Como anticipó esta columna, publicada originalmente el domingo 11, los hinchas del Celtic boicotearon este fin de semana el homenaje a la reina Isabel II. Las autoridades de la Premier de Escocia cambiaron el minuto de silencio por uno de aplausos pero los hinchas del Celtic cantaron "si odiás a la familia Real, aplaude".
Los fenianos son los nacionalistas irlandeses. Said Lizzie to Philip nació después de que el Celtic de Glasgow, uno de los equipos más populares de Escocia, se quedara con la Coronation Cup, un torneo hecho a la medida de la familia real para celebrar la coronación de Isabel II. Pero lo ganó -final con el Hibernian de Edimburgo- un equipo antimonárquico, fundado por inmigrantes irlandeses, activistas nacionalistas, republicanos y católicos que resistían a lo británico. “La identidad irlandesa y católica del Celtic se ha mantenido sin cambios”, me dice Paul McQuade, que reconstruyó la historia de 1953 en su bellísimo libro Said Lizzie to Philip, cómo el Celtic estrelló la coronación.
“A lo largo de la existencia del club, el Celtic ha cantado canciones rebeldes en apoyo de la resistencia republicana irlandesa contra Gran Bretaña aunque el propio club lo ha criticado. Es una fuerte identidad antibritánica aliada a sus raíces irlandesas”, me cuenta McQuade. Su libro ayuda a entender cómo fue la relación de esos sectores rebeldes con la reina que murió a los 96 años, setenta de ellos sentada al trono británico.
La historia del Celtic también ayuda a comprender un video que se reprodujo mucho por redes sociales después de la muerte de Isabel II. “Lizzy is in a box”, cantaron los hinchas del Shamrock Rovers, un equipo irlandés, en el partido contra el Djurgårdens de Suecia por la Europa League 2. Lizzy, la reina, está en un ataúd. Lo que se escuchaba como un canto de crueldad es una respuesta a demasiados años de historia. Nada se resume en una muerte ni en una foto ni en un video.
“Históricamente -cuenta McQuade- los fanáticos del Celtic han faltado el respeto a los símbolos de la identidad británica y monárquica al abuchear el himno nacional británico en los partidos y cantar canciones antirealistas”. La liga escocesa fue suspendida por la muerte de la reina. Cuando se retome, McQuade dice que la reacción de las tribunas del Celtic será más dura que la del Shamerock Rovers. Los dos equipos tienen los mismos colores.
Los identifica el shamerock, el símbolo de Irlanda, el trebol de cuatro hojas. Celtic está puntero en el campeonato. Lo sigue el Rangers, su contracara. Los dos rivales más intensos de Escocia jugaron el sábado pasado en Parkhead. Ganó Celtic, el local, por cuatro a cero. Al clasico de Glasgow le dicen The Old Firm por una vieja historia. A principios de siglo pasado, el diario The Scottish Referee insinuó que los partidos se arreglaban para que se mantuviera a tope la atracción y la venta de entradas. “The old firm of Rangers-Celtic Ltd”, lo llamó. Celtic y Rangers están separados por lo social y lo político. Si Celtic representa a los irlandeses católicos, a los republicanos, el Rangers es el club de los protestantes, el lealismo.
“Los pensamientos de todos en el Rangers Football Club están con la Familia Real y todos los que están de luto por la pérdida de Su Majestad en este momento excepcionalmente difícil”, tuiteó la cuenta oficial del club azul. La bandera de la Union Jack se bajó a media asta en el Ibrox Stadium. La cuenta del Celtic hizo silencio sobre la muerte real. No tuiteó nada, sólo anunció la suspensión del fútbol. Ese contraste habla también de lo que implica la rivalidad.
Celtic, que esta semana debutó en la Champions con derrota 0-3 frente al Real Madrid, fue campeón europeo en 1967. A sus jugadores se los conoció como los Leones de Lisboa, final contra el Inter de Italia que lo convirtió en el primer equipo británico en dar el golpe. Se hizo conocido en la Argentina como el rival de Racing en la Copa Intercontinental. Quedó ese relato, el gol improbable del Chango Cárdenas en Montevideo, el vuelo del arquero John Fallon, la hazaña de Racing. Pero en todo ese trasfondo estaba el espíritu de un club que arrastraba en su historia lo que había ocurrido en 1953. Lo que escribe McQuade: “Habían irrumpido en la fiesta realista con la mejor tradición rebelde”.Décadas después de esa Copa Intercontinental siguieron las canciones de los hinchas del Celtic, gritos y pancartas de izquierda. La reacción cada vez que jugaban contra clubes ingleses fue la de cantar Argentina, Argentina como reclamo por la soberanía de las Islas Malvinas. También idolatrar a Diego Maradona. Paul me manda una canción de Charlie and the Bhoys. Bhoys es como llaman a los hinchas del Celtic. Tiene letra de Derek Warfield y no necesita traducción en su estribillo. Dice las Islas Malvinas Argentinas.
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