La liquidación de los agroexportadores es 70% menor que el año pasado. El fantasma de la sequía oscurece el panorama. El rol de las importaciones de energía.
Algunas cuestiones estacionales ayudan a explicar el fenómeno. Febrero es habitualmente un mes de escasa liquidación de exportaciones agrícolas, ya que los dólares de la cosecha gruesa empiezan a llegar recién en el segundo trimestre del año; mientras que los demás rubros del comercio y la industria (los que el Banco Central llama en sus informes “sector real excluyendo cereales y oleaginosas”), al igual que los particulares que a través del sistema bancario demandan divisas para atesoramiento y para pagar sus consumos con tarjetas, continúan comprando.
De febrero a febrero
Como comparación, en febrero de 2022, el complejo agroexportador liquidó U$S 2484 millones pero el saldo para el BCRA fue negativo en U$S 308 millones. Este año, después del dólar soja y primeros efectos de la sequía mediante, esa oferta de agrodólares se reduciría un 70% este mes (en la primera quincena el complejo agroexportador apenas liquidó U$S 341 millones), por lo que febrero terminará con un rojo equivalente a entre tres y cuatro veces el del año pasado.
Hay un atenuante: el gobierno ya comenzó a pagar por anticipado los embarques de gas natural licuado que contrató a través de una licitación de Enarsa. Se trata de 30 buques metaneros que comenzarán a arribar desde mediados de marzo a la terminal regasificadora de Escobar. El precio promedio contratado fue de 20 dólares por millón de BTU, la mitad de lo que se llegó a pagar el año pasado luego de que se desató la guerra entre Rusia y Ucrania. Por esa razón, el miércoles el Central le vendió al gobierno U$S 262 millones para pagar el primer anticipo. El ministro de Economía, Sergio Massa, estimó que la combinación de menores precios y menos embarques, gracias al aumento de producción de Vaca Muerta, permitiría evitar desembolsos en divisas por unos U$S 2100 millones.
Según un informe de la agencia de liquidación y compensación PPI, el eventual ahorro que el gobierno podría lograr en materia de pagos para importar energía “luce como consuelo frente la caída estrepitosa de exportaciones que podría provocar la sequía. Al respecto, la Bolsa de Cereales estimó que, de mantenerse las condiciones actuales, la caída de las exportaciones del agro alcanzaría U$S 10.000 millones (11% de las exportaciones totales de 2022 de U$S 88.446 millones), en un escenario de profundización de la sequía subiría a U$S 14.000 millones (16%) y si a eso se le sumaran heladas tempranas en la zona núcleo (como podría ocurrir este fin de semana), se estiraría hasta U$S 18.300 millones (21%)”.
¿Y los insumos?
Ante las perspectivas de semejante restricción de oferta, quienes demandan divisas ya dejaron traslucir su preocupación. Un ejemplo fue el reclamo de la Unión Industrial, que el martes pasado recibió al secretario de Comercio, Matías Tombolini, y le expresó su preocupación por las dificultades para acceder a insumos importados. “La UIA compartió las dificultades que se presentaron en los últimos meses en lo que respecta a las SIRAs: demoras del sistema en la aprobación, problemas en la metodología y seguimiento, establecimiento de criterios para la aprobación, plazos de pago y financiamiento”, dijo la entidad en relación al sistema donde se tramitan los permisos de importación.
Los números remiten a un tópico muy reiterado de los últimos tiempos: la escasez de divisas que sufre el país, que no logró morigerarse a pesar de un montón de circunstancias (las extraordinarias cosechas de los últimos años y el amplio superávit comercial) y de iniciativas de las autoridades (la activación del swap con China y el tipo de cambio preferencial para los agroexportadores, por citar algunas de ellas). Estas últimas permitieron que el colchón sea algo más mullido que en los meses anteriores: estimaciones privadas las sitúan en U$S 3800 millones. Sin embargo, al ritmo en que se están yendo, podrían evaporarse rápidamente. «
Si hace un par de semanas en el campo se esperanzaban con que las lluvias registradas aliviaran, aunque fuera en parte, los efectos de la sequía, ahora la preocupación es otra: el efecto de las heladas que se produjeron en las últimas horas.
El foco de ese fenómeno meteorológico, totalmente inesperado para esta época del año, fueron las provincias de San Luis y Córdoba. En esta última provincia se sintió con fuerza en la zona del valle de Calamuchita y en las cercanías de Río Cuarto. El efecto sobre los cultivos se verá en los próximos días.
Un informe de la Bolsa de Cereales de Buenos Aires estimó que «los impactos que tendría la sequía sobre el aporte del sector en el escenario actual son de una caída interanual de 12.245 millones de dólares en el producto bruto agroindustrial (-23%); una reducción de las exportaciones de casi 10 mil millones de dólares (-23%) y, caída en la recaudación del 19%, es decir, de 3314 millones de dólares». No obstante, señaló que el efecto «podría ser aún mayor si no se normalizan las precipitaciones en lo que resta de la campaña y se vuelve real el riesgo de tener heladas tempranas».
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