Paola Soto: “Cuando no hay nada que decir, lo más elegante es el silencio.”

Por: Mónica López Ocón

Cuando aún no ha cumplido 29 años, esta poeta venezolana que reside en Argentina ya tiene una voz propia. Acaba de publicar aquí Toda esa distancia. Sin duda integra un fenómeno que trasciende la Argentina y que es el surgimiento de un gran caudal de poetas muy jóvenes que, sin embargo, ya tienen una trayectoria.

Convertida en Cenicienta por las grandes editoriales que aparentemente no encuentran en el género posibilidades de venta, la poesía se fue haciendo su propio camino. Unos pocos años atrás comenzaba el auge de la fundación de pequeñas editoriales dedicadas exclusivamente al género. El fenómeno no parece ser exclusivo de la Argentina. En España pasó algo similar. Las redes sociales, por su parte, multiplicaron el fenómeno de manera exponencial. Basta con citar, por ejemplo, a la española Elvira Sastre, que publicó su primer libro de poesía a los 21, que produjo una revolución absoluta en las redes y que el año pasado, ya cumplidos los 27 años, recibió una ovación en el Congreso de la Lengua y también en el Teatro Astral, donde leyó sus poemas. “A través de las redes sociales –le dijo en esa oportunidad a Tiempo Argentino– la poesía ha llegado a gente que no sabía que le gustaba la poesía y que a partir de eso se ha puesto a investigar, a buscar.”

De la misma generación, apenas un año mayor que Elvira, es la venezolana Paola Soto, que decidió instalarse en la Argentina. En su libro anterior fue publicada también en España y en el resto de América Latina.  Aquí, a través de Ediciones Continente, publicó Toda esa distancia con prólogo del poeta, narrador y ensayista Benjamín Prado. No es casualidad que el poemario anterior de Soto, Mal abrigada, tenga un prólogo de Elvira Sastre: la poesía joven se ha convertido en un verdadero fenómeno, en un movimiento que se consolidó al margen de las grandes editoriales, y que en muchas oportunidades va de las redes sociales al libro y viceversa.

En esta nota, Soto habla de su último poemario y de su forma de hacer poesía.

-En 2016 dejaste Venezuela, donde naciste, decidiste radicarte en Argentina. ¿Qué te llevó a tomar esa decisión?

-Estaba muy fascinada, muy tentada por el mundo cultural de este país, sobre todo por la parte literaria. Algo en mí quería saciar la curiosidad de vivir en Buenos Aires por un tiempo. Fue un modo de satisfacer mi ilusión de vivir en otro lugar y me pareció muy atractivo venir a esta ciudad. Desafortunadamente, esta decisión se cruza con el hecho de que mi país está pasando por una situación muy complicada. Eso contribuyó a que mis padres apoyaran mi decisión de buscar un futuro mejor. Vine con la ilusión de vivir algo nuevo y recién después de cierto tiempo una se da cuenta de lo que dejó atrás. Pero sigo fascinada. No había día, antes de que surgiera la pandemia, que no saliera a las calles de Buenos Aires y no me sintiera como el primer día.

-¿Viniste con tus padres?

-No, vine sola y justo coincidí con dos amigas. Las tres emprendimos una aventura juntas. Para mí fue un proceso de descubrimiento y de crecimiento, era la primera vez que vivía fuera de casa y la decisión fue un poco drástica, porque también era la primera vez que vivía fuera de mi país. Pero es una experiencia que ayuda mucho a conocerte, a saberte fuerte, a aprender y todo eso es parte de la vida. Estoy muy agradecida con las decisiones que he tomado y con todas las cosas que he vivido hasta ahora.

-¿Qué era específicamente lo que te atraía de Buenos Aires y qué encontraste una vez aquí?

-Me gustaba la idea de venir a estudiar literatura. Pero yo soy periodista y vengo de una escuela bastante estructurada que se basaba mucho en la pirámide invertida para escribir una nota, en el  dato duro, en poner toda la información en el primer párrafo y de pronto conocí la rama literaria del periodismo y entendí que también podía utilizar herramientas literarias dentro de la noticia. Escuchar a Leila Guerriero en una conferencia, el haber escuchado a Martín Caparrós, haber tenido la suerte de escuhar a Hebe Uhart fueron oportunidades que en Venezuela no tenía. Además, yo vivía en una ciudad pequeña, pesquera y turística que se llama Puerto La Cruz. Venir a Buenos Aires y tener todas estas posibilidades de encontrarme con personas de las que tenía mucho que aprender y escuchar resulta una oferta muy atractiva para quien tiene ya su norte decidido. No me arrepiento para nada de haber venido.

-¿Cómo fue tu aproximación a la poesía, cómo comenzaste a escribirla?

