La declaración de repudio al golpe de Estado en Bolivia fue aprobada por 29 votos a favor, 8 en contra y 4 abstenciones. La tensión entre Cambiemos y los bloques del peronismo. Las señales políticas para la nueva etapa.
La iniciativa se votó sobre tablas –no estaba prevista su tratamiento, no se la había analizado en comisiones- en una suerte de veloz acto reflejo ante el carácter de los hechos que se precipitan en Bolivia, donde se está viviendo la crisis política y la amenaza a la institucionalidad democrática más grave en lo que va del siglo XXI en Sudamérica.
Sobre un total de 72 senadores, muchos de ellos ausentes, el proyecto del FpV-PJ y el Bloque Justicialista logró un apoyo bastante holgado.
Sin embargo, el resultado de la votación no estuvo exento de negociaciones en un clima de buen trato y relativa comprensión entre el oficialismo en retirada (que luego del 10 de diciembre dejará de serlo) y la oposición en ascenso (que se prepara para ser gobierno, y a partir de la asunción de Fernández es muy probable que en el cuerpo funcione en interbloque).
Las tratativas apuntaron a evitar que la sesión se quedara sin quórum. Sucede que por la cantidad de senadores ausentes, si subía la cantidad de abstenciones –que no se contemplan para el quórum de la mitad más uno del cuerpo, o sea 37 legisladores-, la sesión se habría caído y todo lo debatido perdido validez parlamentaria. Esa fue la razón por la que seis senadores de Cambiemos que en un primer momento tenían previsto abstenerse cambiaron su voto y terminaron votando en contra.
Este acuerdo contó con la mediación del presidente provisional del cuerpo, Federico Pinedo. Fue, en definitiva, una sesión sin los niveles de confrontación y de pirotecnia verbal que, en sesiones claves, suelen acompañar las votaciones. Ese tono estuvo en cierto modo enmarcado por el malestar que recorría a algunos senadores de Cambiemos. Estos legisladores, sobre todo los radicales pero no exclusivamente, se sentían incómodos y al mismo tiempo condicionados por los pasos diplomáticos que habían hecho hasta el momento el canciller Jorge Faurie y el presidente, Mauricio Macri.
Por el lado de los legisladores que abrevan en el Frente de Todos, el objetivo no era sólo emitir una declaración de sesgo testimonial. Los senadores del FpV-PJ y del Bloque Justicialista vivieron la sesión de este miércoles como un hecho político e institucional que ejerce presión –en tándem con la sesión de Diputados- sobre las acciones del presidente saliente, el propio Macri. El líder del PRO, se sabe, traspasará el mando a Fernández en menos de un mes.
“Nosotros queremos que el gobierno (de Macri) no reconozca a la usurpadora del poder en Bolivia (por la autoproclamada mandataria de Bolivia, Jeanine Yañez), que hoy está al frente de la magistratura. Vos no podés tomar una decisión así (reconocer al gobierno golpista) a menos de un mes de dejar el gobierno, en una transición como la que está viviendo la Argentina y con un presidente electo a menos de un mes de asumir”, planteó a Tiempo un senador que tiene bastante injerencia en las estrategias legislativas del Frente de Todos.
Hasta la noche del miércoles, el autodenominado gobierno encabezado por Yañez en su condición de presidenta interina fue reconocido oficialmente por Estados Unidos, el Reino Unido y Brasil. En diálogo con Tiempo, el senador nacional Marcelo Fuentes (Neuquén-FpV/PJ) advirtió que las autoridades del actual gobierno argentino han llevado adelante, en relación con Bolivia, una posición “mendicante, claudicante y, como mínimo, tilinga”.
“Tanto la actitud del canciller (por Faurie) como la del presidente (Macri) han estado acordes a la política exterior mendicante, claudicante y, como mínimo, tilinga que prioriza por sobre todo acatar lo que transmite Estados Unidos. Este gobierno no entendió nunca cuáles eran los intereses para defender en la política exterior argentina. Se han manejado con negligencia y liviandad en todo lo que remita a Bolivia, a fin de congraciarse con (Donald) Trump”, aseguró Fuentes.
“Para entender la gravedad de lo que vive Bolivia hay que remontarse a las amenazas que sufrió en los últimos años ese país. Están en riesgo su institucionalidad democrática y también su integridad territorial. Por eso, desde Argentina y en relación con Bolivia, hay que llevar adelante una política de Estado que priorice garantizar la paz y la integridad de su territorio. Bolivia es el país que aporta la comunidad más numerosa que vive en Argentina. Y es un nítido proveedor de recursos estratégicos. Una crisis como la que atraviesa Bolivia afecta a todas las provincias del noroeste argentino. En suma, lo que sucede allí huele a gas, litio y petróleo”, completó Fuentes en comunicación con este diario.
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