Fue una adelantada, llevó a cabo una pelea distintiva, y lo hizo desde el lugar de mujer y desde una condición humana fortalecida por vivencias personales, hasta por cuotas de resentimiento que padece toda persona que sabe lo que es la marginación y que la impulsaron a todo lo mucho que pudo realizar para quedar definitivamente como una de las banderas más importantes, quizás la más valiosa, de las mujeres.
“Si Evita viviera…” se convirtió en un grito de pelea desde el corazón de la militancia, como un homenaje sentido, profundo, muy pasional de lo que ella representó para su pueblo. Y, por supuesto, si Evita viviera hoy sería una integrante tremenda de este gobierno, tal vez ministra, tal vez presidenta, tal vez otra cosa, pero siempre en un lugar trascendente de pelea. Sin dudas, participaría de realizaciones que tienen que ver tanto con su espíritu. Ella estaría encabezando las reivindicaciones de cuestión de género, acompañando o encabezando la bandera que políticamente le tocara vivir en esta época. Es decir, estaría muy adecuada a este tiempo. Una mujer que se adelantó décadas a la pelea, por supuesto, estaría al frente de todas.
Pero, además, si Evita viviera, sentiría un enorme dolor en el alma. Por varios temas que hoy padecen los argentinos. Si nos detenemos en la pandemia, seguramente estaría al lado de los sectores más vulnerables que son los que aportan el mayor número de víctimas en esta desgracia que nos sucede, y en ese sentido habría hecho lo que Alberto Fernández con el tema de priorizar decididamente la vida antes que la economía. De la economía se vuelve; de la muerte a la vida, no.
Habría estado en este lado, en esta vereda, en la calle, con la gente más desvalida. Porque la afligirían mucho las otras desgracias que le ocurren a la Argentina. La desvelaría profundamente la enorme desigualdad que sigue padeciendo el pueblo, la pobreza extrema que dejó el macrismo, al que se habría enfrentado con todas sus fuerzas y habría descargado toda su energía, porque justamente son ellos los representantes de sus enemigos, de aquellos a quienes combatió, contra los que la lucha fue, justamente, la razón de su vida.
Si lo pensamos con los hechos más recientes, qué duda cabe que estaría a favor de aplicarles un impuesto a los ricos, que Vicentin y tantas otras empresas sean recuperadas para el pueblo, para sus trabajadores. O que el gobierno se plante con energía para renegociar la deuda. Que se destinen los mayores esfuerzos y dineros para recomponer los desguazados sistemas de salud y educación. Ella, que tanto despotricó contra muchas instituciones “sagradas”, probablemente estaría muy de acuerdo con la exigencia de la ONU de un Salario Básico Universal para el tercio de la población mundial que está en la pobreza y la marginalidad.
Si viviera, le dolería el alma, como nos duele a muchísimos de nosotros, al percibir que hay chicos que se acuestan con la pancita chiflándoles de hambre, que esos padres no tienen ni para un vaso de leche, que hay tanto desocupado, tanto desvalido, tanta gente arrojada a la calle. Y desde ya sería una férrea opositora a esa prensa hegemónica, a la que atacaría sin piedad ya que, como entonces, también hoy sesgaría y tergiversaría sus actitudes, hasta convertirlas en escandalosas, para los que ella sería la culpable de todos los males del planeta. Para esos diarios que hoy se regodean con el tema de la muerte de un delincuente a manos de un jubilado en Quilmes: claro que podemos imaginarnos que si viviera, Evita, mucho más que probablemente, estaría de acuerdo con Hebe de Bonafini cuando dice que no se puede vivir dentro de la venganza y sí dentro de una búsqueda tenaz y obstinada por la Memoria, la Verdad y la Justicia. Nunca estaría a favor de aquellos que tanto daño le hacen al pueblo, los verdaderos ladrones, los que le roban desde que nacen, le roban la salud, la educación, la alimentación, el trabajo, la vida en definitiva. Estaría a favor de los jubilados a los que no les alcanzan sus haberes para poder comprar sus remedios y no los que van por ahí matando.
Y por supuesto, si Evita viviera, estaría enfrentando decididamente a la derecha y sería víctima de ella, como lo fue siempre. Le provocaría el mismo rechazo que a muchos, el nivel al que llega el conservadurismo argentino. Y ella, a la vez generaría lo mismo que a la increíble y despreciable derecha argentina le genera en este tiempo Cristina Fernández.
Qué sería Evita en este tiempo en cuanto a la reacción en torno a ella del pueblo, sino los muy fuertes, a veces descomunales sentimientos de amor y odio, en porcentajes parecidos a los que genera Cristina.
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