La alianza con fines electorales tiene como objetivo intentar vencer al actual mandatario brasileño, Jair Bolsonaro, quien buscará su reelección.
Manuela D'Ávila y Lula da Silva.
Por la nueva legislación electoral, la FE Brasil deberá actuar como un partido único con debate interno y con compromisos que duren los cuatro años de gestión en caso de ser electo el 2 de octubre el expresidente Lula, del PT, en las elecciones generales. El Partido Socialista Brasileño (PSB), que llevará al exgobernador Alckmin como vice de Lula, no adhirió a sumarse a la federación propuesta por el PT a raíz de que existen disidencias regionales, aunque será una fuerza en su mayoría oficialista.
De acuerdo con el comunicado, la Federación Brasil da Esperança (FE Brasil) «se constituyó como expresión de la necesidad y el anhelo de la unión de fuerzas populares, democráticas y progresistas para, junto a una amplia alianza, restaurar la democracia, promover la reconstrucción y la transformación de Brasil y garantizar una vida digna para el pueblo brasileño». «Nos atrevemos, construyendo una nueva herramienta, innovando y renovando la forma de hacer política, apostando a la unidad y la convergencia en torno a ideales y altos compromisos con nuestro país», dice.
La carta está firmada por la titular del PT, Gleisi Hoffmann, la del PCdoB, Luciana Santos, y el jefe del Partido Verde, José Luiz Penna. «FE Brasil tiene como desafío una gran responsabilidad: actuar como fuerza decisiva para liberar a nuestro país del nefasto gobierno de la extrema derecha. Frente a esta gigantesca tarea, la Federación deberá, en torno al liderazgo del ex presidente Lula, sumar, reunir y movilizar amplias fuerzas políticas, sociales, económicas y culturales para que el pueblo y la democracia triunfen en las elecciones de octubre», asegura el comunicado.
El anuncio forma parte de los movimientos institucionales del PT para buscar elegir grandes bloques de centroizquierda e izquierda en el Congreso que surgirá de las elecciones del 2 de octubre, uno de los objetivos de Lula para, en caso de victoria, no necesitar buscar votos entre la derecha oficialista de la llamada vieja política, conocido como el Centrao, hoy con Bolsonaro. La ley de 2021 de federaciones partidarias instituyó un nuevo funcionamiento en la política de alianzas de Brasil.
Las federaciones están obligadas a mantenerse unidas por al menos cuatro años, funcionando como un único partido en el Congreso, dividiendo el fondo partidario estatal, tiempo de publicidad en televisión y radio y unificando su contenido programático. Este cambio, al que se opuso el presidente Bolsonaro, permite a los partidos sortear las alianzas electorales, que se deshacen formalmente apenas pasada la elección. El punto clave de las federaciones es la lealtad en todo el país, reduciendo las decisiones regionales, estaduales y municipales.
La federación partidaria obliga a todos los partidos a unirse en todos los distritos y actuar uniformemente en base a las directrices nacionales. En las alianzas electorales, un partido podía apoyar a una fórmula presidencial en un estado y tener una posición totalmente distinta en otro. El caso del PSB de Alckmin, por el momento, es ser un aliado formal pero no dentro de la federación del PT debido a las resistencias del ala neoliberal de ese partido, representado entre otros por la diputada Tabata Amaral, quien ha dado el voto a las principales reformas económicas de ajuste de los gobiernos de Michel Temer y Jair Bolsonaro.
El PSB lanzó la semana pasada a Alckmin como vicepresidente de Lula. Exgobernador de San Pablo y exrival electoral de Lula en 2006, la incorporación de Alckmin, un conservador de centroderecha a la fórmula presidencial, busca sumar a sectores que puedan definir la elección en la primera vuelta, en un escenario polarizado.
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