En Córdoba tiene su fiesta. La comen en asados y hasta en sorrentinos. Es un roedor herbívoro que en realidad se llama Coipo. Del 9 al 11 de agosto, la cita es en Miramar de Ansenuza.
“Toda la vida comimos carne de nutria”, le dice Matías Michelutti a Tiempo Argentino y va por más: “Es muy rica y es como preguntarle a un cordobés si probó Fernet”.
Matías es la cuarta generación de una familia que llegó a Miramar de Ansenuza, en la provincia de Córdoba, entre fines de 1800 y principios de 1900 desde Italia y Suiza. Aquí se establecieron las primeras colonias agrícolas y tomó impulso turístico entre los años ’40 y hasta los ’70, cuando una inundación terminó con todo. En los últimos años cobró un nuevo impulso y más con la formación del nuevo Parque Nacional Ansenuza. “Es tres veces la Capital Federal”, le dijo a Tiempo.
Ahora este prestador de servicios turísticos que lleva en lancha a los visitantes a conocer la belleza del lugar, cuenta que supo haber 80 criaderos de nutria en la zona y que hoy quedan unos cinco, que se pueden conocer en visitas guiadas y producen estos animales “para consumo como comida típica”.
Uno podría imaginar que los colegios hacen estos recorridos, pero Matías aclara que “en los ´coles´ de Miramar (de Ansenuza) no es necesario. Es como hablar de alfajores. Se conoce por qué se crían en cautivero, es una producción intensiva”, dice.
Como local concluye que “un festival lo representaría de una buena manera”, al referirse a la 16ª edición de la Fiesta de la Nutria que se realiza en el Salón del Club Atlético Miramar. Habrá actividades artísticas, stands de comerciantes y una amplia oferta gastronómica.
Para los organizadores, el festival celebra la cultura y la gastronomía de la ciudad y toda la región, pero además sirve como anticipo para el aniversario del primer centenario de la ciudad (el 18 de noviembre), ubicada a casi 200 kilómetros de Córdoba Capital. Es gratis.
Y quizás, fue famosa la fiesta hace dos años cuando la chef Madam Papin elaboró varios platos con la carne de nutria en vivo en la fiesta y para Cocineros Argentinos.
La fiesta transcurre en una gran carpa donde hay un escenario con espectáculos, master class de chefs. Además hay “stands que venden distintos platos elaborados con carne de nutria y locales con productos artesanales de la región”, describe Matías y, de paso, aclara que en realidad su nombre correcto es “Coipo”. Son roedores, herbívoros y en cautiverio su cría es intensiva, pueden vivir un año y en la primera parición pueden tener hasta 14 crías y en la segunda, unas 24. “Cuando hablo de carne de nutria, me refiero a la criada en cautiverio, la salvaje es otra cosa completamente diferente”, dice.
Siempre se habla de la cría en cautiverio porque “en estado salvaje no es muy simple de observar. Son huidizas ante cualquier disturbio se sumergen”, cuenta.
Matías vive junto al Parque Nacional Ansenuza que se hizo famoso por los fotones del atardecer con una bandada de flamencos. Para muchos, flamencos y coipos son parte de los habitantes de este rincón de naturaleza donde esta la Laguna Mar Chiquita que conforma uno de los humedales salinos más extensos del país con sus cerca de 6 mil km2. El área cuenta además con bañados del río Dulce hacia el norte.
Lo colosal de este sitio es que de las seis especies de flamencos del continente, hay tres que pueden verse aquí. El flamenco austral que esta todo el año y el flamenco Andino y de James (conocido como Parina Chica) y entre las 142 aves, un 70 por ciento son migratorias pero otro que atrapa a los fotógrafos y visitantes es el cisne de cuello negro.
Ansenuza es el nombre que la cultura Sanavirón, originaria del lugar, le daba a la laguna hoy conocida como Mar Chiquita. Hay una leyenda, también de la diosa del agua “Ansenuza”. Cuestión que este “mar” se formó hace más de treinta mil años a raíz de una falla geológica que formó un dique natural, se elevaron los bordes que impiden que los ríos Dulce; Primero (Suquía) y Segundo (Xanaes) lleguen al mar, técnicamente es una laguna sin desagüe de una cuenca endorreica. Casi un mar, de allí el nombre, dado que el espejo de agua abarca unas 480 mil hectáreas.
Hay varias localidades cercanas pero Miramar es la única que está sobre sus costas. Caminatas, deportes náuticos, avistaje de aves, descanso en el pueblo y visita a Museos son parte de las alternativas que se pueden disfrutar de paseo por el lugar al que se llega con cerca de dos horas en auto o cuatro horas y media en bus desde la capital cordobesa o casi cinco horas en micro.
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