El hombre de 71 años murió por coronavirus. Eric Luciano Torales sostiene que en realidad es una víctima más del contagio masivo, a pesar de haber roto la cuarentena para asistir al cumpleaños después de su regreso de Estados Unidos.
El juez descreyó de su versión de defensa: que Torales estaba sano y fue él quien se contagió de coronavirus en la celebración, a la que habían asistido otros comensales que regresaron del exterior o tuvieron contacto con quienes habían retornado en los días previos.
Barral procesó al joven por “propagación de enfermedad peligrosa y contagiosa culposa, agravada por el resultado enfermedad y muerte”. Esa figura contempla penas que van de los seis meses a los cinco años de cárcel. Además, le trabó embargo hasta cubrir la suma de 50 millones de pesos.
La víctima mortal de aquel cumpleaños (de una prima de Torales) fue su abuelo, Luis María Suárez, de 71 años, cuyo deceso “le es imputable a Torales en los términos de culpa”.
El abogado de Torales, el ex juez Guillermo Tiscornia, ya apeló la decisión y se quejó de que el juez Barral “no evacuó ni una sola” de las medidas de prueba que propuso para intentar demostrar que su cliente no fue quién propaló la enfermedad.
“No quedan dudas que el comportamiento de Torales resultó un peligro para la salud pública -bien jurídico protegido-, a punto tal que produjo un daño concreto en la salud de varias personas”, sostuvo el juez.
“Ante un escenario de propagación y circulación de casos de coronavirus a nivel mundial, decidió participar de un evento social cuando debía haberse quedado en su domicilio por la obligación de aislamiento. Realizó una acción de la que claramente debía abstenerse, aun cuando pudo haber creído que no se produciría la propagación de la enfermedad”.
A contramano de lo que Torales expresó en su descargo, “el fallecimiento de Suárez y la enfermedad de otras personas son el resultado plausible de que propagó la enfermedad al tomar un camino distinto a las medidas adoptadas por las autoridades competentes”.
Para el juez, no hay “margen de dudas para sostener que Torales fue quien les contagió el virus en la fiesta aludida”.
El fallo realizó una benévola lectura para Torales en lo que hace a su conducta: “Se representó el resultado. Ahora bien, dicha situación no alcanza para tener por probado el dolo, ya que éste está compuesto no sólo por el elemento cognitivo sino también por la voluntad (querer realizar el delito)”.
La resolución concluye que Torales actuó de manera negligente y desaprensiva, pero que no tuvo voluntad de contagiar ni enfermar a los demás asistentes al festejo.
Barral levantó la prisión domiciliaria que pesaba sobre el imputado, quien –de todos modos- deberá continuar cumpliendo el aislamiento obligatorio por la pandemia.
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