Como se anunció en octubre, el 6 de marzo, día en que el escritor cumpliría 97 años, estará en todas las librerías de los países de lengua española. Se llama “En agosto nos vemos” y promete ser el acontecimiento editorial del año. Los millones de lectores del Nobel colombiano le dan la bienvenida. Sin embargo, los libros publicados luego de la muerte de un escritor suelen tener mala prensa y, posiblemente, el de Gabo no será la excepción.
En la oportunidad de su anuncio, Maribel Luque, directora de la agencia Carmen Balcells anticipó que la novela era “una exploración de feminidad, la sexualidad y el deseo, absolutamente cautivadora y moderna. Un magnífico broche de oro al legado del autor.
En Argentina, la novela inédita será publicada por Sudamericana que es el sello que viene editando la obra de García Márquez desde 1967. En el resto de los países de habla hispana, saldrá con por el sello Random House.
“El extenso listado de editores internacionales –informa el sello que la publicará en Argentina- incluye muchos de los más prestigiosos sellos del mundo, como Knopf en Estados Unidos y Canadá y Viking en Reino Unido (ambos sellos de Penguin Random House), Grasset en Francia, Mondadori en Italia, Kiepenheuer & Witsch en Alemania, Meulenhoff en Holanda, Gyldendal en Dinamarca, Dom Quixote en Portugal, Record en Brasil, Minumsa en Corea del Sur, Psichogios en Grecia, Bonnier en Suecia, Am Oved en Israel o Dar Altanweer para la lengua árabe”.
La novela saldrá simultáneamente en físico, en formato virtual y audiolibro.
El dibujo de la portada estuvo a cargo de uno de los portadistas más prestigiosos de hoy, el artista español David de las Heras.
La ansiedad crece a medida que se acerca la fecha y las preguntas se multiplican.
La novela inédita de García Márquez En agosto nos vemos estaba en los papeles que se habían depositado en el Harry Ransom Center. La familia y la editorial del Nobel buscaban la forma de conmemorar los 10 años de su muerte.
Sus hijos, Gonzalo y Rodrigo Barcha, releyeron la novela y concluyeron que En agosto nos vemos tiene “muchísimos y muy disfrutables méritos y nada que impida gozar de lo más sobresaliente de la obra de Gabo: su capacidad de invención, la poesía del lenguaje, la narrativa cautivadora, su entendimiento del ser humano y su cariño por sus vivencias y sus desventuras, sobre todo en el amor”. Así lo especifican en el prólogo.
García Márquez murió en 2014. En ese momento, según lo especifica el medio El Español, se conoció la existencia de ese original que estaba escribiendo y que se hallaba inconcluso.
“El diario La Vanguardia y The New Yorker – informa ese medio- publicaron entonces un fragmento de la obra que describe la llegada de una mujer casada de 52 años a una isla donde está la tumba de su madre y que en su más reciente visita tiene un encuentro inesperado.
El mismo medio indica que el texto comienza de esta forma: «Volvió a la isla el viernes 16 de agosto en el transbordador de las dos de la tarde. Llevaba una camisa de cuadros escoceses, pantalones de vaquero, zapatos sencillos de tacón bajo y sin medias, una sombrilla de raso y, como único equipaje, un maletín de playa. En la fila de taxis del muelle fue directa a un modelo antiguo carcomido por el salitre. El chófer la recibió con un saludo de antiguo conocido y la llevó dando tumbos a través del pueblo indigente, con casas de bahareque y techos de palma, y calles de arenas blancas frente a un mar ardiente».
Luego se cuenta el encuentro entre la protagonista, cuyo nombre es Ana Magdalena y un hombre que había conocido en el bar del hotel donde se había alojado. «[…] lo ayudó a sacarse el calzoncillo a lo largo de las piernas, y se dio cuenta de que no era tan bien servido como su esposo, que era el único que ella conocía, pero estaba sereno y enarbolado».
Para seguir leyendo, habrá que esperar hasta el 6 de marzo, poco más que un mes y medio
El escritor Salman Rushdie, al enterarse de la noticia de publicación de la novela de García Márquez, manifestó su desacuerdo con la publicación ya que, mientras lo escribía “estaba sufriendo demencia, por lo que me preocupa mucho que se haya autorizado la publicación del manuscrito, que quizá no le hará justicia”
Por su parte, Eduardo Sacheri dijo en el programa Aduana de palabras cuando recién se conoció la noticia: «Una de las cosas que tiene de lindo este hallazgo y promesa de publicación es que los que escriben el prólogo del libro son Rodrigo y Gonzalo, los dos hijos varones del escritor colombiano«.
Y agregó: “A veces sucede que se exhuman viejos trabajos de autores célebres y uno suele oler allí como cierta maniobra de marketing. A mí esos casos me hacen entrar en una zona de incomodidad, de contrarrestar la manera del olvido y me hacen dudar, y pensar si tal vez ese descarte (del material escrito) no pudo haberse correspondido con alguna decisión de no estar del todo convencido; Y a veces, puede que se trate de un trabajo al que aún le faltaba cocción, que el autor dejó allí, para retomar en otro momento».
“Pero la verdad es que también pienso el tema en función de la figura y lo que significa esto en función con de quien se trata y digo: La escritura de García Márquez tiene hoy un nivel tan grande, y está acompañada de un número de lectores tan masivo, que nada de lo que rodea a esta noticia me termina de sonar a eso, más bien, todo lo contrario.”
Informó, además, que esta novela es el resultado de un cuento de García Márquez que no se agotó en sí mismo, sino que comenzó a expandirse.
