El gran documental de Josefina Zavalía Ábalos ofrece una oportunidad de comprender con mayor profundidad los orígenes del género en Santiago del Estero, su legado y mucho de lo que nos dará en el futuro. En diálogo con Tiempo, Peteco Carabajal analiza la producción de la que también forma parte y mucho más.
Claro que si se trata de ánimo, la película lo levanta sola, ya que en su recorrido por la historia de Salavina a través de la música, la creencias, la sociología, la misma historia y sobre todo un grupo de sus más destacados hijos e hijas, el documental ofrece una visión precisa de uno de los pueblos más antiguos de Santiago del Estero. Y si bien escueta por el formato (da la sensación de que se puede estar años hablando de Salavina), Salidos de la Salamanca permite entender por qué la chacarera seguramente no pudo haber surgido en otro lugar que en ese pueblo ubicado en el Antiguo Camino Real, a orillas del Río Dulce.
“Aquí desde Buenos Aires la visión ya está con muchas influencias de pensamientos y de intereses”, intenta Peteco dar una explicación de cómo es posible que una música tan poderosa y con tanto arraigo en la tierra y sus habitantes desde hace siglos, recién haya podido comenzar a conocerse en la gran ciudad a principios del siglo XX. “Entonces la música a partir de Buenos Aires vuelve hacia todo el país con categorías que en realidad no existen como tales: eso demora mucho la comprensión y el conocimiento. Aquí se discutieron mucho tiempo cosas que no aportan nada, por ejemplo, el hecho de si la chacarera es santiagueña o no, si es folklore o no lo que hace tal artista. Mi viejo es el autor de ‘Entre a mi pago sin golpear’, la segunda chacarera que es paradigma de la música -la primera es ‘La añoranza’-, y mi viejo nunca tuvo el reconocimiento de la oficialidad del folklore y de los medios periodísticos importantes: es al revés, ellos tardan mucho en darse cuenta dónde está la posta.”
Salavina figura en innumerables letras y en sus canciones los artistas hacen referencia a características que describen la identidad santiagueña: la soledad, el quichua, la aridez de su tierra, los que eligen irse o quedarse, la añoranza, y también el humor y la alegría como un derecho. En un pasaje, Peteco dice que cuando entra a la casa de su abuelo el pasado se le hace hoy para dar lugar a un presente multiverso, podrían decir los pibes hoy. “Siempre hay chicos, adolescentes y más grandes, también de la familia. Esa casa tiene plena actividad, plena vida. Para mí no es regresar al pasado, pareciera como que todo está presente ahí. La Salamanca como la entendemos nosotros los santiagueños es la casa de uno, es donde uno ha aprendido desde la infancia algo que no se te borra más y te va a acompañar toda la vida como un tesoro.”
Así que, cual película, lo que se monta allí en cada visita es presenciar en otros chicos lo ya hecho: “Se va repitiendo ese aprendizaje, van surgiendo nuevas vibraciones, la energía y todo eso. Puedo comparar una chacarera de hoy, la pongo en el mismo nivel de lo que conozco con respecto a la chacarera desde Andrés Chazarreta, Los Hermanos Díaz, Los Hermanos Ávalos, Los Hermanos Simón, Los Hermanos Juárez, los Manseros, los Carabajal. Entonces cuando hago una composición nueva trato de que sea parecida a esas chacareras y sé que tiene la vibración nueva también. Y lo escucho a mi hijo Homero, que tiene 33 años, y las chacareras que compone son simples pero con una vibración mucho más nueva todavía.”
Y eso sucede en el film: todos suenan similares pero diferentes, como si se tratara de los miembros de una familia que a primera vista son bien distintos, pero apenas uno se detiene en sus rasgos y andares cae en la cuenta de un hilo, una línea que los une. “Santiago del Estero cultiva mucho la cosa en familia. Siempre digo que somos familia de gitanos: indios, tribu, familia es muy así”, ríe. La llamada Madre de Ciudades (por ser el primer asentamiento durante la Conquista española desde donde se fundaron otros pueblos argentinos) resultó un punto de confluencia de culturas disímiles que parecen haberse conjugado de una manera excelsa en una única música: la chacarera. “Los pueblos más pacíficos estaban a orillas del Río Dulce y los más combativos en el Río Salado, ahí se cruzaron varias culturas indias; y lo negro es muy fuerte también, y tal vez los más importante: toda la cuestión rítmica nos viene de África y se fusiona con lo español en cuanto a la melodía, a lo armónico. Y después está lo incaico: la escala pentatónica incaica es de cinco notas y la europea de siete notas, y eso la hace mucho más afín con la música hindú o con la china y la japonesa, que es de montaña. Todo eso va influenciándose y de alguna manera en Santiago se recibe de todo un poco de todas esas corrientes, que han estado desde el principio y anterior a la llegada del español.”
Toda clase debe llegar a su fin, lo mismo que el documental, que agrega a esa mixtura más de trazo grueso de Peteco, la fina relacionada con saberes chamánicos, de mujeres sumidas en una cultura patriarcal pero no sumisas, de una tierra que con su aridez marcó y marca desde el nacimiento a quienes nacen en ella. Acaso por eso Carabajal tenga eso que se define como timing para entender los momentos históricos de su pueblo. “Hace ya dos meses que mi estado de ánimo, para poder hacer cosas, necesito descansar un poco de todo. No me hace falta más nada para poder decir que este es un momento de no verdad, donde todo el mundo sabe bien cómo es la cosa pero todo el mundo sigue sanateando porque le va su trabajo, le va la vida, muchas cosas. Yo no tengo ganas de participar de ninguna de esas sonatas que se ven hoy en día analizando la situación. Estoy desencantado totalmente y esperando la posibilidad de que haya una organización o algo en la oposición que dé ganas de apoyar de vuelta con todo. Pero eso no quiere decir que no participe. Sigo participando de todo: tengo que estar, estoy. Pero no tengo muchas ganas de analizar la situación y pensar en Milei: me da asco ese tipo.”
-Puede parecer depresión pero es como retirarse a ver el atardecer.
-¡Claro, totalmente!
Directora: Josefina Zavalía Ábalos. Guion: Josefina Zavalía Ábalos. Con la participación de Peteco Carabajal. Estreno: jueves 30 de mayo. Cine Gaumont.
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