La actriz española interpreta a Mumy en "Transmitzvah", la nueva comedia de Daniel Burman. Humor, mandatos, identidad, prejuicios religiosos y mucho más.
El reconocido realizador una vez más elige a la cultura judía como gran telón sobre el que monta su relato, tal como lo hizo en El rey del Once (2016), su última incursión en largometrajes. Pero en esta ocasión, en la producción que ya tuvo una primera exhibición en el Festival de Cannes, da una vuelta de tuerca al poner en el centro de la escena a una chica trans que debe saldar deudas con las tradiciones familiares.
Transmitzvah cuenta la historia de Mumy Singer, una estrella pop internacional de la canción Yiddish, radicada en España, que aprovecha una serie de actuaciones en la Argentina para reencontrarse con su familia, pero especialmente con ella misma. Para ello, decide poner en marcha su plan de festejar su Bat Mitzvah, una cuenta pendiente desde sus 13 años cuando, aún bajo el nombre de Rubén Singman, reveló y reafirmó ante su familia su identidad sexual.
Precisamente, el film comienza cuando los padres de Mumy, interpretados por Alejandro Awada y Alejandra Fletchner, dueños de una tradicional tienda de ropa en el barrio de Once, en medio de la organización del Bar Mitzvah de su hijo menor Rubén, escuchan cuando les reafirma su identidad sexual y les anuncia su cambio de nombre, inspirado en su abuela fallecida y en una famosa marca de máquinas de coser.
El rechazo del padre deja a Mumy sin celebración. Cuando pasan los años y regresa de su autoexilio en España convertida en una estrella, la muerte del patriarca de la familia, la cual somatiza con la pérdida de su voz, la lleva a un viaje hacia el fondo de su historia personal en busca de aceptación –y, por ende, de la voz pedida–. Para ello, contará con su hermano Eduardo (Juan Minujín) como aliado, quien a la vez carga con sus propias dificultades: atraviesa un proceso de divorcio con la madre de sus dos hijos (Carla Quevedo).
“Me pareció muy interesante la propuesta porque también me permitió utilizar herramientas como el canto y el baile. Eran ámbitos que no había trabajado anteriormente y me apetecía mucho desarrollar, poder mostrarlos, porque es algo que siempre he tenido ahí”, expresa la actriz Penélope Guerrero a Tiempo, en charla telefónica desde España.
La intérprete, quien reconoció no saber nada de antemano del director y sus compañeros de elenco, ni de la cultura judía, reveló que no pasó por un casting previo porque “estaban buscando alguien para este personaje que cumpliera varios requisitos” que ella reunía.
Obviamente, su reconocido activismo trans en su país natal parecía un factor determinante a la hora de su elección como protagonista, pero ella reniega de ese aspecto y marca de entrada el territorio.
“Creo que lo que hace falta es que los directores empiecen a contar con nosotras para personajes de cualquier otro tipo. No estoy segura si todos los directores, y esto incluye absolutamente a todos los directores con los que he trabajado, contarían conmigo para hacer un personaje que no tenga que ver con una mujer trans”, lamenta.
Y amplía: “Eso es lo triste de la historia, el hecho de que para que alguien sea capaz de ver mi talento, tenga que crear algo en lo que hable de una identidad. Que por más talento que tengas, por más que valgas, siempre vas a servir sólo para eso. Esa es parte de la lucha y lo que hay que cambiar. Y que en las entrevistas podamos hablar de nuestro trabajo de actriz y no solamente sobre eso”.
Probablemente Transmitzvah sea una buena plataforma para focalizar en las virtudes actorales de Guerrero debido a que la cuestión trans, en realidad, es una excusa para explorar en relaciones familiares complejas que, de alguna u otra forma, son comunes a todos y, ciertamente, ahí reside el nudo de la película. Que su hermano también aproveche el periplo para encontrar respuestas a sus propios problemas, aunque en su caso tengan que ver más con su futuro que con el pasado, es un claro ejemplo.
“Son caminos inversos. El hermano fue en camino de ida y ella tiene que hacer un camino de vuelta; y eso es lo bonito de esa dualidad entre él y ella, y esa distopía al mismo tiempo. Te das cuenta que todos tenemos que hacer un camino al fin y al cabo: algunos lo tienen que hacer en una dirección o en un lado opuesto, pero no importa a donde se dirija, solo importa que el resultado final encaje con esa pieza que estaba faltando”, interpreta la actriz.
“La película es muy emotiva, muy bonita. Cuenta mucho, trabaja mucho desde el silencio en el momento del encuentro, sobre todo con ella misma, y creo que es un punto en el que todo el mundo puede llegar a conectar”, arriesga.
En esta ocasión, Burman opta por añadir coloridos números musicales: personajes secundarios que dejan enseñanzas desde reflexiones filosóficas, como el maestro de artes marciales (Carlos Belloso) y el portero (Damián Dreizik); y escenas que lindan con el realismo mágico.
Su lenguaje cinematográfico pareciera en esta oportunidad tender puentes hacia Woody Allen, a través del lacaniano novio de Mumy (Gustavo Bassani), con sus insistentes lecturas psicológicas de cada acontecimiento; y hacia Pedro Almodóvar, desde lo estético y algunos giros hacia lo kitsch, a pesar de las reservas de Guerrero al respecto. “A mí no me pareció para nada ‘almodovoriano’, en absoluto. Entiendo que se diga eso por el tema del colorido y la extravagancia, pero creo que aquí hay algo justamente mucho más extravagante, al punto que puede rozar lo cómico y lo farandulero. Me parece interesante que se hace a su propia manera. En este caso, a la manera de Mumy, y eso es lo que da la esencia”, remarcó.
Lo cierto es que el recorrido de la protagonista junto a su hermano para hallar aceptación la llevan a un viaje plagado de situaciones que oscilan entre lo místico y lo paródico, del cual la actriz hace su propia lectura personal:
“Creo que Mumy no necesitaba realmente sentirse comprendida. Lo que ella necesitaba era encontrarse a sí misma. Realmente era una persona muy segura de sí misma hasta que cosas que pasan en la vida hicieron que todo fuese perdiendo forma, se vaya desencajando, y tuviese necesidad de reencontrarse a ella misma desde otro lugar, menos infravalorada a nivel social”. «
Dirección: Daniel Burman. Elenco: Penélope Guerrero, Juan Minujín, Alejandra Flechner, Gustavo Bassani, Alejandro Awada. En cines.
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