cuáles?
–Las que requieren un nivel muy alto de compromiso emocional.
–¿Se puede decir que tu estilo tiene un método?
–Fui armando mi forma de actuar naturalmente. Soy autodidacta. Mi mamá me mandó cuando era chiquita a teatro y danza jazz, no mucho más. Solo se dio de ir probando y empecé a hacerme trabajando. Lo primero fue aprender a salir de la historia y del personaje cuando me iba a mi casa. Quedaba en una especie de limbo. Todavía me cuesta. Los actores trabajamos con la sensibilidad. El método para salir de ahí es de cada uno. Yo respeto la forma de trabajar de todos, pero me armé la mía. Tengo otro camino. Trato de volver a mi casa, dejar el trabajo donde corresponde, aunque nunca lo dejás del todo. Siempre estás tomado con lo que estás haciendo.
–¿Sentís que todavía te falta experiencia?
–A medida que vas creciendo vas sumando experiencias y se vuelven algo que tu mente ya reconoce y puede desplegar y guardar con mayor facilidad. En esta película me apoyé en la dire, que es amiga, y en mis compañeros. La verdad es que fue muy intenso.
–¿Cómo manejás la mirada de los demás?
–No me modifica ni un elogio o halago, ni una crítica de ningún tipo. Hago lo que hago con seguridad. Las críticas constructivas las recontraescucho y me sirven. Los halagos son lindos, pero no me hago cargo de lo que les pasa a los otros conmigo. En ningún sentido.
–¿Sos relajada por naturaleza?
–Todo lo que hago, todo, es una búsqueda interna que nace espontáneamente. Eso sí, nunca trabajo sola: me gusta trabajar con compañeros, con colegas, con mi director o directora. Mirando a los ojos, conectando. En equipo, con los técnicos, con los que te ayudan a que vos puedas concentrarte en ser alguien más. Lo lindo de este trabajo es que es colectivo. Uno es una pieza. Ninguna es más importante que otra. A mí me toca recrear a alguien, a una persona, en el set o en el escenario, depende dónde carajo esté. No me hago cargo de la mirada del afuera, pero siempre voy con alguien por un objetivo. El afuera no importa, no hay que darle bola. Es bastante peligroso eso. Como mucho, escucho a mi familia, mi gente cercana, pero no mucho más.
–¿Sos una luchadora del arte?
–El cine que hago yo, en su mayoría es independiente y nacional, siempre es una guerrilla. Siempre faltan recursos, hay quilombos y te afecta todo lo que pase en el país. Por eso creo que te comprometés mucho más con lo que estás haciendo. Es difícil filmar y terminar una película, ni hablar de estrenar. Es un gran triunfo terminar estos procesos. Trato de colaborar para que lo que estoy haciendo salga de la mejor manera posible.
–¿Te despegaste de ser la hija de?
–Eso es algo que les pasa a los demás. A mí no me pasa. Soy la hija de Moria: no me molesta ni un poco, gracias a dios soy la hija de mi mamá. No me pesa para nada. Mi vieja es la más laburanta y responsable que conozco. No existe nadie más trabajadora que mi madre. Y mi papá era una persona con muchos códigos, un fundamentalista de hacer teatro. Yo siento que tengo cosas de los dos. Soy otra persona, pero hecha a partir de esos referentes que son los padres. Hay un montón de cosas que me encantaría tener de ellos, cosas que reconozco en mí que son de ellos y montón de aspectos que admiro.
–¿Te abrió o te cerró puertas ser hija de un emblema nacional?
–Al contrario de lo que piensan muchos, siento que sufrí muchos más prejuicios por ser la hija de Moria. Pero más allá de todos los premios o reconocimientos que me gané, que a mí me dan igual y me los gané con laburo, para muchos siempre seguiré siendo la hija falopera y descontrolada de Moria. No importa lo que haga. Pero bueno, eso es solo la imagen mediática que creen algunos, no es lo que soy. Solo me importa mi familia y tener la casa limpia. «
Cadáver exquisito
Dirección: Lucía Vassallo. Guión: Lucía Vassallo y Sebastián Cortés. Con Sofía Gala Castiglione, Nieves Villalba, Rafael Spregelburd, Nicolás García y Lola Banfi, entre otros. Estreno: 9 de junio, en cines.
Aprender a elegir y saber decir no
Sofía Gala Castiglione también protagoniza junto con Juan Gil Navarro, Gonzalo Valenzuela y Carolina del Carmen Peleritti la tercera versión teatral argentina de Closer. “Es una propuesta que, como Cadáver exquisito, habla de la toxicidad de ciertas parejas, de esa locura que es tener la necesidad de controlar al otro para sentirse tranquila. Me encanta a dónde te lleva y lo que provoca en la gente. Me gustó mucho atravesar el proceso y los ensayos, todo. Es una obra superfuerte”, puntualiza la actriz.
Esta pieza británica escrita en 1997 por Patrick Marber retrata dos relaciones de pareja abierta, supuestamente menos estructuradas, pero que también generan desencuentros, conflictos y traiciones. En 2004 fue adaptada al cine y protagonizada por Julia Roberts, Jude Law, Clive Owen y Natalie Portman. Para Sofía, “es un texto muy teatral y acá la hicieron muchos: Leonardo Sbaraglia, Susú Pecoraro, Gerardo Romano y Leticia Brédice, fue uno de los elencos. Es que no pierde vigencia. Nosotros le damos nuestra propia impronta. Jugamos y experimentamos hasta que la hicimos nuestra”.
Sofía también reflexiona sobre las dificultades para construir una carrera: “El actor es freelance toda la vida. Estoy aprendiendo a decir más que no. A elegir mejor. No es fácil. A veces tenés tres trabajos al mismo tiempo y después estás seis meses sin laburar”.
La realidad de la industria local
En 2015 Lucía Vassallo empezó a escribir esta historia junto con su amigo y guionista Sebastián Cortés. Tardaron casi tres años en desarrollar la idea central que sostiene el relato para hablar de la pérdida, la soledad y la muerte. No fue fácil. “De aquel guión de 120 páginas, terminamos filmando 80. El presupuesto y los tiempos se tuvieron que adaptar a la realidad de la industria local actual. Pero estamos superconformes en cómo quedó”, comenta la cineasta.
Cadáver exquisito tuvo un rodaje de 18 días. Un tiempo récord. “Hubiésemos necesitado seis semanas y lo resolvimos en menos de cuatro. Por suerte tuvimos a Sofía como una de las protagonistas, me parece que es una de las actrices más talentosas y dúctiles que hay en nuestro país en este momento. Tiene muchas herramientas y yo quería eso. Alguien que no tenga miedo y se entregue con esa potencia”, destaca la directora, que ya había trabajado con la actriz en una serie llamada La casa de lxs Fernández. Se trata de una mezcla de animación, ficción y documental, que cuenta la historia de la vivienda en la Argentina. Fue la última producción de Coco Blaustein y todavía no fue estrenada.
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