Las candidaturas anunciadas el lunes por la Academia de Hollywood, en cuyas categorías principales casi no hay mujeres ni diversidad cultural, colocan como favorita en los papeles a la película del Guasón, al mismo tiempo que vuelven a convertirse en un campo de batalla de la industria contra el gigante del streaming.
La gran favorita es Joker, dirigida por Todd Phillips que narra una versión personal del mito de origen del Guasón, el villano más popular del universo de los superhéroes. Teniendo en cuenta que se trata de la película más comentada del año, por lejos, seguramente sus once nominaciones no fueron sorpresivas para nadie. Lo mismo ocurre con las diez que obtuvieron respectivamente El irlandés, último trabajo del gran Martín Scorsese, y Había una vez… en Hollywood, el noveno de ese eterno niño terrible que sigue siendo el ya no tan niño Quentin Tarantino. Una incógnita resultan en cambio la decena de nominaciones que recibió 1917, dirigida por Sam Mendes y ambientada en el espanto de las trincheras de la Primera Guerra Mundial. Es que la película recién se estrenará en las salas locales el 30 de enero. La lista completa de nominaciones puede consultarse en esta nota.
Pero sumar candidaturas no es la única forma de evaluar los favoritismos. De hecho no son pocas las veces que películas muy nominadas se van a casa con pocos premios. Alcanza con mencionar el caso de El ciudadano, película de 1941 dirigida y protagonizada por Orson Welles, considerada por la crítica como una de las mejores de la historia, que en su momento recibió nueve nominaciones pero apenas se llevó una estatuilla por su guión. Hay otros datos interesantes o curiosos que surgen de la lista que se conoció ayer por la mañana y que vale la pena enumerar.
Una aclaración antes de empezar: los Oscar no premian a las mejores películas del año. Se trata de un galardón instituido en 1929 por la corporación de la industria cinematográfica de los Estados Unidos para reconocer a lo más destacado de su producción anual, con una tendencia a celebrar a la masividad por encima de la calidad o la innovación. Usualmente las listas de nominadas también le hacen lugar a películas angloparlantes de diversos orígenes, dejando que muy de vez en cuando se cuele alguna hablada en otro idioma. La gran ilusión (Jean Renoir, Francia) fue la primera película en lengua extranjera en ser incluida entre las candidatas a Mejor Película; ocurrió en 1939 y perdió ante Vive como quieras, de Frank Capra. Ese lugar este año lo ocupa Parasite, del coreano Bong Joon-ho, que recibió seis nominaciones. Bastante menos que Roma (Alfonso Cuarón, México), que el año pasado cosechó diez y se llevó a casa solo tres, o que El tigre y el dragón (Ang Lee, China), que también recibió diez nominaciones en 2001, alzándose finalmente con cuatro de ellas.
Las ternas en cada categoría incluyen a cinco candidatas cada una, con excepción de la correspondiente a mejor película, de la que pueden ser parte hasta un máximo de diez. Eso da lugar situaciones extrañas, como que algunas candidatas a mejor película no tengan a su director ternado en la categoría correspondiente. Este año las películas con posibilidades a quedarse con ese premio son nueve y cinco de sus directores recibieron su correspondiente nominación. ¿Debe suponerse entonces que las otras cuatro películas recibieron una candidatura meramente testimonial? La que se lleva la peor parte de todas ellas es sin dudas Contra lo imposible, en la que el director James Mangold narra la rivalidad que se desató entre las automotrices Ford y Ferrari durante la competencia de Le Mans en 1966. Es que no solo Mangold no integra la categoría de Mejor Director, sino que la película tampoco se encuentra entre las candidatas de las categorías de Mejor Guión Original y Mejor Guión Adaptado, como el resto de sus competidoras, ni tiene a sus protagonistas (Matt Damon y Christian Bale) ternados en la de Mejor Actor. Los productores de Contra lo imposible deben estar discutiendo en este mismo momento si vale la pena gastarse la plata del alquiler de los esmoquin para asistir a la entrega de premios, que se realizará en Los Angeles el domingo 9 de febrero.
Un detalle que no debe pasarse por alto es la casi nula diversidad que exhiben las candidaturas en las categorías principales. Solo una de las nueve ternadas en el rubro de Mejor Película fue dirigida por una mujer (Greta Gerwig, al frente de la nueva versión de la clásica novela de Mary Louis Alcott, Mujercitas, que recibió seis nominaciones) y con excepción de la actriz negra Cynthia Erivo, protagonista del western Harriet (Kasi Lemmons) y del neozelandés de origen maorí Taika Waititi, director de Jo Jo Rabbit, todos los candidatos son blancos. Un hecho que los colectivos dedicados a promover la diversidad en todas sus formas no han dejado de destacar y criticar. Es evidente que en la industria de cine todavía falta mucho por recorrer y hay mucho terreno por ganar en esos territorios.
Las seis nominaciones de la película de Waititi son una de las sorpresas de esta edición de los Oscar… aunque tampoco lo son tanto. Jo Jo Rabbit es una sátira en la que un niño alemán de diez años que forma parte de las Juventudes Hitlerianas tiene como amigo invisible al mismísimo Adolf Hitler, interpretado por el propio director. Pero sabiendo que Hollywood tiene debilidad por los relatos que se atreven a leer con humor los capítulos más oscuros de la historia, siempre que esto se dé en un marco general de corrección política, y con el antecedente directo de La vida es bella, del italiano Roberto Benigni, que en 1999 recibió siete candidaturas y ganó tres Oscar, la sorpresa se desinfla. Entre las que recibió Jo Jo Rabbit se encuentra la de Sacrlett Johansson como Mejor Actriz de Reparto, quien también tiene un lugar en la categoría de Mejor Actriz Protagónica por su rol en la producción de Netflix Historia de un matrimonio, del neoyorquino Noah Baumbach. Existe entonces la remota posibilidad de que la joven Johansson se lleve a casa dos estatuillas por su trabajo en dos películas distintas, un hecho inédito. La mención del asunto lleva directamente a una de las cuestiones sobre las que más se habló este año: Netflix.
