Los contagios ocurrieron entre 1985 y 1992, en la Fundación de la Hemofilia. La causa había sido "cajoneada" más de diez años por el juez Bonadio: cientos de víctimas murieron sin poder declarar.
El Tribunal Oral Federal N°3, a cargo del juez Javier Machado Pelloni –titular de un tribunal unipersonal–, absolvió a los acusados, para los que la querella había pedido penas de 15, 14 y siete años de prisión, respectivamente.
Durante la investigación de las circunstancias en que se produjeron las transfusiones de sangre que ocasionaron los contagios, el juez federal Sebastián Ramos había procesado a los médicos y directivos de la Fundación por no haber controlado los concentrados de coagulación que se suministraron a los pacientes. Más tarde, la Cámara Federal porteña agravó la calificación, definiéndolos como responsables directos de los contagios.
Según el fallo de los camaristas Jorge Ballestero y Leopoldo Bruglia –de mediados de 2019–, el dolo de los acusados al no actuar en la propagación de la enfermedad fue “total y completo”. Ya entonces era conocido a nivel global el peligro de contaminación de los concentrados de coagulación llamados Factor III y IV, que contenían los virus VIH y Hepatitis C y B.
Para la fiscal Alejandra Mangano había acusado a Tezanos Pinto, Pérez Bianco y Biedma de proceder de modo «sumamente negligente e imprudente», suministrando «medicamentos contaminados que debían ser descartados», lotes que ya habían sido rechazados en otros países, como EE UU y Brasil.
Antes de quedar a cargo del juez Ramos, la causa del contagio a hemofílicos estaba en manos del recientemente fallecido Claudio Bonadio, quien había sido apartado por la Cámara, luego de que en 2011 fuera denunciado ante el Consejo de la Magistratura por mal desempeño, por dilatar la convocatoria a testigos a declarar. De hecho, más de un centenar de pacientes hemofílicos víctimas de envenenamiento murieron sin poder declarar en la causa.
El expediente se abrió en 2005. Según Gonzalo Giadone, querellante en la causa, Bonadio “la cajoneó más de diez años”.
«Me siento profundamente apenado y con una gran tristeza por los pacientes que han declarado en este juicio», dijo Pedro Pérez Bianco, antes de la lectura del fallo absolutorio. Volvió a negar las acusaciones en su contra y sostuvo que hubo “un guión que alguien les preparó». También habló ante el tribunal Tezanos Pinto, de 89 años, quien aseguró estar “tranquilo porque mis pares han reconocido mi trabajo». Biedma, por su parte, guardó silencio.
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