La Peña 17 de Octubre cuenta las historias de hinchas de Newell’s desaparecidos en la dictadura

Hay historias que se gritan con la misma pasión con la que se canta un gol porque su eco no puede ser silenciado. La Peña Leprosa 17 de Octubre asumió el compromiso de contar esas historias y hacer justicia con la memoria de los socios de Newell’s detenidos desaparecidos durante la última dictadura. No se trata solo de recordar, sino de reivindicar a quienes encontraron en la tribuna un lugar de identidad y en la militancia un camino de transformación.

El trabajo de la peña comenzó con un pedido concreto a la dirigencia del club: conocer el listado de socios víctimas del terrorismo de Estado. Los registros reunidos son contundentes: doce socios de Newell’s Old Boys fueron víctimas de la dictadura, marcando con su ausencia un capítulo de dolor en la historia del club. Entre ellos, Roberto De Vicenzo y Miriam Susana Moro, pareja de militantes peronistas que compartieron su pasión por el club y la lucha política. Miriam, jugadora de hockey en Newell’s, y Roberto, quien estuvo presente en la histórica vuelta olímpica en el Gigante de Arroyito en 1974, fueron secuestrados el 27 de septiembre de 1976 en distintos operativos. Décadas después, en 2010, el Equipo Argentino de Antropología Forense identificó los restos de Roberto, enterrados como NN en Barrancas. Miriam, en cambio, fue inhumada de manera clandestina en Casilda y su cuerpo aún no ha sido recuperado.

Otro nombre que resuena es el de Eduardo José Toniolli, apodado “Cabezón”, quien con tan solo 21 años fue secuestrado en Córdoba el 9 de febrero de 1977. Militante en el centro de estudiantes del Colegio Nacional 1, trabajaba como pintor de obra y ayudaba en la rotisería de su padre. Su rastro se perdió entre los centros clandestinos La Perla, la Quinta de Funes y La Intermedia. Su hijo, Eduardo Leandro, actual diputado nacional, heredó su amor por Newell’s y mantiene viva su memoria a través de la lucha por los derechos humanos.

La historia de Oscar Alfredo Bouvier, el “Gusi”, también es parte de esta trágica lista. Secuestrado el 27 de septiembre de 1976 mientras repartía volantes en la planta de Cachamai en Rosario, sus restos fueron hallados en 2010 en el cementerio de Barrancas. Su hijo Pedro consideró el hallazgo como una victoria en la lucha por la verdad histórica.

Por su parte, César Raúl Tabares, abogado laboralista y ferviente hincha leproso como su padre, fue un defensor de los trabajadores y asesor del gobierno provincial en los años 70. Su compromiso con los derechos humanos lo convirtió en blanco de amenazas de la Triple A. Finalmente, fue secuestrado el 6 de enero de 1977 por una patota de Agustín Feced, uno de los máximos represores de Rosario.

Armando “Trucha” Giordano, en tanto, llegó a Rosario desde Cañada de Gómez y rápidamente se hizo hincha de Newell’s. Su activismo lo llevó a fundar la agrupación La Chaira en el frigorífico Swift, lo que le costó el despido. Amigo cercano de Leónidas Ceruti, quien fue el único sobreviviente de esta lista, Giordano desapareció en Buenos Aires el 12 de enero de 1977. Su lealtad fue inquebrantable: resistió tres días de torturas sin delatar a su amigo, tal como lo habían prometido.

Oscar Rubén Manzur, el “Turco”, completó sus estudios de medicina mientras militaba en la Juventud Universitaria Peronista y realizaba tareas sanitarias en barrios populares. Delegado gremial en el Sanatorio Británico, fue secuestrado el 10 de agosto de 1976 y trasladado al Servicio de Informaciones de Rosario, donde sufrió torturas. Nunca más se supo de él.

Guillermo White Saint Girons, militante de Vanguardia Comunista y rugbier en Maristas, tenía el corazón en el Parque Independencia. Secuestrado el 10 de febrero de 1977 en Santa Fe, fue llevado al centro clandestino La Calamita. Sus restos fueron identificados en 2018 en el cementerio La Piedad, donde había sido enterrado como NN.

