El presidente reemplazó a siete ministros para activar transformaciones claves prometidas. En pocos días el Congreso le frenó las reformas tributaria y sanitaria.
Gustavo Petro vuelve al balcón. La consigna de Sarabia Torres no es antojadiza. En 2013, fue destituido de la alcaldía por la Procuraduría, decisión que fue revocada por la Corte Interamericana de Derechos Humanos. En ese lapso, salió varias veces al balcón de la Alcaldía, para conectarse con los miles y miles que lo apoyaron.
Ahora, luego de lanzarse a procurar un gobierno de consenso, y chocar en el intento, redobla la apuesta. En lugar de claudicar y someterse, aunque sea en parte, al poder real –hay sobrados ejemplos, solamente si se hurga en esta región del planeta– va a la profundidad de su programa de cambio para Colombia. «El presidente aspira a retomar el rumbo de su Gobierno con más izquierda en el gabinete y con más ruido en las calles. Petro se aleja del pragmatismo y da un volantazo a la izquierda», analizó la periodista Inés Santaeulalia.
En definitiva, Petro se deshizo de sus ministros más moderados, a la vez que se aleja de ciertos apoyos que recibió en la campaña de parte de las fuerzas políticas que le permitieron arribar al Palacio de Nariño. ¿Esa pérdida de apoyo le puede hacer perder poder? Su pretensión es que sea al revés. La idea que trasmite el gobierno es salir de la crisis por izquierda. Aprovechar el momento para profundizar su proyecto.
La gota que rebalsó la paciencia presidencial fue que el último martes no pudiera ser sancionada una reforma sanitaria muy importante para el gobierno por falta de quórum en la cámara de diputados: fue el factor determinante para la salida de la ministra de Salud, Carolina Corcho. Unos días antes, tampoco pudo salir con la aprobación requerida, otra legislación clave como es la de reforma tributaria. Entre los que no asistieron al recinto ni apoyaron los proyectos fueron los legisladores de los partidos Liberal, Conservador y Unión por la Gente, tres agrupaciones que formaban la alianza que llegó al gobierno de la mano de Petro.
Por otra parte, en estos nueve meses de gestión cayó la simpatía popular con la que llegó, que era de un 56% contra un 30% de desaprobación. Algunas encuestas incluso dan cuenta que ahora sólo tiene un 36% de apoyo.
En definitiva, saltaron siete ministros, luego de que el presidente confesara que «a pesar de que mi gabinete, y su apuesta por el diálogo y el pacto, fue rechazado por alguna dirigencia política tradicional y del establishment, vamos a persistir con nuestro programa y nuestra vocación». Luego aclaró que configura un gobierno para redoblar la agenda de cambio al servicio de las grandes mayorías.
Los reemplazos se dan en el ministerio de Hacienda (Ricardo Bonilla por José Antonio Ocampo); Interior (Luis Fernando Velasco por Alfonso Prada); Salud (Guillermo Alfonso Jaramillo por Carolina Corcho); Agricultura (Jhenifer Mojica por Cecilia López); Ciencia (Yesenia Olaya por Arturo Luna); Tecnologías de la Información y las Comunicaciones (TIC) (Sandra Urrutia por Mauricio Lizcano) y Transporte (William Camargo por Guillermo Reyes).
Claramente, Petro trata de rodearse con gente propia: Bonilla, Jaramillo y Camargo fueron secretarios suyos durante la gestión al frente de la alcaldía. Justamente el Petro alcalde hizo casi medio centenar de movidas de funcionarios en esos casi cuatro años. Ahora lleva 12 (de 19 ministerios), en 9 meses de gobierno. «
En el cartel pintaron: “Reforma jubilatoria herencia maldita”. Había miles y miles que desbordaban la Avenida de Leyes que desemboca en la legislatura uruguaya, en pleno Montevideo. Había miles pero dentro del Palacio, 17 senadores de la bancada de la coalición oficialista (sólo uno faltó a la cita) sobre los 28 que integran la Cámara, aprobaron la controversial reforma previsional por la que el presidente Luis Lacalle Pou viene bregando en los tres años que lleva de mandato.
Uno de los artículos más destacados lleva de 60 a 65 la edad jubilatoria. Además, permite que los mayores de esa edad sigan trabajando, pero con la polémica condición de aportar al régimen mixto.
El presidente festejó la aprobación de la ley que promulgó de inmediato. Calificó a la reforma como “urgente y necesaria”. Admitió una y otra vez que con esta ley pretendía disminuir el gasto público, aunque la oposición encabezada por el Frente Amplio acusa que el objetivo encubierto es permitir el enriquecimiento de las Administradoras de Fondos de Ahorro Previsional (AFAP). Incluso en la propia coalición gobernante de derecha, hubo gran debate, fundamentalmente entre colorados y blanco contra los ultraderechistas de Cabido Abierto, quienes pretendían que la reforma fuera aún más aguda.
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