El saxofonista y el bajista, integrantes históricos de las huestes de Patricio Rey, llegan con La Kermesse al Microestadio de Lanús. La eterna magia ricotera y su relación con el Indio y Skay.
El proyecto liderado por el saxofonista Sergio Dawi y el bajista Daniel “Semilla” Bucciarelli (dos históricos miembros de Los Redondos) surgió casi de casualidad, como una respuesta al público, que celebraba con fervor algunos temas de Patricio Rey que coronaban las presentaciones del dúo experimental SemiDawi. La aventura de Los Decoradores comenzó en 2017 en Ciudad Cultural Konex, un espacio en el que el público podía ver un recital con parte de los integrantes de Los Redondos y visitar stands con productos relacionados con la banda. La experiencia fue tan intensa que decidieron repetirla y no para de crecer.
El espectáculo La Kermesse suele contar con invitados de distintas etapas ricoteras y también con cantantes de diversos géneros. Prestaron sus voces a las canciones inmortalizadas por el Indio Solari, entre otros, Manuel Quieto de La Mancha de Rolando, Ale Kurz de El Bordo, Pablo Pino de Cielo Razzo, Mavi Díaz, Leticia Lee, Julieta Laso y el Chino Laborde.
Tras su paso por Cosquín Rock, Obras y Montevideo, el grupo que también integran los exRedondos Tito Fargo (guitarra) y Hernán Aramberri (batería), presentarán una nueva Kermesse el próximo 27 de agosto en el Microestadio de Lanús, donde hace 30 años, Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota brindó tres shows para presentar La mosca y la sopa, su quinto álbum de estudio. Del regreso a ese espacio mítico y de la celebración del encuentro con el público, hablaron Dawi y Semilla con Tiempo.
-Pasa el tiempo y la mística ricotera sigue intacta e incluso parece multiplicarse. ¿A qué lo atribuyen?
Sergio Dawi: -A que fue algo que prendió más fuerte que cualquier voluntad. Hay una palabra: tiene que ver con la credibilidad.
-Semilla Bucciarelli: -El otro día, un chico, por esto de que íbamos a tocar en el mismo lugar donde tocaron los Redondos, lo definió como el hecho de “no estar solo”. Creo que la explicación la puede dar cada uno, con su vida, acerca de por dónde ha pasado toda esta cosa extraña que se generó.
-Además, hoy hay distintas generaciones entre el público.
S. D.: -En ese sentido, hay otra palabra que resuena: diversidad. Porque se han escrito muchos libros, se hicieron muchos programas de televisión, que indican lo que sucedió y, de alguna manera, lo que está sucediendo. Como dice Semilla, cada uno tendrá su mirada, cada ser humano es único en este mundo, depende en qué momento le tocó vivir, con qué momentos de su vida vinculan a ciertas canciones, o a ciertos amigos que fueron generándose antes en los encuentros Redondos y ahora en los Kermesseros. A veces, dar explicaciones está difícil.
S. B.: -Fijate lo que pasó con esto de compartir distintas generaciones, por ejemplo. El padre que lleva a su hijo, después es abuelo, ahora lleva a los nietos… Eso también es importante. Son muchas cosas.
-¿Cómo va a ser el show en el Microestadio de Lanús?
S. D.: -Abordaremos un repertorio de toda la primera época de los Redondos. Son los temas ligados a la tracción a sangre que le imprime una banda a todos los primeros discos. Siempre contamos con invitados, en muchos casos de distintos géneros. Los que no han ido se van a encontrar con una fiesta, con un ámbito que a veces lo describimos de mucha fraternidad, de cosas a compartir, y de mucha emoción, tanta como la que tenemos nosotros de estar en ese escenario.
-¿Al convocar a cantantes de distintos géneros, como el Chino Laborde, que viene del tango, temían que el público los recibiera con resquemor?
S. D.: -Temor, no. De primera, tenemos como un cierto permiso. Y la elección es, también, muy cuidadosa.
S. B.: -Igualmente, no sabíamos qué iba a pasar. Es un rol complicado, pero la gente lo aceptó muy bien. Es muy rico esto que estamos haciendo, con la gente que viene del tango, del rock, cada uno le pone su impronta y eso es interesante.
S. D.: -En Lanús, vamos a tenerlo al Chino Laborde, que viene del tango; a Walter Meza, cantante de una banda metalera como Horcas; a Flopa, que viene del underground, y a una sección de vientos de gente del rock y del funk. La mirada de este proyecto tiene que ver con la diversidad del público, la de distintas generaciones y con la alegría del encuentro.
-¿Cómo fue volver a encontrarse con canciones tan emblemáticas?
S. D.: -Es muy emotivo. Todavía hay palabras que cuando las escucho, mientras estamos tocando en el escenario, me conmueven. Por eso hacemos esto: tocamos las canciones de los Redondos porque nos siguen representando. Como al público.
