Es un actor obsesivo, versátil y carismático. Excombatiente de Malvinas, construyó una influyente carrera en teatro, cine, televisión y plataformas.
Actualmente es parte de Salvajada (de jueves a domingo en el Teatro Nacional Cervantes) y recientemente estrenó Love zombie, su primera obra escrita para microteatro, la cual también dirige (martes y domingos en Serrano 1139).
-¿Qué diferencias hay entre actuar y dirigir?
-Son divertidas las dos cosas. Me gusta más actuar, pero ambas son actividades creativas en los que hay que confiar en los actores, en una como compañero y en la otra desde afuera, ajustando lo que se tenga que ajustar.
-¿A qué hay que estar atento para construir un personaje?
-La observación es fundamental. Buscar en lo cotidiano y en qué te pide cada género. No es lo mismo un grotesco que algo realista o leer una poesía. La técnica actoral hay que investigarla, buscar en todas las formas que se puede contar algo, para no caer en las formas hegemónicas. Así me gusta trabajar .
-Por fuera de la actuación o dirección, ¿qué te gusta hacer ?
-Me gusta dedicarle tiempo a la casa. Arreglar cosas, ver qué hace falta. Me gusta la carpintería. Me doy maña con las manos. Me gusta cocinar, lavar ropa a mano. Me tranquiliza hacer esas actividades.
-¿Te gustan otra artes?
-Toda mi vida. Hago música, escribo, pinto, dibujo. Desde muy joven. Estoy siempre conectado con expresar lo que me pasa, volcándolo en algún lado. Con la guitarra o en una hoja, depende del día. Siempre estoy atento a eso. Es una pulsión que tengo.
-¿Por qué creés que es así?
-Necesito sacar las cosas de mi cabeza para que no se pudran adentro.
-¿Cómo eras de chico?
-Fui un niño inquieto. Iba mucho el cine Astral, en Munro. Veía todo tipo de películas. Eso creo que formó mi cabeza. Y jugaba mucho a la pelota en la calle, que era de tierra en esa época. Vivía cerca de las vías del Ferrocarril Belgrano, también eso me marcó: me encanta todo lo que tiene que ver con trenes.
-¿Por qué fuiste actor?
-En la secundaria me hice un test vocacional. Me salió que iba bien para artes plásticas o artes escénicas. Y vi en ese momento que quizás actuar tiene más salida laboral. Me gustaba la idea de ser ilustrador, pero me fui acercando inconscientemente al teatro. Me sentí cómodo.
-¿Cómo recordás tus primeros pasos?
-Con Damián armamos Los Melli y fue una etapa de pura creatividad y de aprender constantemente. El Parakultural fue increíble. Salíamos de la escuela de arte dramático y a tres cuadras teníamos este lugar en el que probamos, en la práctica, la teoría que aprendíamos. Fue una escuela, parte de mi formación.
-¿Cómo te llevás con la exposición que te dio la televisión?
-Muy bien. Es como un eco, vos hacés algo y se replica de manera exponencial. Pero para mí fue sólo una etapa más. Yo la abordé con respeto y siguiendo la tradición de lo que se podía aportar en esas ficciones. Es como cuando entrás a una casa nueva, vas viendo qué hay y tenés que respetar lo que no se toca y lo que se puede.
-¿Te molesta que te festejen más la comedia que otros géneros que has hecho?
-No. No sé si es tan así. Como me dicen que se ríen o se rieron mucho conmigo, también me dicen que les di miedo o que me putearon o que lloraron. En Tumberos o en La Niña santa o en Televisión por la identidad, o en las series que hice últimamente, sacando División Palermo, que es un contrapunto de todo lo otro, no hice comedia. Lo que me gusta es que puedo hacer de todo y me divierto igual.
-¿Cómo hacés para que no te amargue la realidad?
-Al tener un oficio, te aferrás a eso. Toda la incertidumbre de lo que vendrá, lo transformo en ganas de ver qué hacer o cómo decir algo. Tener proyectos siempre es positivo, querer hacer algo es sinónimo de vida. Pero siempre consciente de los problemas que afrontamos como país.
-¿Cuáles?
-Sobre todo que las políticas neoliberales ganen terreno. Ante la posibilidad de que en las elecciones ganen, trato de hablar del tema. Apoyo a quienes creo que pueden hacerle frente. Leandro Santoro, en la Capital, es una oportunidad de luchar contra eso. Me gusta mucho Grabois y voy a tratar de apoyarlo. Trato de replicar cada cosa que dice y hace. El neoliberalismo se ampara en los medios de incomunicación y siempre ataca a los que menos tienen, a las grandes mayorías. Sólo benefician a grupos concentrados de poder, que tienen un blindaje atroz. Mienten, hacen operaciones, distorsionan la realidad y van contra derechos adquiridos. «
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