El activista noruego,referente de la ONG Attac, habló en el CCK con Tiempo tras el escándalo del viernes, cuando el gobierno argentino le impidió el ingreso al país para participar de la Cumbre de la OMC.
– Finalmente pudo ingresar a la Argentina ¿Qué reflexión hace sobre lo que vivió los últimos tres días?
– Bueno, fue un poco aburrido todo. Estuve mucho tiempo dando vueltas como consecuencia de lo que pasó pero también estuve en contacto con muchos argentinos y estoy muy agradecido por la repercusión que tuvo el tema y por los comentarios de apoyo que recibí en las redes sociales.
– ¿Le había pasado algo similar?
-No. Llevo 4 años como portavoz de una organización en Noruega que se llama Attac. Esta organización es parte de los movimientos sociales del mundo pero nunca me había tocado vivir algo similar. Estuve en la OMC de Ginebra en septiembre. Es decir, hago este tipo de cosas todo el tiempo pero me sucedió por primera vez acá.
-Ahora que pasaron varios días desde la deportación, ¿se explica de alguna manera racional por qué le impidieron ingresar el viernes?
– Simplemente me dijeron que no podía ingresar. No me dieron ninguna explicación de por qué estaba detenido. Estuve esperando dos horas en una sala hasta que llegó un empleado de una empresa privada de seguridad que me informó que no podía ingresar y que me echaban a Brasil.
– ¿Fue un empleado de seguridad privada y no una fuerza oficial, personal de Aduana o Migraciones?
-Un agente de seguridad privada. Primero me dieron unos papeles para firmar. Suerte que hablo español. Pero la oficina de Migraciones no ofreció una explicación oficial. Cuando les pregunté por las razones de mi expulsión me dijeron simplemente que era por el contenido de la página de Attac. Me lo dijo el guardia de seguridad privada. Me dijo que era porque la web tiene contenido violento. Por cierto que no tiene ningún tipo de contenido violento, ni explícitamente ni entre líneas porque hay noticias sobre paraísos fiscales, sobre Panamá Papers y Paradise Papers, de OMCs y temas por el estilo. Es obvio que tanto mi caso como los otros que están excluidos de la OMC están en esa situación porque tienen un discurso crítico de los temas que se intentan instalar en este evento. Pero no es solo la OMC; el gobierno argentino lo quiere poner en estos términos. Por lo tanto, esto es una muestra de lo que es la democracia en la Argentina.
– ¿Supuso que podía pasar algo así conociendo a priori el perfil del gobierno argentino?
– No. Nunca me imaginé que no me iban a dejar entrar. Creo que quisieron hacer una demostración de seguridad para la comunidad internacional; que pueden tener una seguridad muy buena, un control. La idea del gobierno argentino de control es diferente y simplemente no funciona bien en la comunidad internacional. Esto fue una humillación internacional del gobierno de Macri porque confiaba y pensaba que podía echar personas del país. Y todavía hay argentinos que no tienen permiso para ingresar a la cumbre y eso es un problema muy grave, también para la OMC. Los tratados que se van a firmar aquí hubieran sido diferentes si hubiesen estado algunos representantes locales de la sociedad civil.
– ¿Dice que esta cumbre perdió legitimidad por lo que pasó con las deportaciones?
– Sí, claro. El encuentro pierde legitimidad porque es importante influir aquí. Esa es la razón por la que venimos desde todo el mundo: queremos influir a los políticos y hablar con ellos de que India quiere defender su banco alimentario, que quiere apoyar a sus agricultores; queremos asegurar que las reglas de comercio electrónico y la big data no estén escritos por las grandes corporaciones. Por eso vinimos pero ahora hay menos personas capaces de influir.
-¿Algún funcionario del gobierno se comunicó con usted para brindar alguna explicación después de la trascendencia internacional que tuvo su caso?
-Estuve todo el tiempo en contacto con el gobierno noruego y con la embajada de mi país.
-¿Pero el gobierno argentino?
– Ellos no se comunicaron. No tuve ningún contacto.
-¿Qué le dijeron desde el gobierno noruego?
-El gobierno de mi país está muy molesto por la acusación de violencia con la que justificaron mi expulsión. Fue la acusación más grave porque ahora tal vez tenga problemas para ingresar a otras reuniones internacionales, o problemas para ir de vacaciones con mi familia. Todavía estoy esperando que el gobierno argentino diga que no soy una amenaza para el país. Lo que más me importa que este precedente no me impida seguir desarrollando mis actividades en otros encuentros en el mundo.
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