-¿Notan diferencias en el encuentro con el público? En los ’80 se respiraba un clima de resistencia, ¿ahora gana la nostalgia?
S. D: -Hay de todo. Cada uno podrá decir qué es lo que lo convoca. Lo llamativo es que hay muchos jóvenes. Eso es señal de que a ese público le importa lo que hacemos. El encuentro con nosotros, como músicos, como exintegrantes de Los Redondos y también las canciones, que le pegan en algún lugar. Son letras que fueron escritas hace muchos años y siguen teniendo que ver con lo que nos está pasando en todo sentido, en todos los ámbitos de la vida.
S. B.: -Creo que lo importante es el encuentro, más después de la pandemia. Es salir de estar en su casa con la computadora, poner un like y no verle la cara a nadie. La gente necesita encontrarse. De hecho, parte de esta idea fue el reencuentro con los músicos que habían tocado en los ’80, al menos cuando yo tocaba en la banda. Entonces, lo importante de este proyecto es el encuentro: con aquellos músicos, con el público y con los invitados, ya que conocimos un montón de gente que, de otra forma, no la hubiéramos conocido. Se creó una relación que nos enriquece también musicalmente. Hay muchas cosas que convergen.
S. D.: -Una síntesis es emotividad. Nosotros estamos en el escenario emocionados y vemos también a la gente, con lágrimas. Hoy por hoy, en este mundo, que es la copia, de la copia de la copia, y todo está bastante tergiversado, poder encontrar esta situación extraordinaria, de que haya tanta emoción, hay que cuidarla. Y eso es parte de nuestra inquietud y nuestro deseo: cuidar lo que está pasando.
-Viéndolo en retrospectiva, ¿qué significó ser parte de Los Redondos en épocas de Cemento y del Parakultural?
S. D.: -En esa época pasaban un montón de cosas, en teatro, en música, esa parte era muy rica. Eran los momentos posteriores al cambio, a la primavera democrática. Había muchas cosas que estaban aglutinadas, tapadas y hubo un destape, por eso, la necesidad de nuevos lugares, para todas estas expresiones. Fue una época muy particular, en la que no había internet, reinaba el boca a boca, la necesidad del encuentro y de ver cosas nuevas después de tantos años de mordaza. Haber vivido eso es muy potente.
-¿Alguna vez se planteó invitar al Indio y/o a Skay para que participen en alguna Kermesse?
S. D.: -Acá nunca hubo planificación a futuro. Siempre fue muy de presente. Y si no se dio, es porque no tenía que darse. Esto surgió de manera casual. Estábamos con Semilla haciendo un proyecto que nos tenía comprometidos, SemiDawi, surgió esto y de a poco se fue armando. Pero cada uno tenía sus cosas: el Indio, Los Fundamentalistas, Skay y Los Faquires…
-¿Tuvieron una devolución de parte de ellos del fenómeno que se genera con La Kermesse?
S. D.: -El Indio nos mandó buenos augurios y nos tiró la mejor. Nos mandó un mensaje con buenos deseos. Yo, personalmente, me encontré varias veces con Skay en lugares sociales y también me tiró buena onda.
-¿Qué les dirían a las personas que nunca fueron a ver La Kermesse?
S. D.: -Les diría que es una situación extraordinaria. No lo digo por la magnitud. Lo que sucede es algo único. Con nosotros, con Los Fundamentalistas… Es algo que nos hace volver a las primeras experiencias.
S. B.: -Es algo para experimentar, eso les diría. «
¿Cuándo?
Los Decoradores presentan La Kermesse. Sábado 27 de agosto a las 21 en el Microestadio de Lanús, Avenida 9 de Julio 1680 (Lanús).
La independencia y la era del streaming
El streaming y las nuevas formas de consumos culturales cambiaron drásticamente la escena musical y las formas de trabajo. En pleno siglo XXI, el espíritu de Dawi y Bucciarelli es el mismo, pero se acomoda a otra realidad. “Hoy no hay negocio –puntualiza el bajista–. Ya no se venden CD, las cosas pasan por otro lado y están currando a todo el mundo. Ahí sí que todos los músicos somos iguales. La independencia, me parece, sigue siendo la mejor opción. También depende de hasta dónde quieras llegar. Si querés que te conozcan 3 millones de personas es una cosa, y si uno quiere mostrar su trabajo y ver lo que pasa, tomando como algo natural cómo va creciendo, es otra. Para mí es mejor esta última opción.» Semilla también se refiere al valor agregado que sigue dando la independencia: «Te da la ventaja de la libertad misma. Es mucho más cómodo por el tema económico y te permite manejar los tiempos como nosotros queremos.”
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