Alberto Benegas Lynch sugirió que es necesario derogar toda regulación del mercado de trabajo incluyendo el haber mínimo. Los datos recientes desmienten la teoría neoclásica en la que se sustenta.
Alberto Benegas Lynch, primer candidato a diputado nacional por la provincia de Buenos Aires de La Libertad Avanza, aseguró en una entrevista televisiva en el canal IP que “el salario mínimo genera desempleo al igual que las llamadas conquistas sociales de los trabajadores”.
La afirmación resulta del posicionamiento ultra ortodoxo y liberal del economista que, en sintonía con la denominada escuela neoclásica, considera que el mercado de trabajo se comporta de igual modo que cualquiera de los otros mercados con los que analizan el funcionamiento de la economía. Así como, según esta lógica, los precios de los bienes y servicios que produce la economía dependen de la oferta y la demanda y la tasa de interés de la demanda y oferta de dinero, el nivel de empleo (oferta y demanda de trabajo) dependen de su precio, el salario.
Para esta tradición económica cualquier intervención exógena en estos mercados impide la libre fluctuación de los precios hacia el equilibrio afectando la disponibilidad de recursos. De este modo, si uno de los precios fundamentales de la economía como es el salario sufre una intervención como es la de establecer un piso mínimo, según esa teoría, resulta en una merma en la demanda de trabajo y, por lo tanto, en un mayor desempleo.
En esa línea, quien se postula para ser diputado nacional pero, llegado el caso, podría también asumir algún cargo clave en el equipo económico de Javier Milei, señaló que “la peor forma para hacer el país productivo es con los derechos sociales del trabajador”. Para el dirigente “se ha prostituido el término derechos. Derecho son la vida, a la libertad y a la propiedad”.
Por eso, el mismo Javier Milei aseguró en una entrevista en A Dos Voces que la desregulación del mercado de trabajo que proponen implicaría una reactivación económica, la suba del salario y una mayor voluntad de los trabajadores a trabajar que, imaginan, daría lugar a un círculo virtuoso de inversión, empleo e ingresos.
Más allá de la crítica teórica que ya han realizado economistas incluso provenientes de esa misma escuela como John M. Keynes que sostuvo que el empleo depende de la demanda esperada por los empresarios y, por lo tanto, de los niveles de producción y no del nivel del salario, la realidad argentina reciente alcanza para desmentir la justeza de ese pronóstico.
Es que el salario mínimo, en los últimos seis años, sufrió un retroceso en términos reales con relación a la Canasta Básica Total de un 28%. La mediana del salario de los trabajadores registrados, además, se redujo en términos reales un 15% y el salario promedio del mismo segmento lo hizo en un 12,3%.
Según la teoría neoclásica, este retroceso en los haberes debió reflejarse en una caída en la oferta de empleo que, en términos de las estadísticas de mercado de trabajo, se expresan en la tasa de actividad, o sea, las personas que están trabajando o buscando empleo. Sin embargo, mientras que en el primer trimestre de 2017 la tasa de actividad se ubicaba en el 44,6% del total, según el último informe de Mercado de Trabajo del INDEC, la misma alcanzó un valor récord del 48,3%.
Del otro lado, el desempleo, medido sobre la base de esa población económicamente activa creciente (PEA), se redujo del 7,7% al 6,9% sin que por ese motivo se hubiera producido una mejora en los salarios de los trabajadores, por el contrario.
Es que, claro, ante la caída del salario, la reacción de los trabajadores que necesitan reunir los ingresos necesarios para costear los gastos de su familia no es la de retirarse del mercado de trabajo como asegura la teoría neoclásica sino, por el contrario, sumar a la PEA más integrantes del núcleo familiar o acumular más horas de trabajo. Esa situación deriva en un incremento de la productividad laboral en favor de los empresarios y no una mejora en términos de empleo y salarios que es lo que, en definitiva, se proponen los ideólogos libertarios y que, por otro lado, es lo que ha venido sucediendo desde 2016 a esta parte en la medida en que, por entonces, las remuneraciones al trabajo asalariado explicaban el 54,2% del PBI mientras que, según el último informe del INDEC disponible, cayeron al 48,4% en 2023.
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