José María Muscari es actor, dramaturgo, director teatral e hiperactivo por naturaleza. Construyó una obra de una mirada inconfundible y trabaja todos los días para sorprenderse a sí mismo.
Puede decirse, sin temor a caer en equivocación alguna, que desde su debut a mitad de los ’90 lo suyo fue un non stop creativo que se manifiesta de las más diversas formas. Muchas fueron sus obras celebradas, entre las que se destacan Pornografía emocional (1998), Piel de chancho (2006), Póstumos (2013) y Sex (2019), creaciones que llevan su sello inconfundible, casi siempre en la dirección y dramaturgia.
Por estos días, Muscari disfruta de su versión de Julio César, el clásico de William Shakespeare (con protagónico de Moria Casán) que ya llegó al Teatro El Plata.
–¿El teatro es hoy lo más importante en tu vida?
-No, lo más importante en mi vida es mi bienestar. Por supuesto que el teatro forma parte de eso, pero pesa de igual manera que la familia, el sexo, la emocionalidad, el afecto, la salud, el deporte, y todo lo que forma parte de mi cotidianeidad. Todo eso forma un biorritmo personal y ahora necesario. En un momento, cuanto tenía unos veinte y algo, lo único que existía en mi cabeza era mi trabajo. Con el tiempo comencé a darme cuenta de que el laburo que yo hago es el resultado de la persona que soy, por lo cual cuanto mejor vida tenga, mejor persona y artista voy a ser.
–¿Qué recordás como el primer logro en tu carrera?
–Fue uno de los primeros espectáculos que dirigí. Se llamó Mujeres de carne podrida, lo hicimos en 1995. La gente hacía dos horas de cola para conseguir una entrada. Me acuerdo de que era un espectáculo a la gorra, que se volvió de culto y me catapultó a ser quien soy. A partir de ahí, un montón de actores y actrices a quienes yo respetaba comenzó a dirigir su mirada hacia mí. Fue como un hit ese momento, un hit interno que sentí y gracias a eso estoy acá.
–¿Tuviste que pelear mucho para llegar hasta ahí?
–Yo vengo de una familia muy humilde y soy hijo único. Comencé a estudiar teatro a los 8 años, mi papá era verdulero y mi mamá limpiaba casas. No vengo de una familia de artistas. Siento que lo que soy fue el resultado de mucho esfuerzo y hasta el día de hoy cada uno de mis trabajos es el resultado de mucho trabajo y dedicación.
–Sos actor, director y dramaturgo. ¿Escribir qué lugar tiene para Muscari?
–Tiene un lugar de dependencia con respecto a mi figura como director. Creo que siempre escribo para poder dirigir. No siento que tengo una pulsión de autor: soy un director que no encuentra sus textos y tiene que escribírselos. Así que en vez de andar buscando a autores o algo similar, me autopresiono para que aparezca mi creatividad y genere el texto que necesito para que esté a la altura del director que soy.
–¿Tenés alguna estrategia?
–No, pero tengo una metodología. Les suelo dar mucho tiempo a mis procesos personales. Una obra como Julio Cesar la reescribí muchas veces, modifiqué el enfoque y le di tiempo para que crezca. Siento que cada espectáculo al que le pongo mi firma debe tener esa impronta.
–¿Trabajar con actrices como Norma Pons te dio la posibilidad de conocer a profesionales que entendieron tu tarea de manera integral?
-Sí, puedo decirte que ella era la mujer que me completaba. Era la actriz que uno siempre quiere tener, pero eso no quiere decir que no haya tenido otras. Me pasó también con Claudia Lapacó en Madre Coraje, y me sucede actualmente con Moria Casán, con quien ya trabajé en una experiencia extraordinaria del pasado. Ahora siento que ella se convierte en el cuerpo de mis ideas.
–¿Cuánto cuesta hacerles comprender a tus actores y actrices el valor de tus ideas?
–Lo que aprendí para lograr conformidad es ser muy selectivo de los actores y actrices que convoco para plasmar mis ideas. Necesito trabajar con personas que apuesten de una a lo que yo tengo para dar y hacer. Por eso no me puedo equivocar en la elección inicial. Esa es la razón principal por la que logro trabajar en una misma dirección con mis elencos.
–¿Y cuando eso no sucede luchás hasta conseguirlo o negociás tus ideas?
–No, siempre trabajo para resolver cualquier problema o falta de coincidencia hasta llegar a los resultados que busco.
–¿El director teatral le ganó al José María que escribe y al actor?
–Arriba de todo está el director, luego el autor y en tercer lugar el actor. Suelo actuar en contadas ocasiones, cuando me convocan situaciones que hacen que confluya mi deseo de poder actuar, pero no es algo que hago habitualmente. Escribo por pedido del director, que soy yo, pero también porque lo necesito.
–¿Y qué debe tener un autor para trabajar con Muscari?
–Empatía, seguridad y sello personal. A un autor o actriz consagrados los llamo casi siempre cuando los escucho manifestarse, mucho más que por haber visto un trabajo. De repente, lo vi hablar en la tele y me conquistó. Alguien que piensa bien puede actuar bien. «
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