La discusión acerca de la legitimidad de la publicación de obras póstumas es un tópico dentro del mundo literario. Casi no existe una obra publicada luego de la muerte del autor e incluso contra la expresa voluntad de éste de no ser editada, que no haya tenido cuestionamientos. Seguramente, En agosto nos vemos no será la excepción
Es bien conocida la anécdota de que Max Brod, amigo de Kafka, quien se quedó con material inédito del escritor y lo publicó luego de la muerte a pesar de que éste le había pedido expresamente que los quemara. Por este acto recibió el epíteto de “traidor”. Sin embargo, la publicación póstuma de su obra lo consolidó como escritor y contribuyó a que fuera conocido en todo el mundo.
Kafka murió prematuramente en 1924. Estaba enfermo de tuberculosis y muy posiblemente previó su final. La petición expresa que le hizo a su amigo fue que quemara todo sus manuscritos. ¿Pero su petición expresa era su voluntad real? Es imposible hacer un análisis retrospectivo de cuál era su verdadero deseo, pero su actitud autoriza a preguntarse por qué no se ocupó él mismo de hacer desaparecer todos aquellos manuscritos que no quería dar a conocer.
Quizá Brod se planteó la misma pregunta o sintió que su amigo era demasiado talentoso como para no dar a conocer esa parte de su obra al mundo. Lo cierto es que al “traicionar” su voluntad hizo un legado invalorable a la literatura universal.
Posiblemente, ningún caso tan dramático como el del poeta Ted Hughes y la poeta Sylvia Plath. Como se sabe, tuvieron un matrimonio tormentoso marcado por la inestabilidad psicológica de Sylvia que se expresó en intentos de suicidio, la pérdida de un embarazo luego de haber tenido a su primera hija, Frida, en el año 1960.
En 1962, nace su segundo hijo, Nicholas, y está por publicar su segunda novela, La campana de cristal. Las cosas parecían mejorar. Sin embargo, en ese momento, Ted la abandona por otra mujer, otra poeta Assia Wevill, que era amiga de ambos.
El precario equilibrio psíquico de Sylvia no soportó este hecho y se suicidó. Ted fue repudiado por todos los que conocían a la pareja y culpado de la muerte de Sylvia.
Sin embargo, quizá como una forma de paliar la culpa que sentía se ocupó de publicar la obra inédita de Sylvia. Más allá de las causas que motivaron este hecho, a él se debe que haya salido a la luz el poemario de Sylvia Ariel, sus poemas completos, sus diarios, y la versión norteamericana de La campana de cristal.
Seguramente, este acto con el cual buscaba una suerte de reparación, no sirvió para disminuir su dolor. También Assia se suicidó y se llevó con ella a la pequeña hija de la pareja.
Ted tenía una personalidad extraña que podía llegar a la crueldad. Sin embargo, eso no lo desmerece como editor de la obra de la mujer a la que le causó tanto dolor.
Las circunstancias en que se publican de manera póstuma las obras de un escritor o escritora varían. A veces, dejan una obra casi lista que sólo requiere pequeñas correcciones. Otras, en cambio, dejan obras inconclusas o que, por alguna razón particular, el autor o autora decidió no publicar. Los cuestionamientos son mayores cuando sucede esto último.
Sin embargo, más allá de las razones que lleven a los herederos a editar un texto, lo cierto es que aún aquella obra que pueda no estar a la altura de la que el autor o autora publicaron en vida, constituye una forma de conocer la cocina de su escritura.
Julio Cortázar tiene una enorme obra póstuma que contribuyó a conocer mejor al autor de Rayuela.
En general, quienes critican la publicación de obras que un autor decidió no hacer públicas en vida suelen considerar este hecho una suerte de falta de pudor, como si significara mostrarlo un tanto desnudo, profanar su intimidad o mostrar sus costados menos dignos. Quizá suceda lo mismo con En agosto nos vemos. Seguramente, no le faltaran detractoras. Pero a veces, la trillada frase de que el tiempo todo lo arregla, resulta ser cierta. El tiempo les confiere a los papeles póstumos una distancia histórica que convierte en interesante documento lo que fue tomado como una innecesaria impudicia. Libre de circunstancias coyunturales, la obra ofrece entonces nuevas posibilidades de lectura.
Las circunstancias en que se publican de manera póstuma las obras de un escritor o escritora varían. A veces, dejan una obra casi lista que sólo requiere pequeñas correcciones. Otras, en cambio, dejan obras inconclusas o que, por alguna razón particular, el autor o autora decidió no publicar. Los cuestionamientos son mayores cuando sucede esto último.
Sin embargo, más allá de las razones que lleven a los herederos a editar un texto, lo cierto es que aún aquella obra que pueda no estar a la altura de la que el autor o autora publicaron en vida, constituyen una forma de conocer la cocina de su escritura.
En general, quienes critican la publicación de obras que un autor decidió no hacer públicas en vida suelen considerar este hecho una suerte de falta de pudor, como si significara mostrarlo un tanto desnudo, profanar su intimidad o mostrar sus costados menos dignos. Quizá suceda lo mismo con En agosto nos vemos. Seguramente, no le faltaran detractoras. Pero a veces, la trillada frase de que el tiempo todo lo arregla, resulta ser cierta. El tiempo les confiere a los papeles póstumos una distancia histórica que convierte en interesante documento lo que fue tomado como una innecesaria impudicia. Libre de circunstancias coyunturales, la obra ofrece entonces nuevas posibilidades de lectura.
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