Francia se encuentra sumida desde enero en un fuerte conflicto social que se agravó el 16 de marzo, cuando el presidente decidió adoptar por decreto la reforma que, entre otras cosas, retrasa de la edad de jubilación de 62 a 64 años.
«Si la mano tendida es rediscutir el trabajo y las pensiones, y dejar de lado de momento la reforma (…) Si estos dos temas están sobre la mesa, discutiremos», aseguró Laurent Berger, del sindicato reformista Confederación Democrática Francesa del Trabajo (CFDT por sus siglas en francés), en la cadena France 2.
Francia se encuentra sumida desde enero en un fuerte conflicto social que se agravó el 16 de marzo, cuando el presidente francés, Emmanuel Macron, decidió adoptar por decreto el retraso de la edad de jubilación de 62 a 64 años para 2030.
Desde su adopción definitiva cuatro días después, el gobierno intenta avanzar en otros asuntos, cerrando el capítulo de esta reforma, si bien las manifestaciones, cada vez más duras, continúan con más de un millón de personas en las calles.
«La ley de las pensiones quedó atrás», reiteró este lunes el portavoz del gobierno, Olivier Véran, en un momento en que el gobierno busca maneras para apaciguar la situación y delinear a su vez una hoja de ruta centrada en los próximos proyectos.
Ayer, la primera ministra aseguró estar «a disposición» de los partidos políticos, sindicatos y colectivos para «calmar las cosas» pero subrayó durante una entrevista con la agencia de noticias AFP que la reforma «seguirá su curso».
El viernes, un día después de que las protestas masivas se tornaran en disturbios con casi medio millar de detenidos, Berger pidió a Macron «poner en pausa» la reforma, si bien el presidente respondió que esta debía continuar su «camino democrático».
Esta reforma, clave para su segundo mandato hasta 2027, enfrenta los recursos presentados por la oposición ante el Consejo Constitucional, que debe fallar ahora sobre su validez antes que el presidente francés pueda promulgarla.
Mientras tanto, los sindicatos, que acusan al gobierno de ignorar el rechazo popular a su proyecto, prevén continuar las protestas y convocaron a un paro nacional y manifestación para mañana.
Sin embargo, ya desde hoy se registraron nuevas protestas, las cuales se trasladaron a las inmediaciones del Museo del Louvre, en París, que tuvo que cerrar sus puertas ante el bloqueo de su principal acceso.
El propio museo informó en redes sociales que no admite visitantes debido a las movilizaciones.
«Agradecemos su comprensión», añadió la institución, que no aclara cuándo prevé volver a abrir sus puertas, informó la agencia de noticias Europa Press.
La medida había sido anunciada previamente por la Confederación General del Trabajo (CGT), que había confirmado la participación de personal del propio museo que también se sumó al paro.
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