Tebas Land con dirección magistral de Corina Fiorillo en Timbre 4 embellece el libro sobre el parricido. Es destacada por su equipo y las actuaciones sensibles de Gerardo Otero y Lautaro Perotti.
Lejos de validar los sucesos del gobierno actual de la Argentina, algo atroz que condeno, confirma que esta es una forma de decadencia, un desastre que están haciendo con la memoria. En las flores del mal, afirma el autor embelleciendo su tono sublime, surgen los sistemas de resistencia como el de Tiempo Argentino; este es un destrozo de las políticas culturales y sociales, la impunidad ante las atrocidades del lenguaje, la soberbia y la arrogancia.
El escritor de Ostia y El bramido de Düsseldorff, entre otras obras, marchó en el inicio de su estadía por Buenos Aires a la plaza del 8M y regresó para cerrar su viaje de estrenos el 24 del mismo mes por el Día de la Memoria. Me siento hijo de desaparecidos, asume y reflexiona sobre el recuerdo que en este caso sólo puede darse en blanco y negro como en el gran cine de cinemateca.
Blanco es un creador que cree en la capacidad de construcción y en que la palabra cura porque a partir de construir un relato uno puede reconstruirse, tal como dice Julia Kristeva la libertad pasa por el lenguaje. Sergio cuenta su parte, su cotidiano y sus microactos. En el barrio en donde vive, en París, han puesto a disponibilidad de los refugiados sistemas de duchas, alimentación y electricidad, creando redes de conocimiento de la vecindad. Volver a lo local sugiere, como volver a este teatro Timbre 4 de Boedo y México, volver al mundo de la lágrima y de las cosas pequeñas, especifica. Para el autor y difusor de la autoficción, esta Tebas Land de alcance internacional, anclada en el tema del parricidio y de las formas de anulación de las figuras simbólicas del padre combinada con los íconos pop como Superman o con las áreas clásicas de Mozart fue traducida a diversos idiomas. Además recibió el galardón británico Award Off West End, entre otros.
Hoy se destaca en la cartelera actual de Boedo con Tebas Land, escenificada y apoderada magistralmente por Corina Fiorillo. Su obra está resituada en Buenos Aires, con elecciones y decisiones estéticas particulares dadas por la puesta de la directora junto al trabajo sutil de su equipo y las actuaciones sensibles de Gerardo Otero y Lautaro Perotti, una dupla implacable.
-¿Qué ves de esta puesta entre las múltiples representaciones de la obra en todo el mundo?
-Se están haciendo muchos estrenos. En tres meses, será en Santiago, luego Madrid, Atenas, Río de Janeiro, Noruega, México. Me emocionó muchísimo porque el equipo de Corina Fiorillo y los actores Gerardo Otero y Lautaro Perotti hace un trabajo notable. En particular porque Corina decidió entrar por el lado más sensible del texto. Buceó en las zonas de la ternura de ese encuentro entre los tres seres. Yo la dirigí en Montevideo, la puesta giró por Europa y América Latina; y trabajaba por otro lado del texto. Lo interesante es que ella lo hace con mucha fuerza, logra algo que es muy difícil en teatro: se genera una actuación entre el espacio entre ellos dos. Cézanne decía que cuando pintaba una cafetera y una manzana, la pintura no era eso sino lo que pasaba entre el objeto y esa fruta en el medio del espacio. Corina logra en su partitura hacer actuar lo que pasa entre los actores, un campo de ficción importante, teatralmente inacabado y que va a suceder en otro lugar. Literariamente, está terminado.
Gentileza Fabián Pol
-El trabajo editorial de DocumentA/Escénicas tuvo un gesto generoso al rescatar tu bitácora en el libro, las cartas y la foto.
-El objeto es maravilloso. La editora Gabriela Halac es exquisita, fueron tres meses de trabajo. Por un lado, Corina, llevando a escena este texto, dándole la carne que las palabras están buscando, mientras Gabriela en la ciudad de Córdoba trabajaba a gran velocidad. Me propuso la bitácora, una foto que tomé y el prólogo de Federico (Irazábal) que es un placer; y las cartas de Marco Antonio de la Parra. El texto lleva puntos cardinales que le dan la impronta de objeto.
-En general, en la carrera de Letras no se acostumbra a leer tanto teatro. A veces resulta dificultoso para quien no está familiarizado. Sin embargo, Tebas se lee de corrido.
-Esta es una obra que se lee. El teatro no está para ser leído sino para ser visto. Eso les cuesta entender a mis estudiantes, insisto en que escribimos para ser vistos y para ser oídos. No debemos olvidarnos que venimos del theatron, el lugar del mirador. Somos un arte de la mirada y de la escucha, les digo que tomen la temperatura del ojo. Tenemos que ser más renancentistas en ese sentido, ellos fueron quienes inventaron la perspectiva porque entendieron que algo estaba cambiando en el mundo. La fuga: hay que meterse en la ficción.
-La crítica te ubica en el lugar del tesista de la creación teatral. Incluso como ingenierio en el trabajo con la autoficción. ¿Cómo se combinan las piezas?
-La palabra ingeniero me gusta mucho porque supone la idea del ingenio, la ingeniería en palabra inglesa engineering, y también una máquina de guerra. Al mismo tiempo, tiene un origen que viene por el árabe, que quiere decir geometría. Cada vez me acerco más a esa noción y al acto de ingeniería porque la escritura es un trabajo de combinatoria y probabilidad, empezar a organizar los materiales que uno tiene. La poética como sistema es la forma en la que se empieza a articular elementos vividos, acontecimientos, músicas, recuerdos. Yo desconfío de los métodos y de las ideologías. Sin embargo, me encantan las ideas y los procedimientos. La escritura es ese mundo incorruptible de las ideas, en el espacio lúdico de la creación y de la soberbia que uno tiene cuando juega. Es una forma de ejecutar poderes.
