La gobernadora centrará su campaña en el interior provincial y no polarizará con Kicillof. Crece el enojo con la Rosada por la falta de fondos y por la estrategia electoral.
Después de casi tres semanas de introspección, catarsis y casi nula actividad en las redes sociales, la mandataria retomó el viernes las recorridas por la provincia. Lo hizo en San Pedro, un distrito del norte bonaerense donde el intendente Cecilio Salazar –de Cambiemos– perdió por sólo 104 votos frente a los cuatro candidatos que competían por el Frente de Todos. Allí, recorrió el centro a pie, visitó una escuela, un taller mecánico para «escuchar» a la gente, como dijo un día después de la derrota.
La campaña en soledad que decidió comenzar Vidal, dejando a un lado la polarización con Kicillof y volviendo a los timbreos, tendrá mayor hincapié en el interior, donde Cambiemos supo hacer la diferencia en votos en 2015 y 2017 y donde el peronismo acortó distancias en estas PASO. El Conurbano, en cambio, será para los ministros: cada uno tendrá asignado un distrito de ese conglomerado donde buscarán llegar otra vez a los «desencantados» y a los que no fueron a votar.
Será una misión difícil para el equipo bonaerense: la derrota caló hondo en el ánimo de los colaboradores de Vidal. La primera reacción de varios ministros fue desconectarse de la realidad y de la gestión y dejar la cartera en piloto automático. Otros ya comenzaron a pensar en su futuro después de diciembre en la actividad privada. «No hubo capacidad de reacción, pero porque tampoco hubo una respuesta política», evalúan en el despacho de un ministro. En el último encuentro, Vidal los arengó para levantar el ánimo y los elogió por trabajar en Provincia estos cuatro años, pero también les advirtió que este momento «pone a prueba» la vocación política más allá de los cargos.
Los 18 puntos de diferencia golpearon especialmente al jefe de Gabinete y de campaña, Federico Salvai, y al ministro de Asuntos Públicos, Federico Suárez, encargado de bajar en la provincia la estrategia de «segmentación» y «big data» diseñada por Marcos Peña. En las últimas semanas hubo pase de facturas hacia adentro del Gabinete y hasta chicanas internas a través de los medios, pero también fuertes reproches de los candidatos a intendentes y legisladores que pasaron por la gobernación para participar de la «catarsis» grupal.
En la reunión de Gabinete ampliado del miércoles, Salvai hizo público su pase de factura a Peña por la polarización extrema y la «campaña horizontal» que ideó para las PASO. «Dejamos de escuchar a la gente, perdimos la cercanía con los vecinos», dijo el jefe de campaña, dejando en claro que ni los encuentros con «defensores del cambio» ni los mensajes quirúrgicamente direccionados por WhatsApp reemplazan el cara a cara, la campaña que sí encaró Kicillof a bordo del Clío.
Vidal enfrentará esta última campaña con menos recursos de los que tenía previstos y es ese el conflicto que hoy mantiene al máximo la tensión con la Rosada, que está sumida en la crisis. Es que la mandataria no pudo anunciar el paquete de medidas para aliviar el bolsillo de la clase media que prometió el 12 de agosto. Por ahora, las medidas están en stand by por el agujero que le generó la quita del IVA a los alimentos. Ahora reavivó el reclamo por los 25 mil millones de la actualización del Fondo del Conurbano y espera que el titular de Hacienda y su exministro, Hernán Lacunza, lo destrabe.
Por ahora sólo se limitó a aplicar algunas medidas menores, en silencio, sin ningún anuncio oficial. El martes, por decreto, dispuso un régimen de refinanciación y bonificación de intereses para las pymes que tengan deudas por infracciones laborales y el viernes se conoció la suba de las jubilaciones mínimas que pasaron de 7153 a 10.400 pesos, una medida que alcanza a unos 12 mil jubilados sobre un padrón de 300 mil que tiene el Instituto de Previsión Social. En tanto, ARBA puso en marcha desde hoy nuevos planes de pago y facilidades para cancelar deudas tributarias y retomar planes caducos apuntando a comercios y contribuyentes en general.
Las medidas que quiere aplicar Vidal en clave electoral apuntan a incentivar el consumo: bono a estatales, suba de planes sociales, actualización salarial a docentes, nuevos créditos para pymes, ayuda a tomadores de créditos UVA.
Los gremios estatales ya comenzaron a reclamar una suba para no perder contra la inflación, pero por ahora nada de eso está en el horizonte. «No podemos comprometernos a algo que no podemos pagar», dicen en el Ejecutivo y le pasan la pelota a Nación. «
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