Oswaldo Reynoso nunca creyó en milagros

Por: Nicolás G. Recoaro

En octubre no hay milagros es una novela de culto de este escritor cardinal del realismo urbano peruano. Un crudísimo retrato de la agitada Lima de los años sesenta.

“Pocas veces la literatura peruana se había atrevido a ir tan lejos al pintar este friso dantesco de corrupción, horros y miseria como esta brutal y fustigante concepción de Reinoso (sic), iracundo autor que escribe a latigazos, narra a empellones y describe a sus personajes como si los estuviera abofeteando”, espetaba la crítica de la revista Oiga, a finales de 1965. En octubre no hay milagros, primera novela del peruano Oswaldo Reynoso, apenas tenía algunas semanas de vida en las librerías y ya había generado un auténtico huracán de acusaciones de blasfemia y pornografía por parte de la conservadora, y siempre devota, sociedad limeña. Su lenguaje provocador, su magistral crudeza para registrar las vivencias de los sectores populares y la crítica demoledora a las castas políticas y militares que gobernaban el país andino-amazónico le comenzaban a valer más de un tirón de orejas a este escritor afilado, que muchos consideran el padre del realismo urbano peruano.

Oswaldo Reynoso nació en 1931 en la blanca ciudad de Arequipa. Pasó gran parte de su vida en un exilio voluntario en Beijing, trabajando como docente y luego como corrector de estilo de la agencia de noticias china Xinhua. Reynoso regresó a Lima a principios de los noventa, donde falleció en 2014. Su obra ha sido adoptada como un auténtico talismán por las nuevas generaciones de escritores peruanos. Es el estandarte del realismo narrativo que se gestó con la llamada “Generación del ‘60”.

En la novela, el arequipeño Reynoso narra las desventuras de diversos personajes limeños, durante el día en que se celebra la multitudinaria procesión del Señor de los Milagros, la fiesta religiosa teñida de vestimentas y hábitos morados que une en festejo a todos los peruanos. En contraste con este día de recogimiento y devoción religiosa, el telón de fondo se ofrece a ritmo de balas, manifestaciones callejeras, represión y muertes. El poderoso don Manuel, empresario que teje los hilos de la política desde la sombras; Tito, su joven mancebo recogido de las calles; don Lucho, trabajador honrado que busca un nuevo hogar ante un inminente desalojo; sus hijos y el duro tránsito de la adolescencia a la madurez son algunos de los personajes y escenas que se entrecruzan en una trama que se desarrolla en las horas que separan el amanecer de la llegada de la noche. “Reynoso traza un fresco verídico y múltiple de Lima, una radiografía horizontal y vertical de la ciudad, tal como lo hizo con México Carlos Fuentes en La región más transparente, y lo ha conseguido en gran parte”, llegó a escribir el Nobel Mario Varga Llosa, quien pese a ubicarse en las antípodas ideológicas de Reynoso (rara avis marxista) supo criticar la novela con altura, evitando la liviana reflexión moralista de los chupacirios.

La masa humana teñida de morado avanza por las calles de Lima. La procesión produce el milagro una vez al año: la magia celestial de los hábitos que visten los caminantes igualan a todos los peruanos. Serranos, costeños, indígenas, criollos, esclavos, señores de alta alcurnia, empresarios y proletarios son iguales ante el Señor de los Milagros. “¿Iguales?”, parece preguntarnos Reynoso a lo largo de la novela. Los señores cercanos al poder ofrecen sus donaciones desde sus pintorescos balconcitos limeños, mientras la plebe se apretuja buscando el milagro que los ayude a llegar a fin de mes. Los dueños del Perú lavan sus culpas, los eternos olvidados viven de las migajas entre balas y represiones autoritarias.



La prosa de Reynoso es pulcra pero sucia, provocadora y muy incisiva. Es un escritor preocupado por el lenguaje callejero, por las vidas de los de abajo. Una búsqueda que ensaya desde los cuentazos de Los inocentes (1961).  

En octubre no hay milagros es un libro que ayuda a entender la agitada realidad política y social que se vivió en el Perú durante la década del sesenta: migraciones rurales, crecimiento de las barriadas en las grandes ciudades, golpes de estado y el temblor político y la revolución juvenil que florecían esperanzados en cada rincón de la nación inca.  

A 55 años de su publicación, la obra de Reynoso se devora cruda la historia más reciente del falso milagro peruano.


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