-Aparece en la escuela, en cuarto año, a través de una gran profesora que se llama Oceanía Reyes y que era tan fantástica como su nombre. Era una mujer muy histriónica que llegaba al salón de clases a recitar poemas. Me envolvió en ese mundo literario donde aprendí mucho de las metáforas, de la poesía. Esto fascinó también a mi grupo más cercano en el colegio. Yo tenía un cuaderno de intercambio de escritura con una compañera. Intercambiábamos el lunes y el fin de semana escribíamos un montón. Eso era un incentivo para crear algo nuevo y para desarrollar también una crítica. Era algo muy divertido y siempre fue una manera de desahogo, de descubrimiento. Todos nuestros sentimientos adolescentes con el tiempo fueron mutando en algo mucho más sobrio. Quedé como “manchada” por mi profesora y su visión poética de las cosas y hoy es una tendencia inmediata. Todo el tiempo estoy pensando una manera distinta de decir algo de lo que me pasa, de lo que veo. Y allí está presente la metáfora.

-¿Y cómo fue la escritura de Toda esa distancia? No parece un libro de poemas reunidos de manera aleatoria, sino que todos tienen una coherencia que los hace formar parte de un todo.

-Creo que con Toda esta distancia descubro que es una forma mía de hacer las cosas, porque lo mismo sucedió con mi libro anterior, Mal abrigada, en que el hilo conductor es el frío. En Toda esta distancia hay poemas que escribí hace tiempo –creo que el más viejo es de 2011- y uno que no estaba contemplado para esta edición porque forma parte de otro proyecto. Pero con Toda esta distancia me di cuenta de que hay muchas formas de estar lejos y que se puede estar lejos de muchas cosas no solo de una persona. Entonces me enfoqué en todas las veces en que se nota una distancia. No suelo escribir pensando que lo que hago se va a publicar porque si no, borraría la mitad de lo que escribo, pero me gusta mucho explorar un tema que en un determinado momento me está perturbando. En el momento de escribir Toda esta distancia me sentía muy lejos de una relación. La ausencia, la distancia nos obliga a aceptar nuestra vida. La única persona con la que estamos somos nosotros y hay una pelea interna. Hay que aceptar la ausencia de la otra persona. Creo que soy un poco morbosa con el dolor, en el sentido de que exploro muy hacia adentro a través de muchas preguntas sobre qué es lo que me pasa. Y del intento de respuestas surge la poesía.

-Me parece que más allá de la ausencia, los poemas de tu libro admiten ser leídos como poemas de amor.

-Totalmente.  Solo me interesa hablar de amor porque el amor está absolutamente en todo: en la sociedad, en la familia, en el otro. Quizá sea chocante decirlo, pero hablar de amor no es solamente hablar de otra persona, el amor está en todas las cosas.

-Publicar poesía, por lo menos en Argentina, no es fácil. ¿Cómo lograste que te editara una editorial como Ediciones Continente que, además, no se especializa en poesía?

-Sí, es una rama nueva dentro de la editorial. Conocí a sus editores cuando estaba presentando mi primer libro que también tuvo una historia fantástica. Nació de una lectura en un bar y había allí una editora que me quiso publicar. Lo publiqué a través de Peces de ciudad y cuando el libro tiene formato físico es una carta de presentación. De ese libro agoté dos ediciones y se publicó también en España con distribución también en América Latina. A partir de allí el libro fue caminando solo. Cuando lo conozco a Andrés, de Ediciones Continente, le cuento que tengo un proyecto para conversar y a partir de esa charla se dio la publicación de la que estoy muy contenta porque es difícil conseguir un equipo editorial que te respalde y que trabaje tan profesionalmente.

-¿Cuáles son tus referentes en materia poética?

-Últimamente he estado leyendo mucho a autores de no ficción, pero en lo que hace a la poesía en este momento estoy leyendo la poesía de Fogwill. Pero un gran referente es para mí Idea Vilariño, una uruguaya mayúscula. Creo que hay poesía no sólo en los poemas, sino también en las canciones, en la no ficción, en las noticias. Soy muy inquieta con la lectura y no discrimino. Me gusta todo lo que me haga ver las cosas desde un lugar distinto.

-Tu libro está dividido en 8 partes cada una de las cuales tiene un largo título o introducción. ¿Cómo surgió esa forma de editar tus poemas?

-Creo que soy muy mala titulando. En mi libro anterior los poemas tenían números. Pero me gusta enfrentar la incomodidad y decidí enfrentar esa dificultad.

-Una característica de tu poesía es que es muy concisa.

-Sí, me gusta ser precisa en lo que digo. No me gusta desperdiciar palabras. Cuando dije lo que tenía que decir no quiero agregar nada más. Si no hay nada que decir, lo más elegante es el silencio.

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