La cantante, compositora, precursora del punk y poeta volvió a nuestro país, esta vez con su banda, y repasó lo mejor de su carrera en un show intenso y repleto de emociones.
Poco después de las 21, Smith subió al escenario, ante la algarabía general de un Luna Park repleto. Minutos antes, Paula Maffia, el crédito local, había calentado la noche con un puñado de canciones sentidas y su entrega de siempre. La presencia de Smith proyecta una magia única que entrecruza aires chamánicos, sensibilidad de poeta y bríos de agitadora. Propone una liturgia de rock sin clichés, desde su voz potente y profunda, pasando por sus palabras y articulada desde su baile grácil y sus manos inquietas.
La banda que acompañó a la cantante está formada por Lenny Kaye (guitarra), Jack Petruzzelli (guitarra), Tony Shanahan (bajo y teclados), Jay Dee Daugherty (batería). La noche incluyó trece temas y casi una hora y media de show. Pero no faltó nada. No fue necesaria un maratón de canciones, corridas sobre el escenario y el protocolo del rock caduco. Algo tan sencillo como un artista cantando y poniendo el corazón mata pirotecnia y condescendencia. Así fueron pasando la apasionante “Dancing Barefoot”, el reggae “Redondo Beach” (favorito de Morrissey), una intimista versión de piano y voz de “After the Gold Rush” (Neil Young), la emotiva «Beneath the southern cross» –dedicada a la gente que «perdió la vida luchando por la justicia social»– y las versiones de «Beds Are Burning» (The Midnight Oil) y «I’m free» (Rolling Stones, que incluyó una parte de «Walk on the Wild Side», de Lou Reed), esta última funcionó también como una oportunidad para que la cantante se tome unos minutos de descanso.
Pero todavía faltaba lo mejor. La fuerza subyugante de “Because the Night” (Smith-Springsteen), que la cantante dedicó a su novio eterno, Fred “Sonic” Smith, fallecido hace 25 años; y la explosión con «Gloria» (Van Morrison), que además de su letra vibrante –»Jesús murió por los pecados de alguien pero no por los míos»– desató una explosión colectiva cuando Patti recibió una bandera Whipala que ató a su muñeca, poco después de haber abrazado con el mismo cariño un pañuelo verde. A veces, muy pocas, todo encaja en el lugar y momento exacto. El bis y final definitivo fue con «The People Have the Power», con todo el estadio agitando y la hija de Smith en el piano.
Fue una noche mágica de una artista que trasciende los tiempos y, no casualmente, desborda actualidad.
-Patti Smith. 21 de noviembre en el Luna Park.
El encuentro con Alberto Fernández
El presidente quiere mantener el ancla cambiaria hasta las elecciones de octubre. Pero el dólar…
El presidente le hablará a la Asamblea Legislativa en medio del criptogate. Sin embargo, contabiliza…
La reunión estaba pensada para analizar la situación en el marco del criptogate y el…
Hubo reportes ante el FBI y el Departamento de Justicia. Un estudio de Nueva York…
El escándalo del viernes 14 de febrero fue un reflejo del país y la sociedad…
El encuentro de los presidentes duró 10 minutos. Fue después del discurso del mandatario argentino…
El fiscal Taiano impulsó la investigación por abuso de autoridad, estafa, tráfico de influencias y…
Gustavo Córdoba y Julieta Waisgold coinciden en la penetración transversal del escándalo en la opinión…
En una jugada imprevista, lanzó el Movimiento Derecho al Futuro, con el que busca erigirse…
Es una de las actrices y directoras más reconocidas del teatro off. Pero la psicóloga…
La gran pianista y docente cordobesa de 92 años publicó dos discos casi en forma…
Nació a partir de los lockout de las patronales agrarias por la 125, ganó gran…