No fueron pocas las voces de Hollywood que, apoyados en la poca voluntad que muestra esta empresa por exhibirlas en salas comerciales, se opusieron a la inclusión de las películas producidas por el gigante del streaming entre las candidatas. Tras algunas idas y vueltas que incluyeron algunos paseos por los tribunales, finalmente dos de sus producciones consiguieron meterse entre las favoritas. Se trata de las ya mencionadas El irlandés e Historia de un matrimonio, y aunque el reconocimiento es importante (entre las dos acumulan 16 nominaciones), la empresa de la N roja aspiraba a más. Pero algunas de sus apuestas más fuertes de 2019, como La lavandería, drama basado en el caso de los Panamá Papers dirigido por Steven Soderbergh y un elenco de lujo que incluye a Meryl Streep y Gary Oldman, o The King, protagonizada por el joven aspirante a estrella Timothée Chalamet, se fueron quedando sin nafta para candidaturas. Habrá que ver si las películas de Scorsese y Baumbach consiguen sumar premios. Como se vio en la entrega de los Globos de Oro, donde llegaron favoritas y se fueron con casi nada, el hecho de pertenecer a Netflix todavía parece ser más un lastre que un beneficio. Ya se verá.
Hablando de favoritos, dos de las nominadas en el rubro Mejor Película están dirigidas por auténticos pesos pesados del cine estadounidense, que sin embargo parecen no caerles demasiado en gracia a los votantes de la Academia. Junto a colegas como Francis F. Coppola, Brian De Palma, Steven Spielberg o William Friedkin, entre otros, Martin Scorsese forma parte de una generación de cineastas que no solo le cambió la cara al cine producido en su país, sino que a fuerza de talento consiguió que la figura del director de cine dejara de ser la de un mero empleado de los grandes estudios, para por fin alcanzar el estatus de autor. Su filmografía incluye innegables clásicos, como Taxi Driver (1976), Toro salvaje (1980) o El lobo de Wall Street, entre muchas. Con El irlandés Scorsese recupera el vigor de sus mejores trabajos y cierra una trilogía ad hoc acerca de la historia de la mafia en los Estados Unidos, junto a otras dos de sus obras maestras: Buenos muchachos (1990) y Casino (1995). A pesar de ser uno de los cineastas más importantes de su país de los últimos 50 años, Scorsese acumula diez nominaciones en este rubro, pero solamente ganó un Oscar. Fue por su labor en Los infiltrados (2006).
Aunque no integra una generación notable como la de su colega, Quentin Tarantino también le cambió la cara al cine de Hollywood. A diferencia de Scorsese y sus compañeros de época, cuyo surgimiento le debe mucho a la relectura del Hollywood clásico que realizó la nouvelle vague francesa, el imaginario de este director abreva en un caldo cultural en el que se funden el pop, el cine clase B, el cine de explotación europeo, la historieta y la literatura pulp. En Había una vez… en Hollywood todo eso está puesto al servicio de rendirle homenaje a esa época de cambio, a finales de la década de 1960, en la que el mundo falsamente idílico de la posguerra comenzaba a quedar patas para arriba y donde lo clásico le iba cediendo su lugar a todo eso que tanta fascinación provoca en Tarantino. No hay un director que haya hecho tanto por la narrativa del cine estadounidense en el siglo XXI. Aun así esta es apenas su cuarta nominación como director, categoría que hasta ahora le fue esquiva. Los únicos dos Oscar que ha ganado por el momento fueron por su trabajo como guionista.
Los grandes competidores de Scorsese, Tarantino y sus películas son Todd Phillips y Sam Mendes. El primero cuenta con la ventaja (y el mérito) de haber dirigido Joker, que como se dijo es la película del año. En cuanto al trabajo de Mendes es imposible decir algo con 1917 aún sin estrenar, pero el tema que aborda y su probada tendencia a hacer un cine “serio” y correcto sin dudas permite suponer que se trata de una película que es vista en su país como una de las “importantes”. Que no es poco si se habla de sus posibilidades de triunfo. Su reciente éxito en los Globos de Oro es un antecedente significativo. Un detalle a tener en cuenta es que esta es la segunda nominación que Mendes recibe. La anterior fue en 2000 con su ópera prima Belleza americana, una película menor y algo pretenciosa, aunque con eso le alcanzó para llevarse el Oscar. En cambio para Phillips, cuya carrera se desarrolló sobre todo en el terreno de la comedia, esta es su primera candidatura. Algo parecido a lo que ocurrió el año pasado con el director Peter Farrelly, famoso por las comedias zafadas como Loco por Mary (1998) o Tonto y retonto (1994) que dirigió junto a su hermano Bobby, pero que en 2019 se ganó el Oscar a la Mejor Película por su primer trabajo serio, Green Book. ¿Lo acompañará a Phillip la misma suerte del principiante? Hay que esperar hasta el 9 de febrero para saberlo.
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