El ministro de Ciencia, Tecnología e Innovación señala el retroceso de estos años y la urgencia de reforzar las becas, hoy bajo la línea de pobreza. Habla de una "ciencia transversal", con compromiso social, "que impacte en la vida de los ciudadanos".
–¿Qué es lo urgente? ¿Revertir los recortes presupuestarios en ciencia y tecnología?
–Partimos de un piso muy bajo, que necesariamente tiene que subir. Porque hay un mensaje muy claro por parte de Alberto Fernández y también de Cristina de poner a la ciencia y la tecnología de pie. El escenario es muy complejo y con problemáticas urgentes para un enorme sector de la ciudadanía, de acceso a la alimentación, a los medicamentos. Pero en nuestra área hay un dato concreto y es que no podemos permitir que nuestros científicos se vayan del país. Y eso implica cambiar variables bien definidas. Tenemos las becas por debajo del nivel de pobreza, subsidios que no alcanzan para nada, investigadores que van a buscar plata a los concursos de la televisión e institutos que tienen problemas para abrir sus puertas. Y un problema muy grave: generamos dos mil doctores por año y no tenemos dónde ponerlos, en un sistema de ciencia y tecnología que se volvió expulsivo. Nosotros tenemos que dar vuelta eso: recuperar los salarios, el financiamiento, y reforzar los ingresos a la carrera de investigador, darle esperanza a los jóvenes científicos, que sepan que pueden quedarse a investigar en el país.
–¿Cómo fue la transición con Lino Barañao, con quien trabajaste desde el Conicet durante la gestión de Cristina Kirchner?
–Yo no lo veía desde 2015. Había mantenido una conversación en febrero de 2017, cuando la decisión de Mauricio Macri de no nombrarme en el directorio del Conicet. Y volvimos a vernos recién hace diez días, para sentarnos con él y un grupo de colaboradores y que nos trazaran un panorama de lo que estuvo ocurriendo en el ministerio. Encontramos, en una primera mirada, además de todo lo que ya sabíamos, la deuda en los programas de cooperación internacional y muchas otras, como los pagos adeudados a editoriales para el funcionamiento de la Biblioteca Electrónica, y todo el dinero que debe la Agencia (Nacional de Promoción Científica y Tecnológica) en proyectos aprobados pero luego suspendidos. Hoy, de las veintipico de herramientas de financiamiento a la investigación que tiene la Agencia, sólo cuatro o cinco abrieron nuevas convocatorias a presentar proyectos, el resto está suspendido hace tiempo. Todas las líneas de aportes que sustentaban la actividad de pymes innovadoras o los fondos de Empretecno, para proyectos de empresas de base tecnológica, se cortaron.
–¿Cómo se revierte en la opinión pública el discurso de Cambiemos sobre la inutilidad de la ciencia básica si no tiene una inmediata aplicación económica?
–Nosotros sostenemos que este ministerio tiene que encontrar los canales para, en coordinación con los otros actores del Estado nacional, transferir conocimiento a la sociedad. Pero hoy estamos en un contexto diferente, y no sólo necesitamos que la innovación sea productiva, o sea, sólo tecnología para empresas, que era muy el perfil del ministerio anterior. Por eso le hemos cambiado el nombre: hoy hablamos de innovación productiva, de innovación social, de innovación ambiental. No podemos avanzar en la producción si no cuidamos el medio ambiente, ni podemos avanzar en un sistema de ciencia si no logramos impactar en la sociedad, apoyando desde la transferencia tecnológica a la agricultura familiar, a las cooperativas, a las pymes, y esto sólo se logra articulando con los otros ministerios. En su discurso de asunción, Alberto Fernández habló de ciencia y tecnología en distintos momentos: en el marco del Consejo Económico Social; en el marco de la emergencia alimentaria; en el área de Defensa, donde hay todo un desafío en términos de innovación y desarrollo; en el área del trabajo, por el impacto de las nuevas tecnologías en el mundo laboral; o en salud, con la producción pública de medicamentos para quienes no pueden comprarlos. Entonces, lo que aparece es el concepto de una ciencia transversal, no encapsulada en un ministerio que se mira a sí mismo, aislado, sino comprometido para coordinar, sin descuidar la investigación en ciencia básica, que es fundamental, un sistema científico-tecnológico que impacte en la vida de los ciudadanos.
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