Columna de opinión.
La segunda razón del ensañamiento es que ellos están sobredeterminados por su propia ideología. Es decir: no son meros actores que planifican perfectamente las cosas sino que, además, están capturados por sus propios modos de pensar la historia, el mundo, la Argentina y cómo se debe actuar desde el Estado. Y allí, a la larga, se van a encontrar con que la historia los puede sorprender.
Si lo pensamos en términos más pragmáticos, a ningún gobierno, incluso de derechas, se le ocurriría semejante encono con una figura militante como la de Milagro. ¿Por qué lo necesitarían? ¿Por qué necesitarían este encono?
Decisiones políticas y judiciales como el traslado intempestivo de Milagro al penal de Alto Comedero sin notificar previamente a sus abogados confirman que el neoliberalismo marcha hacia el Estado de Excepción. Los términos de Democracia y de Estado de Derecho, bajo el neoliberalismo, quedan severamente interpelados.
El macrismo, entre todos los gobiernos neoliberales del mundo, tiene sus particularidades. Encarna una suerte de neoliberalismo absoluto, de neoliberalismo integral. En Europa, los gobiernos neoliberales de derecha siguen buscando mediaciones políticas para consolidar su poder. En la Argentina, por el contrario, Cambiemos actúa impunemente y parece no necesitar de las mediaciones políticas que, normalmente, exige un gobierno.
Una de las elecciones que ha hecho el gobierno argentino es no escuchar a los organismos internacionales, como la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH). Porque el de Mauricio Macri es un gobierno que se basa, pura y exclusivamente, en el espíritu empresarial: piensa que las organizaciones multilaterales son meras superestructuras que no tienen incidencia. No creo que ellos sientan una gran presión con respecto a esos organismos. No los perciben como un límite. La gran incógnita a resolver es, en todo caso, cómo y cuánto va a ser sustentable este proyecto económico en un plazo más lejano.
Otro hecho para puntualizar es la acción del gobierno ante la desaparición de Santiago Maldonado. Refleja una situación en la que están plenamente instalados en la ofensiva. Están transitando un momento en el que se sienten muy consolidados. Sin embargo, si miramos la historia argentina, esas certezas y esa percepción de estar a la ofensiva no tienen asegurada la continuidad en el tiempo.
El macrismo está en una etapa de acumulación de poder y va en dirección a eso. Tienen esta acumulación de poder, ahora, de forma ilimitada. Lo que es difícil de predecir es si estamos viviendo el colapso de toda la historia argentina pasada y, por lo tanto, se está inaugurando un tiempo histórico en el que el neoliberalismo puede regir el destino del país de manera ilimitada, o si resulta que hay huellas en la historia argentina que pueden retornar, aunque ahora sea muy difícil de prever cuál será la modalidad de ese retorno.
Circunstancialmente, el tránsito hacia un Estado de Excepción, y el deterioro de la Democracia y el Estado de Derecho, son compatibles con la capacidad del neoliberalismo para construir mayorías electorales. Son mayorías electorales sí, pero no conforman una articulación hegemónica.
En mi tesis, que es peculiar y seguramente podrá ser discutida, el poder puede generar cultura, puede generar consenso, puede generar una maquinaria electoral, pero la hegemonía siempre se hace con lo que no hay.
Hegemonía es una invención política que siempre construye un sujeto político nuevo y con vocación transformadora. Ninguna de estas condiciones, en rigor, se constata en la acumulación de poder del macrismo. El macrismo ha elegido a su enemigo: son las figuras políticas o sociales más asociadas al kirchnerismo. Esa elección del enemigo le ha dado resultado. Porque el kirchnerismo es lo inmediatamente anterior. Han generado una serie de «mantras» que le han resultado eficaces. Pero eso no implica que se esté construyendo un «pueblo», una articulación hegemónica. En todo caso refleja que el mensaje que Cambiemos ha construido con respecto a la experiencia política kirchnerista es, desde el punto de vista de los dispositivos de poder, eficaz.
Un gobierno que quiera mantener una faz democrática y que su idea sea llevar el odio hasta el punto de una situación tan límite y tan cruel encarna una gran contradicción. Maquiavelo no se lo recomendaría a nadie. Vamos a ver durante cuánto tiempo sostiene esa contradicción.
Por ahora, al gobierno de Cambiemos le está dando resultados apelar a la combinación de miedo y odio.
Ante este escenario, la obligación de quienes impulsamos un proyecto emancipador e igualitario es, siempre, y sobre todo cuando uno está en relación con una causa, no deprimirse. Insistir. No confundamos este momento de acumulación del poder, que tiene toda la apariencia de ser muy efectivo, con la existencia de un proyecto político histórico. «
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