Frases como “yo te pongo los 25.000 dólares pero al chico fichámelo”, como le dijo la madre de un juvenil a Marcelo Moretti -ahora presidente en licencia de San Lorenzo-, son una práctica usual en la etapa formativa de los clubes, aunque a Primera solo llegan los mejores.
“Yo te pongo los 25.000 dólares pero al chico fichámelo”, le dice la madre de un juvenil a Moretti, mientras se guarda un fajo de dólares en el bolsillo de su saco, durante una cámara oculta del programa “Telenueve Denuncia”. Al lado del presidente de San Lorenzo, sentado, Francisco Sánchez Gamino, funcionario libertario de la Jefatura de Gabinete de Javier Milei, echado tras el video en el que se arroga encargarse de las “pruebas” de juveniles. Aunque no figure en ningún libro contable, Moretti esgrimió que los dólares fueron una “donación”. “Se acaban los kioscos, créemelo. Se acaba el clientelismo, el amiguismo, los protocolos, el club de amigos, se acaba que juegue el hijo de tal, el ‘che, probámelo porque éste es amigo de un amigo’”, había dicho Moretti antes de las elecciones de diciembre de 2023. Esta semana fue denunciado por “averiguación de ilícito” y “administración fraudulenta” (San Lorenzo emitió cheques sin fondos entre marzo y abril por 375 millones de pesos).
Realidad, mito y, en ocasiones, excusa y envidia, los “acomodos”, los “hijo de” y los “favores” en las inferiores existen desde la espectacularización del fútbol (hay testimonios al menos desde la década del 70). Coacciones de padres, de empresarios, de representantes, de dirigentes y, en menor medida, de coordinadores y de entrenadores para fichar a un juvenil sin nivel a cambio de un retorno. Alguna vez, un coordinador de inferiores de un club chico reunió a todos los entrenadores de las categorías. Les planteó que un representante le había ofrecido una cantidad de dinero a cambio de que fichara por un año a un chico mexicano para que, cuando regresara a México, pudiera exhibir en su currículum que había jugado en Argentina. Y que ponía la situación a votación, porque con el dinero podían ayudarles -desde cargas de la SUBE hasta frutas- a los 20 mejores juveniles de las inferiores. Votaron a favor. El hijo “acomodado” por la madre que aparece en la cámara oculta a Moretti no jugó ni siquiera un minuto en la liga infantil de la AFA. En las infantiles (hasta 13 años) y en las categorías chicas de las inferiores (Novena, Octava y Séptima), hay movimientos constantes de juveniles, porque, además de la de la AFA, disputan una o dos ligas paralelas en las que juegan los no citados para la de la AFA.
Juan Pablo Pochettino es director del espacio educativo Fútbol Formativo. Entrenador y docente en la Escuela de Técnicos de Vicente López, trabajó como preparador físico en infantiles e inferiores en Atlanta, Chacarita, Tigre y San Lorenzo, y en la Reserva de Platense y de Barracas Central. “Todo sigue nublado, más o peor. Hoy casi todos tienen representantes en juveniles -cuenta Pochettino-. Pero también se usa como excusa lo del ‘acomodo’. Capaz no te alcanza para ser futbolista, no lo querés reconocer y lo usás como excusa. Eso también a veces acusan los padres. Es un justificativo, como los que dicen que justo se lesionaron cuando lo llamaron para ir a Primera. Algún jugador recomendado o ‘hijo de’ puede llegar a tener una vida más. Pero el ‘acomodado’ no llega a jugar, nadie se quiere quemar. Hay una gran confusión entre los que juegan a la pelota y los futbolistas. En el fútbol no llegan a Primera los que mejor juegan, sino los mejores”.
En 2003, días antes de que cumpliera 14 años, me probé en un club bonaerense del Ascenso, hoy en segunda división. Éramos más de un centenar. Quedamos cinco (entre ellos, un arquero). Nos ficharon para la Novena. Durante un entrenamiento, después de que perdiera ante el equipo el estatus porque intuíamos que había quedado por “acomodo” y porque, evidente, no daba la talla, el arquero fue a buscar una pelota lejos. El entrenador, sin confirmarlo pero tal vez para ganarse nuestra complicidad, le puso un apodo: “Tenazas”. El entrenador trabaja hoy en San Lorenzo, desde antes de la gestión Moretti, tras un paso por otro club grande.
“En juveniles -me dice Pablo Aimar, formador en las selecciones argentinas-, los ponemos juntos en los ejercicios a los que vemos que les gusta encontrarse, que se vuelven para dársela. En juveniles se ve un montón el estatus que le dan los compañeros al bueno: se vuelven para darle la pelota. Y el estatus que no se gana es el que para ellos no es tan bueno, porque la tienen para dársela y se vuelven para que eso no pase. Hay edades en que el fútbol es muy justo, y muy cruel, a veces. Cuando somos chiquitos y pisamos, al primero que eligen es al bueno, y al segundo que eligen, es al segundo bueno. Y después, cuando ves el partido, está clarísimo quién es el primer bueno, y el segundo bueno, y el tercer bueno, y así los fueron eligiendo. El fútbol, como juego puro, es hermoso”.
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