¿Retrocedió Trump?

Por: Pablo Pozzi

La progresía mundial defiende al liberalismo económico sólo por oponerse a la política de Trump.

La prensa internacional brama sobre la locura desquiciada de Trump por desatar una guerra de aranceles que se lanzó con una base de 10% de incremento hasta llegar a imponer un 125% sobre las importaciones chinas. Luego de una semana de idas y venidas, Trump suspendió buena parte de sus aranceles, manteniendo el 10% de incremento base y los aumentos impuestos a China. Una vez más, la prensa insistió que “Wall Street le había puesto un límite” al desquicio de la «Bestia Naranja». Simple: Trump malo, Wall Street bueno. Los que votaron a Trump quieren el caos y el desastre mundial. Pero, ¿es así?

Primero, un aspecto interesante es que este miércoles 9 se publicaron las últimas encuestas norteamericanas. En todas, la opinión pública aprueba de su labor entre 47 y 52%. Evidentemente la posición de Trump tiene el apoyo de por lo menos la mitad del electorado. Tiene sentido si pensamos que la inflación afecta menos que el desempleo a los sectores trabajadores, pero más a sectores medios y profesionales.

Segundo, ¿retrocedió Trump? No estoy muy seguro. Por un lado, pensar que la decisión, de principio a fin, era solo de The Don es suponer que el presidente yanqui es una especie de monarca. En realidad, hay una batería de asesores que reflejan diversos intereses. También, Trump no esta haciendo nada muy distinto a lo que hizo en su primer gobierno: aumentar las tensiones sobre China y tratar de subordinar a sus aliados a las necesidades económicas norteamericanas. Mi sensación es que Trump esta negociando, y “congela” por 90 días sus aranceles después de haber conseguido concesiones de buena parte del mundo. Como dijo él: “todos vinieron corriendo a besarme… pidiendo ventajas”. Pero también es indudable que han desatado una fuerte disputa en el seno de la clase dominante norteamericana, donde figuras trumpistas como Elon Musk tienen suculentos negocios con China.

Tercero. Pero lo más importante es qué hay de fondo. Trump ha dicho que para lograr resultados hay que modificar el sistema económico, y que esto va a traer grandes dolores, pero también, eventualmente, grandes beneficios. ¿Por qué? Una respuesta es que la economía norteamericana tiene serios problemas, y no es más la que fue en 1960 y parte de 1970. Su decadencia, lenta pero constante, comenzó con la crisis del petróleo en 1973, se agudizó con el descontrolado gasto militar de Reagan, y con el rechazo en 1991 al proyecto de “gastar el dividendo de la paz en la reindustrialización”. El resultado ha sido una balanza comercial cada vez más deficitaria, una economía especulativa, ya que muchísimas empresas maximizan sus ganancias estableciéndose en zonas del mundo donde los salarios y las condiciones laborales son infrahumanas (increíble que sean peores que las de EE UU). Esto se une a un gasto militar cada vez mayor para gestar un déficit terrible. EE UU tendía a equilibrar su déficit con una balanza de pagos favorable (o sea las remesas de dinero hacia EE UU derivadas de la deuda de los países y cosas como el narcotráfico), de la venta de bonos del tesoro, y cuestiones como el precio diferencial de comprar y vender los dólares necesarios para comerciar. Gracias al euro y al yuan ahora se puede comerciar en otras monedas, y EE UU pierde el canon que cobraba por tener la única moneda mundial. Resulta que el Tesoro debe 1 billón (o un trillón de ellos) de intereses de la deuda todos los años. Esto no puede continuar, sobre todo frente al cada vez mayor desafío de China, los otros BRIC y la UE. La guerra comercial hace dos cosas: por un lado, promete reducir ese déficit, y por otro es un intento de repartir la crisis económica norteamericana a todo el mundo.

¿Tendrá éxito o no? Difícil decirlo. Éxito total seguro que no, pero en una guerra pocas veces se gana o se pierde totalmente. Lo más probable es que logre modificar aspectos del sistema comercial mundial, y repartir los costos de la crisis. Países como la Argentina se van a encontrar que o reestructuran su economía especulativa o irán a la bancarrota. Es poco probable que organismos como el FMI nos salven, en un contexto donde Trump amenaza con retirarse y la mayoría del directorio del Fondo insiste que Argentina es un “incumplidor serial”. ¿Gastarán miles y miles de millones para el salvataje de una economía y un empresariado que en realidad son una especie de timba de barrio? Poco probable. Lo que si pueden hacer es otorgar un préstamo muy condicionado pero que evite que Argentina tenga un default con el Fondo. Esto porque el FMI se encuentra encerrado en su propia política. Al decir de Stiglitz cuando se es un deudor tan grande el problema es del banco. Pero al mismo tiempo, ¿se arriesgarán en respaldar a un gobierno no solo es impredecible e incompetente sino con una autoridad decreciente? Su probable solución es ni una cosa ni otra; más o menos como hace Trump. Este expresa su respaldo enviando al secretario del Tesoro, Scott Bessent, mientras aumenta los aranceles a la importación de carne argentina, no se reúne con Milei ni para una foto, y expresa su admiración por la mexicana Sheinbaum.

¿Y el resto del mundo? Todos chillan por el regreso al “proteccionismo”, pero todos han aprovechado para imponer sus propios aranceles: por ejemplo, la reciprocidad china de imponer 125% a las importaciones desde Estados Unidos. Y, o mucho me confundo, la China se viene preparando para algo así desde hace varias décadas. Un resultado posible es que EE UU reduzca su déficit, y por ende fortalezca su dólar. Pero al mismo tiempo, le generará a China la posibilidad de incrementar su comercio internacional, y penetrar aún más zonas que eran coto de caza norteamericano, Por ejemplo, América Latina.

Mientras tanto la progresía mundial se encuentra en la increíble situación de defender al liberalismo económico solo por oponerse a la política de Trump. En realidad, no hay que estar ni a favor ni en contra. Es más, tenemos que darnos cuenta de que esto crea oportunidades. Cuando se pelean los poderosos los débiles podemos avanzar. Al igual que Sheinbaum o Lula, lo que debería hacer Argentina es presentar un frente duro a Trump para tener mejores términos de negociación. Sobre todo, porque Washington necesita aliados en un contexto donde su política lo puede llevar a un aislamiento.  «

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