El origen de las organizaciones internacionales y las vidas salvadas por la colaboración entre los países. El caso de la viruela.
Así escribía en 1722 el Príncipe Pío de Saboya en el informe al Rey de España acerca de los peligros de una epidemia que acechaba Cataluña. Es un testimonio más de tantos que atestiguaron desde 2000 antes de Cristo los efectos de las pandemias sobre poblaciones, a veces mundiales, como la Peste Negra o la viruela.
Dado el modelo de explotación económica basado en el extractivismo y sobretodo en la deforestación, la actividad humana avanza sobre ecosistemas, rompe el equilibrio existente y es allí donde determinadas patologías saltan primero a los animales y luego a los humanos, que se contagian entre sí. No es una cuestión de saber si va o no va a suceder, sino cuándo, dónde, cómo. Si en el medioevo la Peste Negra tardó quince años en llegar desde China a Europa, hoy cualquier patógeno tarde quince horas en avión para llegar a todo el planeta. De allí la importancia en tener sistemas de vigilancia epidemiológica globales que permitan atacar las pandemias al inicio.
Entre otras cosas, eso es lo que hace la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Hubo antecedentes. En la segunda mitad del siglo XIX, varias potencias europeas celebraron catorce «conferencias internacionales sanitarias» –así las llamaron- desde la primera en 1851 en París hasta la última de 1938, en la misma ciudad. Las preocupaciones acerca de las pandemias son constantes, en particular en términos de alerta temprana, así como de reglamentación y respeto de las cuarentenas. Encontramos la misma preocupación en la creación de la «oficina sanitaria internacional», establecida en 1889-1890 en Estados Unidos para los países del continente americano. En 1924 esta oficina estableció un código sanitario panamericano, que instauraba pautas para la elaboración de políticas de salud; en 1947 pasó a llamarse Oficina Sanitaria Panamericana; en 1949 se integró al sistema de las Naciones Unidas y en 1958 adoptó el nombre de Organización Panamericana de la Salud, tal como la conocemos hoy. La Argentina pertenece al sistema de la OMS desde 1948, cuando fue sancionada la Ley 13.211 con las firmas de Hortensio Quijano y Héctor Cámpora. La OPS queda como oficina regional de la OMS.
¿Qué hizo, hace y hará la OMS? Clasificación y seguimiento de enfermedades; apoyo a la producción local de antibióticos; vacunas contra la poliomelitis; coordinación de políticas sanitarias a nivel global; ampliación de derechos reproductivos y salud sexual; programa de inmunización para los niños de todo el planeta; combate a las enfermedades tropicales; listado de medicamentos esenciales; promoción de la cobertura sanitaria internacional; control de las enfermedades diarreicas; protección de la lactancia materna; priorización de la lucha contra el HIV; programa de vacunación mundial (GAVI); promoción del control de enfermedades no transmisibles; creación del fondo mundial contra el HIV, la tuberculosis y la malaria; control del tabaquismo; prevención de pandemias (en 2011); nutrición; salud mental; salud de la mujer, el adolescente y el niño y más. No hay campo de la vida humana donde la OMS no tome iniciativas y haga propuestas a los gobiernos para la mejora de la salud pública. Porque son los gobiernos de cada país quienes deciden seguir o no con esos consejos: no hay fatalidades, como con el FMI… ¿O también es voluntad de los gobiernos aceptar los planes de ajuste?
El 12 de junio de 1958, a instancias e insistencias de Viktor Zhdanov, viceministro de Salud de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, la Organización Mundial de la Salud aprobó la resolución WHA11.54, que con cierto laconismo decidió la «Erradicación de la viruela». La instrumentación quedó a cargo del norteamericano William Foege. Y en mayo de 1980, la OMS pudo proclamar «¡la viruela ha muerto!». La hora más gloriosa, producto de una decisión soviética, de la planificación estadounidense y de la participación activa de todos los Estados miembros. Desde entonces, se salvaron 200 millones de vidas (y contando). Tal vez muchos de los anti vacunas que hoy están vivos se lo deben a unos burócratas que estaban aburridos y les pintó erradicar una pandemia. ¡Desagradecidos terraplanistas! Si Trump practica el estilo de «pegar para negociar», con el objetivo de imponer un Director Ejecutivo afín en 2027 (cuando termine el actual mandato de Tedros Adhanom Ghebreyesus), Estados Unidos no abandonará la OMS. Por el contrario, el régimen mileísta que copia cualquier postura norteamericana sin pensar en nada, privará a la Argentina de un recurso sanitario irremplazable en caso de una nueva pandemia. Su llegada, como dijimos, es sólo una cuestión de tiempo.
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