-¿Y tu última obra?
–Cuando pases sobre mi tumba es una obra que escribí con sangre de toro en polvo que mandé a traer de España. Por un tema de temperaturas, me despertaba más temprano que lo usual, tuve que diluirla con un procedimiento y con una velocidad especiales, además de tomar un curso de caligrafía con tres tipos de plumas porque la sangre se coagula rápido. Los cuadernos eran de Florencia y lleva un papel que abastecía a la familia de los Medici. Trabajé durante un mes, con la escritura a mano, cosa que nunca había hecho. Fue interesante porque hay que dedicarle un tiempo a cada palabra con su propia autonomía. A su vez, borrar no es suprimir sino enchastrar. Esto duele, significa manchar, hay una cicatriz que queda. Me sentía un pintor de óleos de mesas grandes y suelos protegidos. A las palabras las escribía la mano como en la gran filosofía, los grandes tratados científicos y las grandes cartas. Y así me sentía heredero de Montaigne, Donatello, Lope de Vega o Shakespeare.
-Existe una convivencia de lo clásico con el arte performático en tu creación. En Tebas…, se evidencia en el cuerpo de Lautaro Perotti atravesado por la proyección y el juego de sombras en su espalda.
-Es maravilloso. Tengo una gran fascinación por lo clásico que, en parte, viene por mi familia de intelectuales vinculados al arte. Mi madre es helenista y viene de un hogar donde se incentivó la formación. Mi primera lengua fue el griego antiguo, de pequeño fui estimulado por el aprendizaje de varias lenguas. Tuve una formación muy vinculada con los jesuitas o a nivel universitario a la filología. Lo clásico estuvo muy presente en todo mi itinerario vital. Y, en relación con lo contemporáneo, siempre lo tuve de una forma en la que se aceptaba la irreverencia, que es la forma de abordar lo clásico, es decir, nunca fue tomado como un monumento o patrimonio sino de lo que uno puede y debe apoderarse. El conocimiento y los saberes necesitan una emancipación, es un lugar adonde uno va pero vuelve al presente.
Gentileza Fabián Pol
-¿Cuál es la irreverencia en Tebas?
-El parricidio de por sí es un acto de irreverencia, es levantarse contra esa ley. El acto en sí de matar al padre es, terriblemente, violento e inconcebible. Simbólicamente, el acto parricida significa oponerse a un mandato y es algo muy bueno. Tebas dice todos buscamos matar a nuestros padres. Crecer es enfrentarse a los padres y pasar de ese amor de niños a ese odio de adolescentes para crear la relación adulta que implica el acto parricida. Por supuesto, acepta matar a la madre, es lo mismo. Son leyes muy complejas que a la vez son las que nos dieron el goce primario, quienes nos dieron vida. Por otro lado,» tomo el mito de Edipo para vincularlo con la cultura pop, que puede ser la de Roberto Carlos, las marcas de Nike, Adidas para mí son mitos también. O los superhéroes como Superman. Mauricio (Kartun) dice que el mito es una mentira con una verdad adentro que uno se come. El mito es algo pequeño que en ese relato toca la esencia de lo humano, como el amor, la lealtad, es algo concentrado, está todo ahí y puedo jugar con eso. Edipo puede suceder en una cancha, mezclado con el deporte.
-El trabajo con la iluminación es muy fino, crea retratos de los personajes.
-El trabajo del iluminador Ricardo Sica es colosal, es la persona más dulce y delicada que podés imaginar. Pinta con la luz, el modo en que maneja el retrato y el trato del video, va apagando y subiendo, tan distinto a mi puesta que era una luz de cancha de básquetbol quirúrgica, era un témpano sin cambios. Acá él hace una coreografía y una geopolítica de la luz. Lo mismo con el espacio escénico de Gonzalo Córdoba Estevez, que creó dos mundos.
Gentileza Fabián Pol
-Es un momento de surgimiento de obras que parecieran reponer fórmulas necesarias. Corina Fiorillo dirigió Nerium Park que tiene la «misma matemática» a primera vista que Tebas Land.
–Nerium Park es una obra extraordinaria como todo lo de Josep Miró (ndelaR: actuada por Paula Ransenberg y Claudio Tolcachir). Nosotros compartimos momentos y carteleras, emisiones de libros y proyectos. Luis García Barrientos trabajó con los dos textos con sus alumnos y fuimos invitados a Madrid. Son dramaturgias que dialogan. Se acaba de estrenar en Montevideo La travesía, actuada y dirigida por mi hermana Roxana Blanco, quien le presentó mi texto a Corina, y allí entre los tres hubo una red de afectos. En Las políticas de la amistad se plantea que después del modelo de gestión cultural el que llega en la pos-posmodernidad son los afectos como zona de resistencia y emancipación. Y así volvemos al comienzo de nuestra charla.
La obra Tebas Land se da en Timbre 4 (México 3554), viernes 20:45 y domingos 19:15.
Ficha artística-técnica:
Texto: Sergio Blanco
Actúan: Gerardo Otero – Lautaro Perotti
Escenografía: Gonzalo Córdoba Estévez
Iluminación: Ricardo Sica
Asistencia de dirección: María García De Oteyza
Fotografía: Fabián Pol
Prensa: Marisol Cambre
Producción: Maxime Seugé, Jonathan Zak
Dirección: Corina Fiorillo
El libro de la obra está editado y disponible en la boletería y el bar de Timbre 4.
Tebas Land fue reciente editado por las ediciones DocumentA/ Escénicas.
edicionesdocumenta.com.ar
*Ambas obras son parte de los beneficios para los lectores soci@s de Tiempo Argentino.
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