La dictadura también arrebató a María Sol Pérez, conocida como Marisol, quien fue secuestrada el 16 de diciembre de 1976. Militante de la Juventud Universitaria Peronista, dejó a su hijo de pocos meses al resguardo de una familia amiga antes de ser llevada. Sus restos fueron hallados en 2018 en La Pampa. En vida, Marisol disfrutaba del teatro, la natación y, por supuesto, de Newell’s.

El joven Daniel “Palito” Gorosito fue secuestrado el 18 de enero de 1976 en el Hospital Provincial de Rosario. Militante del peronismo de base y luego del PRT, pasó por la cárcel de Coronda, donde sus compañeros intentaron protegerlo. Finalmente, fue trasladado al Servicio de Informaciones y continúa desaparecido.

Vicente Juan Cosentini, secretario general del Partido Comunista en Jujuy, llegó a Rosario en los años 50 para estudiar Contaduría y se convirtió en socio de Newell’s. Su secuestro ocurrió el 15 de diciembre de 1976 en Jujuy a manos del Comando Radioeléctrico de la policía local.

Orlando Finsterwald, estudiante de ingeniería y apasionado hincha leproso, fue secuestrado el 23 de septiembre de 1975 por un grupo fuertemente armado. Su destino, al igual que el de muchos de sus compañeros, sigue siendo un misterio.

Cada uno de estos nombres forma parte de la historia de Newell’s y de la lucha por la memoria, la verdad y la justicia. En sus vidas se entrelazan la pasión por el club y el compromiso con un país más justo, un legado que persiste en cada hincha que alza su voz para que su historia nunca sea olvidada.

«Buscamos recuperar la memoria, pero también el vínculo de estos hinchas con el club que amaron», explica Marianela Sorrequieta, presidenta de la peña. El camino no fue sencillo. Antes de llegar a este homenaje, realizaron un extenso trabajo de investigación que incluyó entrevistas, consulta de archivos y reconstrucción de historias.

«Hicimos un gran trabajo de campo, porque queríamos darle a cada nombre su historia y su identidad. No se trata solo de una lista, sino de personas que tuvieron sueños, luchas y una pasión por Newell’s que la dictadura intentó borrar», agrega.

Pero la memoria no solo se construye en la calle, también se plasma en los colores, en los muros y en la tierra. La peña llevó adelante múltiples acciones para reivindicar a los hinchas desaparecidos: murales en su honor, la siembra de árboles en Bella Vista y hasta ollas populares durante la pandemia, porque la militancia que los socios leprosos abrazaron en los años 70 sigue viva en la lucha por una comunidad más justa.

La labor de la Peña 17 de Octubre, más allá de Newell’s

Además, la Peña 17 de Octubre forma parte de la Coordinadora de Hinchas de Rosario, un espacio de militancia que nuclea a distintas agrupaciones comprometidas con la memoria y la solidaridad. Desde allí, colaboran en diversas iniciativas barriales, como la organización de ollas populares y jornadas para las infancias en distintos barrios de Rosario. En cada una de estas actividades, los colores del club y las banderas del peronismo se hacen presentes, reafirmando el compromiso con la identidad popular.

La peña también participa activamente en las reuniones de Juicio y Castigo y en todas las movilizaciones del 24 de marzo, Día Nacional de la Memoria por la Verdad y la Justicia. «Nuestra bandera siempre está en el alambrado de la cancha y en cada marcha. Como peña, estamos distribuidos en distintos barrios de Rosario, pero nos nucleamos y aunamos fuerzas con otras peñas en el camino de reivindicar la memoria colectiva y en el constante compromiso de militar la memoria», cuenta Marianela.

En 2021, en el marco de la campaña Plantemos Memoria impulsada por Abuelas de Plaza de Mayo, la peña sembró memoria en el predio de Bella Vista, recordando no solo a los socios desaparecidos sino también a Juane Basso, periodista y militante de Hijos Rosario. Cada acción es un mensaje claro: el club es más que fútbol, es historia, identidad y compromiso.

La memoria de estos hinchas no quedó en el olvido. Su legado está en cada bandera que la peña lleva a las calles, en cada nombre recuperado y en cada tribuna que los sigue esperando. Porque reivindicar a los desaparecidos es, también, gritar que su historia sigue viva en el corazón rojinegro.