Combatieron ante ejércitos profesionales y murieron 3800 chicos de entre 14 y 4 años. Celebran su día el 16 de agosto, a contramano de otros países. Situación actual.
El 16 de agosto recuerda aquella jornada de 1869, cuando en las planicies de Acosta Ñu se celebró uno de los últimos enfrentamientos del genocidio de la Guerra de la Triple Alianza (1864-1870). Ese día, Paraguay enfrentó a las tropas profesionales de Argentina, Brasil y Uruguay con todo lo que le quedaba, un ejército improvisado de 4000 niños de entre 4 y 14 años. En sólo ocho horas los soldados dirigidos por el coronel Luis María Campos (un mandadero de Bartolomé Mitre), el príncipe francés Louis Philippe d’Orléans, conde d’Eu (un sirviente del emperador portugués Pedro II) y una partida de uruguayos enviada por Venancio Flores perpetraron una de las matanzas más repugnantes de la historia militar: 3800 niños paraguayos fueron asesinados, murieron unos 40 soldados invasores.
Actualidad devastadora
Según las estadísticas oficiales, Paraguay tiene hoy una población de 7,3 millones de habitantes, de los cuales el 34% (2,5 millones) corresponde a niños y adolescentes de entre 0 y 17 años de edad. Es en la observación de los integrantes de esta franja etaria donde empiezan a aparecer las diferencias. Del total del sector, sólo el 22,5% cuenta con asistencia médica. Por zona de residencia, algo más de tres de cada diez niños tiene seguro de salud en el área urbana, pero sólo uno de cada diez lo tiene en el área rural. En materia educativa la situación empeora. De un total de casi dos millones de niños y adolescentes en etapa de escolaridad, el 6,5% no concurre a la escuela. El mayor número de éstos se agrupa en el área rural y la tasa asciende al 16,1% en el grupo de 15 a 17 años.
Aunque escasos países adhieren a las disposiciones de las Naciones Unidas, el organismo multinacional celebra el Día Mundial de la Infancia el 20 de noviembre de cada año, día en el que la Asamblea General aprobó, en 1959, la Declaración Universal de los Derechos del Niño. Pese a que en esos tiempos el mundo se desangraba en feroces guerras, la ONU insistió en que el 20/11 era una «celebración global que tiene como objetivo recordar que todos los niños del mundo tienen derecho a la salud, la educación y la protección», más allá de su lugar de nacimiento, de su etnia o de su religión. Ya sea en alguno, cualquiera de los domingos de agosto, en noviembre como lo dispuso la ONU o en otros momentos del año, en ninguna parte se cumple con los preceptos y la igualdad de tales derechos no pasa de ser un enunciado.
En Paraguay –donde el día tiene ese profundo sentido de dignidad–, como en Argentina, en Brasil o en Uruguay, la celebración no es más que un bombardeo publicitario. La igualdad de derechos proclamada por la ONU no va mucho más allá de la sorpresa de una bolsita de caramelos, aunque la oferta no deja rubro sin citar: el telefonito que filma y saca fotos, la tablet, algún sofisticado software para jugar a lo que venga, las zapatillas que corren solas o la camiseta con el 10 de Román, del Enzo, del Único, de Messi o la roja rojita del Bocha Bochini.
Criaditos
En 2015, cuando el papa Francisco visitó Paraguay y se reunió con grupos juveniles, el mundo conoció otra desgarradora realidad, la de los llamados «criaditos». Varios de esos jóvenes relataron al pontífice cómo habían sido separados de sus familias pobres del medio rural y entregados a «señores» pudientes que prometieron garantizarles vivienda, comida y educación. Un estudio de la Organización Internacional del Trabajo, superado ya, señaló en 2017 que el 2,5% de los niños paraguayos de entre 5 y 17 años han sido entregados como criaditos. Y sentenció: «No son chicos llevados a la ciudad por caridad o solidaridad con sus familias de origen, la gente que los lleva lo hace porque no quiere pagar un servicio doméstico, por eso no les interesa que vayan a la escuela». Ningún gobernante ha abordado el tema de ninguna forma, y la figura del «criadazgo» está plenamente institucionalizada.
Tampoco en Paraguay, donde la conmovedora historia de Acosta Ñu se relata año tras año, el Estado tiene una actitud positiva que vaya más allá de recordar lo pasado un 16 de agosto de hace 154 años y de repetir la realidad que gritan sus estadísticas. Sus gobernantes nada intentan. En el cierre de la campaña que lo llevó a la presidencia, el 27 de marzo de 2018, Mario Abdo Benítez hizo una única referencia a la situación de la niñez. Tras asegurar que el 80% de los jóvenes delincuentes son de familias disgregadas, de madres solteras, dijo que «deposito mi fe en el servicio militar para poder educar a los niños y jóvenes, (por eso) vamos a utilizar los cuarteles para tender una mano contenciosa hacia ellos, que canten el himno y recuperen el orgullo de ser paraguayos».
Este martes 15 finaliza su mandato y las madres podrán seguir viviendo en paz, sin escuela ni trabajo pero lejos de los cuarteles.
Un informe de la Casa del Encuentro identificó 318 muertes por violencia de género en…
El Sindicato Trabajadores Viales (STVyARA) denunció que el desfinanciamiento implica la paralización de obras públicas…
La principal opositora al gobierno de Daniel Noboa encabeza las encuestas de cara a la…
Un informe del Centro de Economía Política Argentina (CEPA) indica que en los primeros once…
La declaración fue impulsada por la Mesa de Reflexión Latinoamericana, que integran entre otros los…
Tres organizaciones civiles presentaron una acción penal contra el ministro de Economía y el subsecretario…
Pese a las lluvias, los focos de fuego que comenzaron el 25 de diciembre, siguen…
En su reporte de perspectivas mundiales, el organismo con el que el país sostiene una…
La empresa de Elon Musk lamentó la falla en el lanzamiento de prueba de la…
El director y pianista, que ya recibió numerosos premios tanto por su trabajo musical como…
El dueño de Meta introdujo cambios en la moderación de contenidos. Un gesto para establecer…
El director dejó películas inolvidables, que revolucionaron la manera de trabajar en el medio. Su…