El 11 de junio Martínez Rojas tomó por la fuerza la planta de la radio en Villa Soldati. Ayer a la madrugada sus patovicas irrumpieron en los estudios y en la sala técnica, con saña, destruyendo a mansalva. Mientras, el gobierno nacional mira para otro lado.
Cuando Martínez Rojas nos censuró, sacándonos del aire -hecho que fue denunciado en la Justicia Federal-, también censuró a nuestros oyentes y a legisladores, abogados, periodistas y referentes de la sociedad civil y de sindicatos que ese día manifestaron su preocupación y solidaridad con los trabajadores.
A finales de enero, Martínez Rojas supuestamente adquirió la empresa Desup SA (que explota la licencia LR9 AM 1190) e incumplió todos los acuerdos firmados en el Ministerio de Trabajo. Durante estos meses, el funcionario a cargo, Jorge Triaca, no intercedió ni aplicó el poder de policía que tiene la dependencia. La pasividad e inacción perjudicó a los trabajadores.
Tampoco actuó el ENACOM, la autoridad de aplicación en el caso de frecuencias de radio y televisión. A Martínez Rojas le otorgaron plazos cómodos para comprobar que adquirió la emisora a Szpolski y compañía, hecho que nunca se consumó. Es decir, la titularidad de Radio América es un misterio, al no tener una declaración oficial del titular del ente, Miguel de Godoy.
Existen sobrados motivos legales para que el ENACOM le deniegue la licencia a este personaje. ¿Cómo el Estado le podría otorgar una licencia a alguien que a través de dos cuentas de Twitter -que nunca desconoció y en la que se habla en primera persona como si fuera el verdadero dueño de la radio y Tiempo- hostiga, amenaza, insulta, se burla, persigue a sus trabajadores, sus delegados gremiales, periodistas de otros medios, abogados, especialistas en temas de comunicación y hasta representantes públicos como son los diputados nacionales elegidos por el voto popular? Dijo que si estuviéramos en Dictadura, al primer lugar donde iría sería a Amenábar 23. Que el ISIS debería entrar allí y acabar con todos. O que un tren debería pasarnos por encima.
Los trabajadores que durante siete meses garantizamos que Radio América no desaparezca, pese al abandono empresarial, y mantuvimos el aire, las instalaciones y la frecuencia, ahora sólo podemos transmitir por internet en .
Nos hicimos cargo de la programación y logramos aumentar la audiencia. Radio América pasó del 8º lugar de las AM más escuchadas bajo control de Sergio Szpolski, a estar séptima con nuestra autogestión transitoria. Martínez Rojas y sus jefes ocultos aparecieron de la peor manera. No alcanza la solidaridad vía twitter de los funcionarios, exigimos la intervención directa del Estado para salvaguardar la integridad física de todos los trabajadores, y los puestos laborales.
Sin respuestas de los dueños (o presuntos dueños), ni de organismos y ministerios con capacidad de acción, nos hicimos cargo de todo. No sólo del aire, sino también de los servicios de luz, agua e internet. Cayeron las obras sociales, sobrevivimos con donaciones y ayuda de amigos y familiares. Sufrimos violencia mediática, discursiva, psicológica y amenazas múltiples. Faltaba la violencia física, explícita, que llegó en la madrugada de ayer. «
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